La prevención de la obesidad infantil es una tarea de toda la sociedad, ya sean profesionales de la salud, educadores, medios de comunicación, etc. Pero sobre todo el papel de los padres y madres es fundamental a la hora de influir día a día en las actitudes y conductas de sus hijos, especialmente durante los primeros años de la infancia, cuando la adquisición de los hábitos es crucial.
Por este motivo, el Instituto DKV de la Vida Saludable, con la colaboración de la Fundación Thao, ha presentado una serie de estrategias a los padres y madres para que los pequeños adopten hábitos adecuados y saludables durante las comidas y prevenir así la obesidad infantil mediante el proyecto salud infantil en la mesa: los 10 mejores consejos.
Comer en familia, aprender a escuchar a nuestros hijos, evitar distracciones en la mesa o compartir con ellos la experiencia gastronómica, son algunos de los consejos que se proponen para tratar de prevenir la obesidad infantil que, según Rafael Casas, director científico de la Fundación Thao, “es más fácil de evitar si durante los primeros años de vida del niño se le inculcan una serie de hábitos saludables siempre ligados con la adquisición de conocimiento y la experimentación de nuevos alimentos, sabores y texturas “.
Este proyecto nace a raíz del Estudio del Ambiente durante la hora de la comida en la infancia, una investigación pionera en España, que ha consistido en estudiar las interacciones familiares y examinar la dinámica familiar durante la hora de la comida, recogiendo las estrategias que usan los padres y madres para influir en la comida de sus hijos, el uso relativo de cada estrategia y la respuesta de los niños y niñas dentro del contexto de la hora de la comida en el hogar.
El director científico de la Fundación Thao, explica también que “la mayoría de acciones emprendidas para evitar la obesidad infantil se llevan a cabo en la fundación comprenden niños a partir de 6 o 7 años porque es el momento en que los niños y niñas tienen suficiente conciencia como para adquirir conocimiento duradero, pero hay muchos factores que empiezan desde la lactancia materna, la introducción de la alimentación complementaria u otros procesos tan primigenios”. Porque, aunque es en este momento en el que los niños son conscientes de lo que comen, muchas de las problemáticas ya se han construido antes y estarán asentadas en el organismo del niño para cuando éste tenga 6 o 7 años.
Uno de los consejos principales que el proyecto quiere transmitir a las familias es el factor de la imitación. Los padres sin ser conscientes transmiten hábitos y conocimiento a sus hijos durante cada comida, y a veces de manera poco satisfactoria emplean estrategias para hacer que la criatura coma más o más rápido. Un aspecto importante es que según el doctor Casas “hay padres que presionan o amenazan los críos para que coman o se acaben el plato, lo que provoca que asocien la comida con la amenaza o la presión y no con un ambiente agradable y de aprendizaje con comunicación e intercambio emocional”.
“Comer en familia es una oportunidad muy grande para hablar de los sabores, ayudar a incorporar nuevos alimentos, nuevos platos y ayudar al niño a crear una cultura gastronómica propia” justifica el miembro de la fundación Thao, que alienta a todas las familias a tratar de compartir momentos así con sus hijos a fin de crear una serie de hábitos saludables para los pequeños que los beneficiarán el resto de sus vidas.
Sin embargo, teniendo en cuenta que cada vez es más difícil que las familias encuentren el momento de comer juntas, el doctor propone al menos tratar de hacer una comida al día juntos, porque “aunque hoy día la poca compenetración de los horarios laborales con los escolares hace que sea muy difícil comer juntos, los padres deben ser conscientes de que hacer el esfuerzo de cenar juntos el máximo de días posibles tiene muchos beneficios en sus hijos, porque los niños tienen una capacidad de absorber estímulos muy elevada y comiendo solos no tienen la oportunidad de aprender de nadie” asegura el doctor Casas.