Cuando nos despertamos por la mañana y vemos que hace un día soleado, empezamos el día con mejor humor. De igual forma, cuando nos despertamos y vemos que es un día lluvioso, empezamos el día quejándonos porque queremos sol. Eso quiere decir que el clima nos afecta a nuestro estado de ánimo.
Nuestro estado anímico varía según con las personas que estamos, como la personas que nos rodean, nuestras obligaciones, nuestra situación personal, laboral…y el clima, es una de esas variables con la que estamos en constante contacto. Obviamente a todos no nos afecta por igual, hay gente que les afecta más.
Por naturaleza, el ser humano está preparado para buscar un confort climático y cuando se producen cambios, sobre todo si estos son bruscos, provocan una desestabilización del organismo. Este desequilibrio se muestra a veces, a través del estado anímico.
Así pues, el calor y el sol nos transmiten buen humor y eso hace que estemos con un estado anímico más agradable, que estemos más receptivos con los demás, más sonrientes, etc. Se ha demostrado que las temperaturas cálidas y las horas de sol, bajan los niveles de ansiedad y aumentan el pensamiento positivo.
De manera contraria, mucha humedad, dificulta la concentración y aumenta la fatiga.
Pero, ¿Por qué produce este efecto el sol?
Exponerse a la luz solar, nos aporta vitamina D y ésta afecta a los sistemas hormonales. La serótina está condicionada por la luz solar, ya que disminuye al atardecer y aumenta al amanecer. Ésta tiene una función importante en la inhibición de la ira, la agresividad, el humor, el sueño. Es por eso que a niveles bajos de serotonina nos sentiremos más apáticos, tristes, enfados…y a niveles más elevados, nos sentiremos más alegres, felices y eufóricos.
En las estaciones como el otoño y el invierno, las horas de luz son menores y hay más días grises o lluviosos, por tanto la cantidad de serotonina liberada es más baja y por eso solemos estar más apáticos. A diferencia, cuando llega la primavera y el verano, aumentan las horas de exposición a la luz solar, y hay menos días grises, de esta forma se libera mayor cantidad de serotonina y estamos más felices.
Pero claro, ¡Ojo! Porque todos les excesos son malos. Se ha demostrado que el exceso de calor nos vuelve violentos y agresivos. Solo hace falta que recordemos esos días de verano tan calurosos que es imposible salir de casa y precisamente contentos no es que estemos.
Incluso existe un trastorno psicológico relacionado, es conocido como el Trastorno afectivo estacional (TAE). Es un tipo de depresión, que se caracteriza por cambios de humor graves durante las épocas que hay poca luz solar. Algunos de sus síntomas son la tristeza, ansiedad, pesimismo, sentimiento de culpa, irritabilidad, perdida de interés generalizado, cansancio, poca energía, dificultad para concentrarse, insomnio, cambios de peso…Se trata con antidepresivos y fototerapia (terapia con luz).
Ahora ya sabemos que el clima puede afectarnos, pero también es importante recordar que hay muchas otras cosas que influyen en nuestro estado de ánimo. Así que no dejes en manos del clima tu humor. Y no olvides que el sol está ahí todos los días, lo veamos o no.