Dicen que la vida está sustentada por los pequeños detalles. Esos mínimos gestos que a veces pasan inadvertidos pero que son los que realmente mueven el mundo. De entre todas esas aparentes nimiedades, algunas se hacen, sencillamente, gigantes. Este es el caso de “Pequeños placeres domésticos”, el último trabajo del ovetense Pablo Moro.
Pablo Moro es ese genio ovetense que considera a su música un género especial, “rock tranqui”. Es ese mago capaz de hacer de una melodía cualquiera, la única capaz de abrazarte el alma. Es ese maestro de la guitarra, la púa, el papel y la pluma que posee ese ángel necesario para crear la perfección musical que él ha logrado alcanzar.
La cosa no estaba fácil, “Smoking Point”, el anterior disco del de Oviedo, había dejado el nivel realmente elevado, demostrando que la música de autor aún es capaz de mover los corazones más revolucionarios, que las letras aparentemente simples o básicas, entrañan mucha más complejidad de la que se creía.
Pablo Moro (Imagen de archivo de Ruta 42)
Sin embargo, cuanto mayor era el reto, mayor fue la respuesta, por lo que “Pequeños placeres domésticos”, con su paradójico regusto felizmente melancólico, supo sorprender, crecer e imponerse como el disco por excelencia en la carrera del músico. Así, el frenético “Jólivuz” fue la perfecta presentación de este disco cargado tanto de baladas como de canciones para gritar, saltar y dejarse llevar.
Dos son las joyas que podemos encontrar en este disco. La primera de ellas, “Dos tiros”, directa, en segunda persona, una alegato de sencilla sinceridad, de oculto agradecimiento a aquella que reaparece tras haberle partido el corazón, tras haberle reforzado su propia personalidad.La segunda, la nana del disco, “Canción de cuna”, la canción que, cantada en directo, puede hacer llorar al propio cielo. Dulce, suave, tierna, perfecta al fin y al cabo.
“No voy a hablarte de cosas tan cursis como enamorarse sólo de una voz”, pero sí que te he estado hablando de cómo enamorarte de cada acorde, cada letra, cada segundo de los que conforman este disco. Así que ve corriendo y escúchalo, cierra los ojos, y deja, simplemente, que Pablo Moro te enamore mediante susurros en tu oído.
Miriam
Soy una chica leonesa que ha tenido que irse a Valladolid para cumplir su sueño, hacer periodismo. A pesar se ser este mi primer año de carrera, tengo el orgullo de ser colaboradora de Ruta 42. Por lo demás no hay mucho que contar, toco la guitarra, me gusta el rock y devoro todo tipo de literatura, especialmente la poesía.
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