En una excursión por pueblos de Salamanca decidimos cruzar la raya y meternos en la parte portuguesa, para ver alguno de sus pueblos, esos pueblos que antes se visitaban para comprar toallas y repostar barato y que ahora tienen chinos y las gasolina más cara que aquí. Pero también cruzamos la frontera para comer, porque Portugal tiene una cocina espectacular. Un tipo de comida que, como le pasa a la española, a la italiana o la griega tienen una frescura y un sabor que no la tienen otras del continente.
La primera parada fue en Almeida, una fortaleza del siglo XVII que merece la pena visitar. Es pequeña, no da para mucho, pero un paseo por ella resulta de lo más agradable. Además, a pesar de ser un sitio turístico, mantiene el encanto del Portugal con más encanto. Para tomar algo entramos en 4 Esquinas, un antrazo pero con todo el sabor del país. Sin lujos, con un camarero con un acento tan cerrado que no se le entendía apenas. Pedimos caracoles, era pronto, ni las 12 del mediodía, y nos dijo que no tenía. Por lo que nos ofreció un par de panes de chorizo, un tipo de preñao pero de chorizo en lonchas. Luego se lo pensó mejor y nos trajo un ración de caracol real (9€), el típico de allí, algo más pequeños y preparados en una salsa de aceite y ajo. Un exquisitez que acompañó con unas tostadas de mantequilla. Los caracoles con las tostadas y tres refrescos, 17€.
La segunda parada nos llevó a Guarda. Un villa donde pasear un rato para ver su centro histórico, su catedral, su muralla y el castillo. Para comer, a pesar de ser turístico, encontramos un local chiquitajo justo al lado de la Catedral. Un sitio de batalla, pero tremendo en calidad y precio: Solar da Beira. Allí, con la cordialidad típica del país, comimos un plato de carnes con embutidos: panceta, churrasco, chorizo, morcilla, etc. También un bacalhau à brás (o dorado) el típico de allí, un revuelto con patata, huevo y bacalao muy meloso e imprescindible. Los dos platos, o bandejas porque allí la comida viene en bandeja, con una ensalada, los aperitivos (paté de sardina y mantequilla), una botella de vinho verde, agua y café por solo, ¡flipad! 28 euros. 6,5€ el bacalao y la botella de vino, 9,5€ la carne y la bandeja de ensalada (que era media ración) por 1,8€ quizá el precio más sorprendente vistas las clavadas que te cascan en cualquier playa de España por una mixta con huevo duro...
Si tienes opción, no lo dudes. Ya lo habíamos probado en Lisboa pero en todo el país se come de maravilla y baratísimo.