A ella le encantaba la lechuga y casi siempre acompañaba la mesa con una enorme fuente de ensalada. Mientras cocinaba, ponía en remojo la lechuga en un bol para lavarla bien y eliminar toda la tierra y los molestos pulgones. A mi me encantaba robarle algún pedacito y cuando encontraba un tronquito me sentía super feliz.
Hace unas semanas hice un curso de manipulación de alimentos en Gastonomía Activa y, para mi sorpresa, me enteré de que aquella manera de lavar la lechuga de mi abuela, y la de mucha gente, no es correcta.
Nos comentaba la profesora del curso, que para eliminar restos de pesticidas es necesario una limpieza de arrastre. Ésta se hace bajo el grifo, con el agua a presión y hoja por hoja. Porque sino, al meter todas las hojas en el agua, lo que haces es repartirlos por donde no había y no se eliminan totalmente.
En la época de mi abuela, las lechugas solo tenían tierra y molestos pulgones, signo de que no habían pesticidas, así que tendré que cambiar mi método para lavar la lechuga o empezar a consumirla de cultivo ecológico.
