Claves de sol: El clan de la M

Aparecieron hace ya muchos años, con una Carolina a la que amenazaban constantemente con morder si ella no cesaba en sus actitudes; por otra parte juraban que el hecho de que ella se quedase a dormir era lo único que querían en esta vida insana. Hoy, con la mayoría de edad más que cumplida, M-Clan nos cantan canciones que servirán de niebla “Para no ver el final”.

Sin embargo, éste último disco, editado ya hace dos años, dista bastante de lo que podría ser el más puro estilo m-clanero, ese estilo que un tiempo atrás, con sus primero álbumes, sentó un antes y un después lo que era el rock estatal, convirtiéndose en uno de los grupos claves, dentro de esa moderación del rock que protagonizaron.

“Calle sin luz” es la encargada de abrir el disco, y cierto es que no se me ocurre mejor tema para hacerlo. Así, con fuerza, magia y encanto, los nuevos M-Clan nos hacen saber que están aquí, con pilas recargadas, como demuestran con la canción homónima del disco, “Para no ver el final”.

M-Clan

No obstante, “Basta de blues” o “Desesperación por verte” rompen con la belleza de sus predecesoras, con una base guitarrística ligeramente ruidosa para, y una letra quizás demasiado fácil. Tan fácil como sencillamente preciosa es “Hasta que se acostumbre a la oscuridad”, balada rítmica caracterizada por su melodía sencilla, su voz calmada y su letra cargada de nostálgicos recuerdos con los que fácilmente cada oyente podría sentirse identificados.

“Sólo se me ocurre antes de empezar a andar, gracias por los días que vendrán”, reza la canción encargada de cerrar el que es el disco más soul de toda la historia de la épica banda, cargado de contenidos rock. Ese álbum que, vale, sí, es un muy buen disco, pero que estoy segura de que nunca se volverá tan indispensable en nuestras vidas como sus primeros trabajos lo son.

Quizás, el viejo espantapájaros se verá obligado a abrir un nuevo capítulo en sus memorias, ese capítulo donde la sopa fría se le calienta cada vez más, pero sin perder nunca ese encanto que tan especial hacía el caldo.

Miriam

Leonesa exiliada en Valladolid. Estudiante de periodismo, directora de Ruta 42 y redactora en La Encuadre. Guitarrista vocacional.

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