Revista Coaching

Cómo la crisis vital te ayuda a cambiar de vida

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

Hoy quiero inaugurar una serie de artículos hablando de la heridas de la infancia. Tema estrella en mi vida y también en mi curso principal de crecimiento personal llamado SelfCoaching.

Y lo hago porque me doy cuenta de lo importante que es conocerlas, aceptarlas, trascenderlas y sanarlas, aunque sea poco a poco. Y es que esas heridas si no se abordan nos volverán a tocar en todos los aspectos de nuestra vida, sea a nivel personal o profesional.

Las heridas de la infancia es un tema que para mí ha sido profundamente revelador. Creo que casi todos tenemos estas heridas y, de hecho, yo tengo 4 de las 5 heridas.

Por qué las heridas de la infancia son un tema tan importante

Pues porque al liberarte de tus heridas de la infancia y bloqueos internos que te impiden ser feliz puedes descubrir cómo escribir tu propio guion de vida.

En mi caso, a lo largo de mi vida hasta llegar al día de hoy he experimentado una gran transformación, incluso un despertar. Pero mi camino no fue fácil.

Cómo pasé de ser insegura a tener éxito en mi vida

Tal vez ya conozcas mi historia o incluso hayas experimentado una historia parecida. Tal vez te ha costado superar ciertos bloqueos o momentos difíciles de tu vida.

Cuando tenía sólo 6 meses de edad empecé a vivir con mis abuelos quienes me criaron hasta los 10 años, pues mis padres eran muy jóvenes cuando yo nací. En mi caso, tenía dos heridas muy claras que me he ido trabajando y a día de hoy continúo profundizando, las heridas de abandono y de rechazo.

Con 10 años me convertí en refugiada política por temas de guerra que había en la antigua URSS que es donde nací.

En plena pre-adolescencia viví en varios países y me tuve que enfrentar a varios cambios en mi vida.

Y comencé una vida de cero con mis padres con 11 años que es cuando nos mudamos a España como refugiados políticos. En España también pasé por distintas mudanzas y cambios de colegio e institutos.

Todo esto contribuyó a que fuera una persona tremendamente insegura que no sabía cuál era su lugar en este mundo. Tanto a nivel geográfico, pues dejaba mi infancia en mi ciudad natal para irme a otro país nuevo sin hablar el idioma; como a nivel familiar y de hogar, pues dejaba mi infancia feliz con mis abuelos maternos para irme a vivir con mis padres y hermanas a Moscú primero y a Madrid después. En esa época, a mis 10-11 años aún no era muy consciente de tantos cambios cruciales pero ahora puedo darme cuenta de que fue cambio muy grande y hasta doloroso en mi vida.

Ahora que reflexiono sobre ello también me hago consciente de que siempre había tenido una vida de mucha escasez. Y precisamente, éste era uno de mis bloqueos. Imagínate la época de Perestroika en la ex URSS donde a finales de los 80 y principios de los 90 sólo podías comprar algunos alimentos de primera necesidad gracias a cartillas de racionamiento.

Además, a nivel interno tenía una sensación de " No sé quién soy" o no saber " Dónde pertenezco " o cuál era mi sitio en el mundo. Todo esto contribuía a que tuviera baja autoestima, poca confianza en mí misma.

Más adelante, cuando tocó escoger mis estudios universitarios, no estudié una carrera por vocación, sino más bien por miedo. Por encontrar una supuesta seguridad. En lugar de escoger Filología inglesa, Filosofía o Psicología que era lo que a mí me gustaba y se me daba bien, me decidí por Publicidad y Relaciones Públicas (yo, una persona introvertida, tímida a la que le daba miedo hablar con la gente y menos aún vender).

Además, en mi familia eran todos músicos y yo me sentía en cierto modo la oveja negra de la familia por haber abandonado la música a los 10 años.

A un nivel profundo me sentía muy poco apoyada. Sentía que no era merecedora de las cosas buenas de la vida: un trabajo que me gustara, gastar en mí, relaciones de pareja buenas. De hecho, hasta el momento en el que conocí a mi marido, sólo había tenido relaciones de pareja tóxicas, con hombres que me infravaloraban, me ignoraban o se aprovechaban de mí.

Incluso a nivel de salud la escasez también me perseguía. Tras años de intentar quedarme embarazada por medios naturales, un ginecólogo experto en reproducción asistida me dijo que seguramente no me podría quedar embarazada con mis propios óvulos porque tenía baja reserva y mala calidad ovárica.

A nivel laboral, me sucedió más de lo mismo: siempre acababa aceptando trabajos por debajo de mis capacidades y, además, mal pagados por miedo a no encontrar un trabajo mejor.

Todo esto hacía que muy en el fondo me avergonzara un poco de mí misma.

Y, de hecho, toda esta sensación de escasez continuó hasta bien entrados los 30. Tenía la creencia de que la vida no me daba lo que me correspondía. Miraba a otros y me decía: ellos tienen buenas parejas, hijos, viajan por el mundo, trabajan en cosas que les gustan, incluso compran casas que decoran a su gusto. Y yo no tengo nada de esto. ¿Por qué?

Mi crisis vital: el momento en que mi vida empezó a cambiar

Llegó un momento de mi vida, alrededor de los 30 años, cuando empecé a conectar con mi fuerza, mi energía. Empecé a enfadarme por las circunstancias que estaba viviendo y a cuestionarme mi vida, mis parejas, mi trabajo...

Y decidí apostar por mí. Recuerdo las tardes que hacía ejercicio en mi habitación. Hacía algo de yoga. Leía libros de crecimiento personal como Inteligencia emocional que cogí de la biblioteca o el Síndrome de Marilyn Monroe donde aprendí que las heridas y traumas que vivimos en la infancia nos condicionan nuestra vida amorosa.

Fue un camino silencioso, paulatino, que tardó años en dar sus frutos, pero finalmente los dio. A los 30 conocí al que es mi marido ahora y con el que tenemos dos hijas mellizas (sí, con mis propios óvulos, pese a lo que los médicos me decían).

A día de hoy gozo de una realización profesional con la que no podía soñar antes. Me consideran coach de referencia, aparezco desde hace años en blogs, entrevistas o congresos.

Por mis cursos han pasado más de 1.500 alumnos y mis cursos gratuitos los han realizado más de 20.000 personas de diferentes países del mundo. Vivo de la profesión que amo, el coaching, y también soy mentora de profesionales del desarrollo personal, así como formadora de la profesión del coaching, enseñando a otras mujeres a dedicarse a esta bella profesión.

Así que, sin lugar a dudas, puedo decir que los sueños se cumplen.

Pero todo esto tuvo su proceso.

El despertar interior como motor de cambio

Como te contaba más arriba, alrededor de los 30 años (justo cuando mi Sol progresado en Piscis pasó al signo de exaltación en Aries) atravesé una profunda crisis de identidad y empecé a cuestionarme muchas cosas de mi vida. Fue a partir de ese momento cuando hubo un gran cambio en mí.

Esto para mí es clave, pues esas crisis que tanto tememos te hacen preguntarte quién eres, qué quieres en la vida, cuáles son tus aspiraciones... Esto puede llegar para cada persona a una edad diferente, a los 20, a los 30 o incluso a los 70. Pero no importa la edad porque nunca es tarde. Siempre hay un momento bueno para crecer.

Y esa crisis yo la llamo el despertar interior: ese momento en tu vida en el que, de repente, todo lo que has tenido en tu vida ya no te representa. Ese trabajo, esa pareja que no comparte tu visión de vida o tu entorno o tu familia. O simplemente te has cansado de todo y necesitas respuestas.

Para mí la crisis tiene que ver con oportunidades y, por eso, yo lo llamo despertar interior. Es ese momento en la vida en el cual tú te das cuenta de que esos patrones que están impuestos por el sistema o por otros ya no funcionan para ti o no tienen que ver contigo.

Este despertar tal vez genera un conflicto interno en ti. Has empezado a cambiar y te das cuenta de que no es cómo tu entorno quiere que te expreses. No te entienden y piensan que eres un bicho raro. Incluso puedes estar en guerra contigo misma porque tu antigua identidad lucha por permanecer y te está diciendo cosas que no te están ayudando a crecer. Ese es el conflicto interno.

Ese conflicto te paraliza porque no sabes cómo superarlo. Porque realmente detrás de esos conflictos están tus bloqueos internos, tus patrones, las heridas emocionales que muchas de ellas tienen que ver con la infancia, pero también pueden ser de la juventud. O tal vez es tu antigua identidad limitante que no te permite crecer porque está basada en los bloqueos y en las heridas que veremos más adelante.

De hecho, si estás pasando por un proceso así, te entiendo perfectamente porque yo también pasé por ahí.

Como te contaba antes, yo también me encontraba llena de miedos, bloqueos, inseguridad... Quería realizarme y estaba muy perdida. Tenía sueños como ser mamá, viajar, tener una buena pareja, un trabajo que me gustara y sentía que todo eso no lo tenía en mi vida.

Siempre me decía que la vida buena era para otras personas, pero no para alguien como yo. Alguien como yo que tenía miedo, inseguridad, timidez... Una persona que no tomaba sus propias decisiones y vivía en automático. Me sentía menos que los demás y buscaba la aprobación. Incluso aceptaba parejas tóxicas por miedo a no encontrar pareja.

Sentía que no podía tener lo que realmente quería en la vida. Como si la vida o Universo me pusiera la zancadilla a cada paso que diera para que nada me saliera bien.

Con 30 años seguía viviendo con mis padres porque no podía permitirme pagar un alquiler por lo poco que ganaba en mi trabajo.

Lo que a los 30 me parecía imposible en cuestión de unos años se hizo realidad. Desde viajar por el mundo (Japón, México, Costa Rica, Estados Unidos, recorrer Europa en coche) a encontrar a mi pareja y casarme con él, ser madre de dos niñas preciosas o ser una emprendedora de éxito que se dedica a lo que ama...

Y de repente, me di cuenta de que todo esto era posible, también para mí.

Ahora vivo en exclusiva de mi proyecto trabajando de lo que amo. Me siento valorada, respetada, realizada o confiada...

Tengo libertad (uno de mis valores principales) para poder viajar y trabajar desde cualquier lado.

Me levanto con energía para hacer lo que amo.

Y a nivel personal y familiar me siento muy realizada dejando atrás mis miedos y preocupaciones del pasado.

Qué ocurre si ignoras tu despertar interior

Siempre me pregunto qué habría pasado en mi vida si yo no hubiese escuchado esa llamada interior, esa necesidad de cambio... Seguramente hoy estaría mucho más frustrada.

Por desgracia, mucha gente vive esa crisis en silencio y no atiende esa llamada interior. Esto incluso puede derivar en tristeza, enfado, queja continua... o incluso pueden derivar en enfermedades físicas o mentales como depresión o ansiedad.

Pero una persona que se trabaja internamente puede sobrellevar las situaciones a pesar de la adversidad y seguir adelante.

El desarrollo personal y la gestión emocional no es un capricho, un lujo o un pasatiempo. Es una necesidad para cualquier persona. Ojalá lo enseñaran en los colegios porque tendríamos personas mucho más conscientes, más sabias y más preparadas para los tiempos de incertidumbre que estamos viviendo.

Para mí, el desarrollo personal es un camino a la libertad personal.

Muchas personas confunden la libertad personal con hacer lo contrario o ser rebelde. Para mí esto no es ser libre.

Para mí la verdadera libertad es descubrir quién eres realmente y ser fiel a tu visión de vida y tu propósito. Y este es precisamente el mayor regalo que puede hacerse una persona en su vida.

Y por eso tiene lugar la crisis de identidad, para despertar y descubrir tu para qué en la vida. Porque, de hecho, el cambio empieza por nosotros mismos.

En un próximo post te hablaré de los bloqueos internos y las heridas de la infancia, por si te identificas con ellos.

Y ahora me encantaría leerte. ¿Has atravesado o estás atravesando ahora una crisis vital o crisis existencial? ¿Cómo lo estás llevando? ¿Has buscado ayuda?

Si quieres que te ayude, rellena este formulario y te indicaré la mejor manera de poderte ayudar, ya sea a través del trabajo 1 a 1 o a través de alguno de mis cursos de crecimiento personal.


Volver a la Portada de Logo Paperblog