Revista Cine

‘combustión’: a pintarse la cara

Publicado el 24 abril 2013 por Cintasperdidas @cintasperdidas

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Para hacerle justicia a Combustión, hay que empezar diciendo que esto es una genialidad sin precedentes, obra maestra y quintaesencia del arte por el arte, del cine y de las bases musicales hechas con la Ópera de Viena.

Toda alabanza se antoja corta para clasificar a un film con tantas posibles lecturas, apoyado en unas líneas de guión escritas con un telesketch en las que los creadores de Física o Química vuelven a superarse estableciendo nuevas cotas para el drama sentimental, explorando sus límites, llevándolo a niveles comparables a El árbol de la vida. Por no hablar del subyacente mensaje sobre la tragedia social y la lucha de clases, evidente para el espectador sagaz. Pero eso sería extenderse demasiado.

Todo esto no se podría conseguir sin un reparto a la altura, claro está: Ammann, decidiendo que lo de Celda 211 tuvo que ser flor de un día, se muestra valiente realizando un auténtico tour de force sólo al alcance de los elegidos. Por su parte, Álex González se destapa como un claro candidato a ser el Marlon Brando español, Mario Casas mediante, eso sí.

Pero la que destaca sobremanera es Adriana Ugarte, con una barbaridad de interpretación, digna de un “se la saca again”, pero ya se ve en determinadas escenas que ella no tiene. Calparsoro quería dejar eso bien claro. En todo caso, los guionistas, buenos sabedores de lo que Ugarte es capaz, le reservan las mejores líneas de diálogo de un libreto que debería ser estudiado en las facultades de Literatura, con una narrativa cercana a la de grandes de la novela negra como Moccia.

Y no hay palabras para la dirección: Calparsoro vuelve a pasarse todo por el arco del triunfo con el fin de lograr un absurdo aún mayor que Invasor. Otro acierto de este cineasta sin paragón, capaz de dotar a sus películas del dramatismo de un videoclip de Guns N’ Roses a la vez que ejerce el mejor y más disimulado product placement EVER, demostrando que está por encima de vuestras mamarracheces coherentes y convicciones sociales.

Todo rezuma olor a sobaco a media luz regado con un poquito de tres en uno en esta cinta que desde ya se erige como una de las más grandes del presente siglo y los venideros, marcando un antes y un después en la industria, la crisis y la marca España.


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