Revista Cultura y Ocio
Soy de los que piensan que la vida te da segundas oportunidades y debes estar preparado para aprovecharlas.
Muchos de los que ayer abarrotamos el Camp Nou no teníamos edad para acudir al primer concierto de Springsteen en Barcelona, un lejano mayo de 1981, era la presentación del The River.
Pero el destino nos proporcionó una segunda oportunidad en un concierto que rendía homenaje al mítico álbum,y a fe que la aprovechamos. Si las crónicas hablan de ese lejano día como uno de los mejores conciertos de Bruce de toda su carrera no es de perogrullo afirmar que el de ayer es de los mejores que ha dado en la ciudad, además del más largo, 3 horas y 40 minutos ininterrumpidos de rock, a un ritmo trepidante sin pausa ni descanso, para goce y deleite de la concurrencia.
Y es que el The River, como buen disco, no acusa el paso del tiempo es plenamente actual, podemos escucharlo como hace más de 30 años y nos sigue transmitiendo sensaciones, no las mismas que entonces pero igual de profundas, es que ni el disco, ni Bruce ni nosotros somo los de antaño pero somos, que ya es importante.
Uno de los logros del The River es eso: equilibrio entre jovialidad y aflicción, entre entusiasmo y nostalgia, entre fiesta y reflexión, entre alegría y tristeza.... Vamos como la vida misma... Esos temas que nos hacen disfrutar desde la jovialidad y la intrascendencia (también la vida es eso) como Out in the Street, Sherry Darling, Crush on you, Two hearts y esos otros que nos tocan en lo más profundo y son los que (también como la vida misma) nos marcan para siempre y nos forman como persona.
Y es ahí donde se hacen imprescindibles en el disco, en el concierto de ayer (en la vida misma) momentos tan íntimos y personales como los que nos ofrecen temas como The River, The price you pay, I wanna marry you, Point Blank y sobretodo DRIVE ALL NIGHT, de las mejores y más profundas canciones de amor que nunca he escuchado ("juro que conduciría toda la noche para comprarte unos zapatos"). Y que por fin pude vivir en directo, y no me avergüenza reconocer, con lágrimas en los ojos
Y a partir de ahí, que haga lo quiera Bruce (casi le perdono la ausencia de Stolen car y Wreck on the highway), ya ha valido la pena el concierto. las licencias más frívolas, los cartelitos que nos "roban" esos temas (I'm goin'down por Independence Day)... Nos quedan muchos minutos, muchas canciones para celebrar que estamos ahí, que hemos gozado de esos momentos, Twist and Shout, Dancing in the Dark, Bobby Jean, Shout... nos harán saltar hasta la extenuación para recordarnos que ¡¡¡estamos vivos!!!
Y es que un concierto de Bruce, como el The River, es como la vida misma, que no se entiende sin diversión pero que va mucho más allá y si no escuchad una vez más (y van...) DRIVE ALL NIGHGT, la joya de la corona, la razón de ser del bolo, la razón de seguir adelante...
COMO LA VIDA MISMA
* Ya para otro dia dejo los otros momentos mágicos que tuvo la noche: la perfecta organización (esta vez sí) del evento, el mosaico de bienvenida al Boss, le versión de Purple Rain, la rareza de I wanna be with you, como siempre THUNDER ROAD (y esta vez a poco más de dos metros de éste que escribe) el regalo de la armónica al final del bolo a una niña de las primeras filas...