Desde que asumió las riendas del Atlético de Madrid, Simeone se ha enfrentado ya con cuatro entrenadores diferentes del Real Madrid. Si Jesús Gil levantara la cabeza no se creería que su merecido título de triturador de entrenadores había cambiado de barrio a la noble zona de Chamartín. Quien se lo iba a decir, con lo serio que parecía Florentino cuando empezó.
La cuestión es que, tras unos primeros derbis en los que los colchoneros siguieron mostrando inferiores (y tras alguna pequeña disputa por la importancia de los mismos entre Simeone y Futre, dos leyendas rojiblancas), la final de Copa del Rey del 2013 fue el punto de inflexión. En los últimos tres años Simeone ha llegado al Bernabéu, ha saludado a Mourinho, Ancelotti y Zidane (no le dio tiempo a rendir visita a Benítez), y les ha ganado. Desde dicha final de Copa, el Atlético ha batido el record de victorias seguidas de un visitante en el Bernabéu en Liga, nadie había arrebatado tres temporadas seguidas los tres puntos del estadio merengue. En el Calderón ha logrado triunfos tan sonados como el 4-0 previo al famoso cumpleaños de Cristiano o la Supercopa de España. Tan solo la Champions es la asignatura pendiente rojiblanca de estos últimos derbis, con dolorosas derrotas en cuartos de final de la pasada edición y, sobre todo, en la final de Lisboa.
Tras el encuentro del sábado, el máximo altavoz se está poniendo sobre los problemas del Real Madrid: el final (si alguna vez existió) del efecto Zidane, las declaraciones de Cristiano (este chico juega para sí mismo, a nadie debería sorprenderle lo que dijo) o la aparición de Borja Mayoral (ha tenido más portadas en la prensa madrileña en la pasada semana que el Atlético de Madrid en un año, mítica la del As del lunes, donde se resaltaba que estuvo viendo un Parla - Puerta Bonita de Tercera División). De la situación de los blancos (pequeño spoiler) hablaremos en TresCuatroTres, pero hoy toca hablar de cómo queda el Atlético tras el derbi.
Ni que decir tiene que anímicamente ha sido una inyección de positivismo. Cierta melancolía habían dejado en el Manzanares (donde de melancolía sabemos bastante, no en vano el estadio se sitúa al final del Paseo de los Melancólicos) los empates a cero, que habían hecho al equipo descolgarse del Barça en Liga y dejarse un partido tenso de vuelta en Champions contra el PSV. Hoy, con la misma distancia a los blaugranas y un partido menos por disputarse, se vislumbra en muchos la posibilidad de alcanzar a la tropa de Luis Enrique. Milagros del estado de ánimo en la percepción de la realidad.
Contra excesos de euforia, Simeone tiene el remedio perfecto: el partido a partido. Ni la Liga antes estaba perdida ni ahora está al alcance de la mano, el Barça es el claro favorito y lo que toca es medirse a la Real Sociedad. Y así, una jornada tras otra. Además, los problemas del equipo no quedan resueltos con la gran victoria del sábado.
De las tres victorias ligueras seguidas en la cancha blanca, la de este sábado probablemente sea en la que el Atleti ha desplegado mejor juego. Si las dos anteriores fueron lecciones de planteamiento táctico con fines eminentemente destructivos, esta jornada hemos visto a un Atlético de Madrid que salir con velocidad y buscando los espacios para sus atacantes, junto jugadores con criterio en el centro del campo. En eso fue fundamental Augusto Fernández, cuya labor oscura pero siempre correcta, tanto en la distribución como en la recuperación, da un ritmo diferente a los del Cholo. Koke también estuvo a buen nivel, mucho mejor que el nivel medio que está mostrando esta temporada, y Saul se está asentando en su labor de todocampista con un despliegue físico increíble y cada vez mejor trascendencia en el juego.
Pero ello no debe ocultar el problema del ataque. Curiosamente, partidos como el del Real Madrid son más favorables para los delanteros colchoneros que otros aparentemente más fáciles. La falta de gol se acentúa cuando no hay espacios, cuando los rivales se cierran. Mientras haya espacio, con Griezmann suelto, el gol puede llegar. Es fundamental que el francés no se aleje de la zona de gol, si se le abre a una banda (aunque de antemano sea el más propicio a cumplir con ese rol) pierde llegada, y si no llega él... nadie marca. Ni Vietto ni Torres tienen pólvora para cumplir con esa función, así que, toca hacerle sitio al galo.
Así que, mucho ojo, la victoria del Bernabéu debe ser refrendada contra equipos menores para que sirva de algo. Es urgente encontrar soluciones en el camino al gol para poder luchar en las competiciones restantes. La vuelta de Carrasco será fundamental por su capacidad para eliminar rivales por velocidad y regate, veremos si es suficiente.
At.MadridDiego Pablo SimeoneR.Madrid C.F.Zinedine Zidane