Revista Opinión
Esta mañana, recién llegado de pasar unos días en Berlín, pongo la radio mientras me afeito. Oigo las noticias sobre el arranque de la campaña de las elecciones autonómicas catalanas; les juro sobre la puerta de Brandenburgo que he estado a punto de salir corriendo hacia el aeropuerto para tomar el primer vuelo que me regresara a mi hotel a la vera de Check Point Charlie.
Les resumo el primer fin de semana de mitines. Juzguen ustedes mismos.
Dice el democristiano Duran Lleida que las mujeres catalanas paren poco y que así se nos está poniendo Catalunya, llena de hijos de mujeres inmigrantes. De seguir este ritmo "Catalunya podría desaparecer en unos años", asevera. Difícil enseñar más la patita de lobo reaccionario, sexista, xenófobo y natalista; el señor Duran Lleida, esa calva que brilla con luz propia en la derecha española, acaba de poner el listón muy alto.
Sigamos. Joan Puigcercós, portavoz de un partido que además de republicano (que parece ser que sí lo son) dice ser de izquierdas (lo que no se cree nadie que les conozca mínimamente), afirma por su parte que en Catalunya "cada empresario tiene instalado en su casa un inspector de Hacienda, en tanto Madrid es una fiesta fiscal y en Andalucía no paga ni Dios".
Se me ocurren dos reflexiones sobre esto. La primera, que ojalá fuera cierto eso de que cada uno de nuestros creativos y deslocalizadores empresarios catalanes (véase el textil, trasladado en peso a talleres semiclandestinos radicados en Marruecos) tuviera un inspector de Hacienda no corrompible pegado al culo: seguramente la bolsa de fraude fiscal sería de un tamaño considerablemente menor a la actual, y los empresarios catalanes dejarían de declarar ingresos anuales inferiores a los de sus asalariados, como sucede ahora.
La segunda es que el "progresista" señor Puigcercós ha perdido una magnífica ocasión de reafirmar su presunto izquierdismo, si hubiera señalado que buena parte de los males que aquejan Catalunya y España podrían tener solución a corto plazo si en vez de considerar como un agravio comparativo esa política de severidad en la inspección fiscal que dice existe en Catalunya, de la que reclama implícitamente su cese, propugnara extenderla con igual intensidad a esas zonas donde él denuncia es más laxa. Desgraciadamente parece claro que ése no es el interés del señor Puigcercós y de su ERC que con declaraciones como ésta van preparando el terreno para acercarse al empresariado catalán, lo que equivale a anunciar un futuro pacto con su "brazo armado", la CiU de la familia Pujol y su testaferro, el señor Artur Mas.
Un señor Mas por cierto, que pide ahora una mayoría absoluta para su partido, a fin de evitar situaciones de debilidad parlamentaria como la vivida por el Tripartito (debilidad generada en parte gracias al acoso permanente de la derecha catalanista a un Gobierno al que ha llegado a negarle legitimidad). Olvida el señor Mas que en tiempos de su patrono, Jordi Pujol, la consigna era que los Gobiernos de mayoría absoluta eran malos para la democracia. Claro que Pujol se refería a los Gobiernos socialistas de Felipe González, no a los que él mismo encabezó en Catalunya. Dos lenguajes y una sola moral acomodaticia.
Y en fin, los del PP montaron este fin de semana un aquelarre de la extrema derecha "nazional" en el Salón del Tinell de Barcelona, el mismo lugar donde el primer Tripartito selló su pacto de Gobierno por Catalunya que entre otras medidas, abogaba por el aislamiento político efectivo del partido del franquismo postmoderno que encabeza el señor Rajoy. En un claro acto de revancha se reunieron en ese mismo escenario capitostes del PP de Galicia, del País Vasco y de Catalunya para celebrar que el Tripartito catalán va a finalizar dentro de poco y que ellos siguen existiendo políticamente en estos tres territorios. Como se ve, el PP es un partido lleno de propuestas positivas y de futuro.
No consta que la banda dirigente derechista brindara por su cuestionable éxito con cava catalán, ya saben que el PP alienta más o menos subterráneamente el boicot a los productos catalanes. En todo caso, seguro que acabaron celebrando y no precisamente con agua el que Emilio Botín, el propietario del Banco de Santander, haya nombrado presidente de Banesto en substitución nada menos que de su propia hija al papá de Basagoiti, el mandamás del PP en el País Vasco y una de las estrellas de la reunión derechista en el Tinell. Así son de verdaderamente "populares" esta chusma.
En cuanto a las izquierdas, pues lo de siempre. Por ahí van los rosa-verdes de Iniciativa per Catalunya con ese chico, Joan Herrera, que cada día tiene más cara de curita progre pasmado y tontorrón, profiriendo pseudoecologismos de Teletubbie; pensar que esta gente se dicen sucesores del viejo PSUC...
Y en fin, en lo que respecta a los socialistas lo mejor de su campaña es que no están haciendo campaña, al menos que se note. Eso sí, al pobre presidente Montilla lo sacan a pasear por las ciudades del antiguo cinturón industrial de Barcelona como a un remedo del Mudito, el enanito de Blancanieves, mientras del brazo le han colgado como un peso muerto a Corbacho, ese inenarrable ex ministro de Trabajo de Zapatero que sigue exigiendo que los emigrantes "sean contratados en origen" como modo de impedir su llegada, olvidando que si hubieran hecho lo mismo con él en los años sesenta aún estaría destripando terrones en la finca de algún señorito en su Extremadura natal.
Con estos mimbres se hace día a día la política catalana, y este es el personal al que se nos pide que votemos el día 28 de noviembre. Luego los analistas se romperán la cabeza buscando las causas de la abstención.
En la fotografía que ilustra el post, una "ocurrencia" electoral de la JSC, la organización juvenil del PSC, que presenta su candidato, José Montilla, como "el increíble hombre normal", intentando compensar por la vía de un extraño sentido del humor las críticas en relación a la cortedad de luces y escasa preparación del actual presidente de la Generalitat de Catalunya.