Revista Psicología

Comer emocional o Emotional eating

Por Centro Psiconet

Las personas no siempre comemos solo en respuesta al hambre. Muchas personas también recurren a la comida como medio para aliviar el estrés, buscar consuelo, o como una forma de recompensa.

Los “comedores emocionales” a menudo se sienten impotentes ante sus antojos de comida y cuando estas ganas de comer vencen, en eso es en todo lo que pueden pensar hasta que consiguen satisfacerse. El problema suele venir después, pues no solo se siguen sintiendo mal por el problema emocional que ha originado ese deseo imperante de comida, sino que es muy común que también se sientan culpables por haber comido en exceso y por las implicaciones que ello puede tener, principalmente relacionadas con el aumento de peso.

Mediante la práctica del comer consciente, se puede aprender a hacer una pausa entre el detonante y su respuesta, cambiar los hábitos emocionales que han saboteado la dieta en el pasado, y recuperar el control en la alimentación alimentos y sus emociones.

Algunas preguntas para detectar si es o no comedor emocional

  • ¿Come más cuando se siente estresado?
  • ¿Come cuando no tiene hambre o cuando está lleno?
  • ¿Come para sentirse mejor (para calmar y aliviar su tristeza, enfado, si se siente vacío, con ansiedad, etc.)?
  • ¿Se recompensa a sí mismo con comida?
  • ¿Come regularmente hasta que se haya llenado del todo?
  • ¿La comida le hace sentir seguro? ¿Considera a la comida como un amigo?
  • ¿Se siente impotente o fuera de control en relación a la comida?

Pero, ¿Qué es exactamente el comer emocional?

El comer emocional o hambre emocional, puede definirse como el uso de la comida para sentirse mejor, es decir comer para llenar las necesidades emocionales, más que para llenar el estómago o alimentar el cuerpo.

Pero para no dar lugar a error, es importante destacar que usar la comida de vez en cuando como una forma de sobreponerse, de recompensa, o para celebrar algo (por ejemplo, comer un trozo de tarta para celebrar un cumpleaños) no es necesariamente algo negativo ni tiene porque suponer un problema. Sin embargo, cuando el comer pasa a ser el principal mecanismo de afrontamiento cada vez que se da una situación de estrés, aparecen emociones que implican malestar o se consideran negativas y por tanto cuesta gestionar (como pueden ser el enfado, la soledad, la tristeza, el aburrimiento, etc), la persona se queda atascada en un círculo vicioso desadaptativo, donde estas emociones o el problema principal no se abordan.

Por tanto, este “hambre emocional” no se puede llenar con alimentos, ya que comer puede generar bienestar a corto plazo, es decir, en el momento, pero las emociones que han activado esa necesidad incontrolable de comer aún permanecerán allí. Y lo que suele empeorar aún más la situación, es que las personas se sienten peor aún por la cantidad de comida y su elevado aporte calórico. La culpabilidad por no tener más fuerza de voluntad o sentir que está empeorando las cosas puede ser abrumadora y supone un nuevo factor detonante para reiniciar el círculo vicioso, que a la larga se convierte en el factor mantenedor del problema.

Es importante tener en cuenta que a pesar de no sentirse con el control sobre su alimentación y sus emociones, sí que es posible hacer un cambio positivo. Existen formas más saludables y adaptativas para manejar nuestras emociones, así como de aprender a comer conscientemente en lugar de mecánicamente o sin conciencia, recuperar el control de su peso y por supuesto poner fin al comer emocional.

En las próximas entradas seguiremos hablando de otros aspectos relacionados con este tema, aportando además algunos consejos y sugerencias que puedan ser ayuda.

Si quieres saber cuales son los 10 alimentos para ser más inteligentes pulsa aquí.


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