De nuevo, tu primer impulso es traicionero. Porque tu boca quiere decir “bien”, y todos esperan que digas “bien”. Ellos han expresado la muestra de interés de rigor y “bien” es su factura a efectos fiscales. Pero no estás bien, estás hecho un puto desastre, borracho antes del almuerzo y hablando solo… Pero nadie quiere oír la negra verdad.
Y no solo conozco el guión, sino que he estudiado el papel. Se supone que tengo que decir que voy tirando, o que estoy bien, o que unos días son mejores que otros, o que todo lo bien que se puede esperar. Y prometo que abrí la boca para decir algo por el estilo pero, en lugar de eso, agarré el frasco naranja de las pastillas y dije:
-Tomo todas estas putas pastillas y, aun así, no puedo dormir por la noche, así que tomo más pastillas, y entonces tengo pesadillas, de las que no me puedo despertar por la misma mierda de pastillas, y cuando por fin me despierto, aún estoy más cansado que antes.
Seguidamente me fui.