En lo particular no me agrada comer sola, y creo que la mayoría coincide conmigo. Sobre todo porque culturalmente se no es muy fácil citarnos a compartir y al mismo tiempo para degustar algún almuerzo, merienda o café. Pero más allá de las preferencias sociales, hay motivos de salud que indican lo contraproducente de comer en solitario.
Cuando las personas gustan de comer solos o no tienen compañía a la hora de la comida, regularmente tienden a tener algunos problemas nutricionales que los llevan a ingerir de manera más rápida sus alimentos y a tener menos cuidado a la hora de comprarlos.
Esta tendencia es más marcada en los varones que entre las mujeres, y en la mayoría de los casos arraiga malos hábitos que los hacen declinar por productos y alimentos poco saludables. Y es que cuando comen solos las personas prefieren los alimentos precocinados, la comida rápida, comidas fritas y postres altamente calóricos, ya que descuidan por completo el aporte de energía y nutrientes de la comida que se llevan a la boca. Asimismo, las personas que viven solas prefieren la practicidad de la comida ya elaborada y no acudir a un supermercado, o mercado tradicional, a comprar los abarrotes, frutas, verduras, carnes o pescados porque sienten pereza y monotonía que no los motiva a preparar y conocer la calidad de los alimentos que ingieren, prefiriendo gastar más dinero comprando comida hecha fuera de casa. De igual manera, las personas que comen solos tienden a preferir un menú caracterizado por su deficiencia en cantidad, calidad y variedad; el cual regularmente toman de manera desordenada pues al carecer de compañía no suelen respetar horarios para comer.