Joaquin Sabina decía en una canción que “las mulatas, cuando son de bandera, confunden el corazón con la billetera”. Las chinas, en cambio, tienen claro que amor y matrimonio son dos cosas distintas que no se deben mezclar.
Una ventaja es que, mientras que uno no puede aprender a enamorarse, - o se siente el amor o no se siente-, uno sí que puede aprender a pescar un millonario. Cuando el amor es puro, sólo lo aprovechan dos personas: los dos enamorados. Cuando el amor es impuro, como poco lo aprovechan tres: la cazadora, el cazado y el instructor que enseñó a la cazadora cómo se captura una pieza de caza mayor.
La Escuela para Damas Virtuosas (De Yu Nü Xue Guan) de Pekín da clases, - y no es la única,- sobre cómo atrapar a un millonario. Por el módico precio de 200 euros (módico pensando en lo que va a ganar la alumna que apruebe el curso con honores), se puede asistir a diez clases de una hora en las que aprenderá todas las tretas del oficio. Movido por mi natural altruísmo, comparto gratuitamente algunos de los secretos que se enseñan allí:
+ Ir a lugares que los ricos frecuentan. Como idea, parece bastante de cajón. Es más posible encontrarse a un millonario en el restaurante cantonés del hotel Ritz Carlton que en la tasca que el Fermín tiene en Lavapiés. Claro que la alumna puede pensar: si tuviera dinero para permitirme el restaurante cantonés del Ritz Carlton, no necesitaría casarme con un millonario.
+ Aprender modales en la mesa y en el vestido. No es fácil: si a los 20 años nadie te ha explicado que urgarse los dientes con el tenedor para sacarse las briznas de entre los dientes es una zafiedad, es difícil que te pongas a aprender a pelar gambas con cuchillo y tenedor.
+ Hazte amiga de sus padres y de su familia. Arma de dos filos. Como los padres te noten mucho las ganas de pillar cacho, van a ser tus peores enemigos.
+ Mantén la tranquilidad cuando te haga regalos caros. Por ejemplo, mearse de la emoción cuando te regala un anillo de diamantes está completamente desaconsejado. Tienes que reaccionar como si desde pequeñita estuvieses acostumbrada a que los Reyes Magos te trajeran rubíes y abrigos de chichilla.
+ No intentes atraértelo mediante halagos. Este consejo no lo entiendo: si la inteligencia no le ha dado para darse cuenta de que eres una cazafortunas, aun le dará menos para darse cuenta de que le estás acariciando la oreja. Además, las propias profesoras no parecen tener un elevado concepto de la inteligencia de los millonarios. Un consejo que dicen es que hombres de negocios con mucho olfato para los negocios, pueden ser unos completos pencos cuando se trata de ligar con una mujer.
Más interesantes son las lecciones que dan de fisiognomía. El lado izquierdo de la cara muestra su personalidad real y el derecho su rostro social. Supongo que con los zurdos funcionará al contrario. Con los ambidextros, tiras una moneda al aire y tú misma decides.
Las mujeres más desesperadas, o con más prisas, pueden pagar una clase intensiva y privada de dos horas por algo menos de 100 euros.
Otra agencia de Shanghai, que garantiza un 90% de éxitos amorosos, organiza concursos de belleza en los cuales los millonarios son los jueces. Para ser considerado candidato a juez, hay que tener menos de 49 años, poseer al menos 10 millones de renminbi (para saber cuánto es en euros, basta con quitarle un cero al renminbi), pertenecer a la élíte (o sea que no vale tener los 10 millones porque a uno le haya tocado la lotería). La ganadora del concurso recibe como premio un viaje romántico al extranjero con el millonario. A mí me suena como una agencia de señoritas de compañía, pero con un proceso de selección complicado. Eso sí con la excusa de la complicación, las tarifas son elevadas: 300.000, 150.000 o 50.000 renminbis en función de a cuántas sesiones del concurso uno quiera asistir. No especifica la página web de la agencia si existe el derecho de tanteo tanto figurada como realmente.
Hay millonarios tan ocupados que no tienen ni tiempo para ligar y prefieren subcontratar ese concepto. En Shanghai existe la compañía Diamond Bachelor que liga por ti y te trae la chica a casa. Eso sí, con los precios que carga (a partir del millón de renminbis), es como para plantearse si no resulta más rentable recurrir al viejo recurso de invitarla a cenar.
Sabiendo lo prácticos que son los chinos, me pregunto si no habrán creado ya agencias para enseñar a divorciarse de un millonario y sacarle una suculenta pensión.