¿Influye el clima en los estados de ánimo y en las enfermedades mentales?
Las repercusiones del clima en el estado de ánimo son una realidad que se pone de manifiesto apenas prestamos algo de atención a como influye un día soleado o un día gris en el comportamiento de los individuos y también los cambios bruscos de temperaturas en aquellas personas llamadas meteorosensibles por su labilidad a las condiciones extremas meteorológicas.
El refranero popular está repleto de frases que aluden a la influencia de los fenómenos climatológicos en la salud y en el estado de ánimo, no obstante, indepedientemente de que la sabiduría popular relacione el clima con la salud y otorgue la capacidad de predecir el tiempo a quienes sufren ciertas enfermedades (migrañas, reumatismo…), no todo es cultura popular ya que son muchos los trabajos científicos que confirman que las estaciones, las condiciones climáticas, la temperatura ambiental y la luz inciden sobre la salud humana y especialmente sobre la salud mental; así, el calor, la lluvia y la humedad influirían más sobre la ansiedad y los cambios estacionales estarían más relacionados con los trastornos afectivos, tanto la euforia como la depresión (en los trastornos bipolares es conocido que en verano empeoran los cuadros maníacos mientras que en otoño e invierno empeoran las fases depresivas).
Depresión en invierno e insomnio y/o irritabilidad en verano
Se suele admitir que ciertos trastornos emocionales como la depresión sufren reagudizaciones en otoño e invierno por la reducción de las horas de luz al ser los días más cortos. También se cree que la oscuridad invernal predispone no solo a la tristeza y a la melancolía sino también la ansiedad, debido a que en estas fechas del año sería mayor la tendencia a la percepción subjetiva de peligro.
En el extremo opuesto, en verano, las altas temperaturas predisponen a la irritabilidad y la agresividad; también, en individuos con trastornos de ansiedad, el calor extremo es percibido como una señal de alarma provocando que la ansiedad se dispare conforme suben las temperaturas.
Desde un punto de vista fisiológico, el aumento de las temperaturas, sobre todo al inicio del verano cuando el organismo aun no está habituado, hace que el organismo se esfuerce en mantener una temperatura interior en consonancia con la exterior; esto supone un cambio que puede repercutir en el Sistema Nervioso Central aumentando la ansiedad y generando insomnio de conciliación ya que, por encima de los 21 ºC de temperatura ambiente, el cuerpo humano tiene dificultades para dormir porque el metabolismo se sobreactiva para adaptarse al calor, una activación cerebral que repercute negativamente tanto en el sueño como en la ansiedad. No obstante, esto no es mas que trata un trastorno de tipo adaptativo y pasajero al que el organismo se acomoda con rapidez y los síntomas (que son más intensos al inicio del verano) tienden siempre a remitir aunque el calor aumente. Por lo general el tiempo de adaptación no supera la semana aunque en individuos insomnes o con predisposición a la ansiedad puede tardar más.
El trastorno afectivo estacional
El trastorno afectivo estacional (TAE) es un tipo de depresión que se presenta generalmente durante el invierno y llega a afectar a un 15% de la población. Puede comenzar en la adolescencia, afecta más a las mujeres y tiene mayor incidencia en los países nórdicos con largas noches de invierno.
Los síntomas empiezan a manifestarse a finales del otoño y vienen a ser los mismos con que cursan otras formas de depresión: desesperanza, anhedonia, aumento de sueño (mientras que en otras depresiones es más frecuente el insomnio), falta de fuerzas, tristeza, etc.
En ésta depresión estacional, además del tratamiento farmacológico y la psicoterapia, es frecuente que algunos psiquiatras prescriban sesiones de fototerapia, técnica que utiliza unas lámparas especiales de luz muy brillante que imita a la luz solar y que se basa en los efectos beneficiosos de la luminosidad para la depresión en aquellas personas que tienden a ser más letárgicas en invierno y más eufóricas en verano. En este tipo de personas, la luz de las lámparas informa al cerebro a través de la glándula pineal, actuando como un despertador sobre las respuestas emocionales del individuo. Hay quienes, incluso, recurren a la fototerapia para mitigar la consecuencias del jet lag en los viajes transoceánicos, al posibilitar una sincronización del reloj biológico que facilita la recuperación de los ritmos.
Un neurotransmisor llamado melatonina interviene activamente en el proceso de la fototerapia; es interesante reseñar que en los últimos años se ha sintetizado un nuevo antidepresivo (agomelatina) que actúa ejerciendo un efecto agonista sobre los receptores de la melatonina MT1 y MT2 y una acción antagonista sobre los receptores de serotonina tipo 2C presentes en las células del sistema nervioso.
Así pues, en el TAE hay una caída del estado anímico durante el invierno (coincidiendo con la falta de luz solar), lentitud de respuesta a estímulos, bajo estado de ánimo, menor interés por la vida social y mayor dificultad para realizar las actividades. Por el contrario, cuando a finales de la primavera y principios del verano aumenta la luminosidad, surge el efecto contrario y quienes sufren un TAE se muestran más activos y eufóricos.
La intensidad con que se perciben los síntomas del TAE es variable y puede fluctuar desde manifestaciones leves y apenas perceptibles, que no impiden realizar una vida normal, hasta depresiones graves de tipo endógeno que pueden precisar de un ingreso hospitalario.
Por lo general, cuando se habla del trastorno afectivo estacional se suele hacer referencia a las modalidades menos graves; son estas las que llegan a afectar en torno al 15% de la población, un porcentaje nada despreciable.
Conclusión
La climatología y la salud mental son un binomio a tener en cuenta por su incuestionable interrelación y la influencia del clima en el comportamiento humano.
Los cambios climatológicos influye en nuestro carácter debido sobre todo a que las variaciones en el factor lumínico hacen que los días claros y soleados se afronten con más energía y optimismo por la gran luminosidad que aportan. También sucede que los días grises y nublados repercuten de modo negativo en el estado de ánimo y las personas meteorosensibles tienden a estar más espesas y letárgicas y son proclives a desarrollar una depresión.
Clotilde Sarrrió – Terapia Gestalt Valencia
Dr. Alberto Soler Montagud – Psiquiatria Privada
Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis y Alberto Soler Montagud y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España