Supongo que la mayoría de vosotros conoceréis Las Crónicas de Narnia, del escritor irlandés C. S. Lewis, aunque también es posible que lleguen despistados a este fisgón, y para ellos es lo que sigue. Esta serie infantil-juvenil de siete libros cuenta las aventuras de un puñado de personajes en Narnia, una tierra de magia y fantasía habitada por animales parlantes y otras criaturas que se ven envueltas en la eterna lucha entre el bien y el mal. De estas crónicas, que han sido traducidas a más de 41 idiomas, se han vendido más de 100 millones de ejemplares. También se han adaptado a la televisión, al teatro y al cine.
¿Que qué tiene todo esto de curioso? Cuando me puse a leer los libros descubrí que existen dos opciones de hacerlo, el orden en el que se escribieron y el cronológico, y es que Lewis no escribió las crónicas siguiendo una línea temporal. Cuando estaba enfrascado en un nuevo título, pensaba que no habría más… pero se equivocaba, no se adivinó bien el futuro. Así, la serie empezó a leerse por orden de salida:
El león, la bruja y el armario, El príncipe Caspian, La travesía del Viajero del Alba, La silla de plata, El caballo y el muchacho, El sobrino del mago y La última batalla.Hasta que un día de 1957, un niño norteamericano llamado Laurence Krieg le escribió una carta a C. S., donde le comentaba una discusión que tenía con su madre sobre la manera de leer Las crónicas de Narnia. La madre opinaba que se tenía que respetar el orden de publicación de los libros, pero Laurence era más partidario de hacerlo según la cronología que narraban los hechos: El sobrino del mago (en nuestro mundo era el año 1900 – en Narnia el año 1), El León, la bruja y el armario (en nuestro mundo era 1940 – en Narnia el 1000), El caballo y el muchacho (en nuestro mundo el año 1940 – en Narnia era el 1014), El príncipe Caspian (en nuestro mundo, 1941 – en Narnia el 2303), La travesía del Viajero del Alba (en nuestro mundo era el año 1942 – en Narnia el año 2306), La silla de plata (1942 en nuestro mundo – el año 2356 en Narnia), La última batalla (en nuestro mundo era el año 1949 – en Narnia era el 2556, el año 1 en la Nueva Narnia, o el comienzo de la verdadera historia).
El escritor respondió en otra carta argumentando: “Creo que estoy más de acuerdo con tu orden de lectura que con el de tu madre. La serie no fue planteada desde un principio como ella piensa. Cuando escribí El león, la bruja y el armario, nunca pensé que escribiría más. Luego escribí El príncipe Caspian como una secuela y seguí sin creer que habría más libros. Y cuando terminé La travesía del Viajero del Alba estaba convencido de que sería el último. Pero me di cuenta de que estaba equivocado. Tal vez no importe demasiado en qué orden sean leídos. De hecho no estoy del todo seguro de que los otros libros fueran escritos en el mismo orden en el que fueron publicados.”
Douglas Gresham, hijastro de Lewis, se valió de esta carta para sugerir a HarperCollins otra ordenación de los libros, y desde entonces las diferentes editoriales empezaron a enumerarlos de esta manera, tradición que aún se mantiene en la actualidad. Sin embargo, existen otras ediciones que reivindican la lectura según su publicación porque de lo contrario el lector se perdería ciertas sorpresas, como el origen del emblemático farol que recibe a los protagonistas en El león, la bruja y el armario y que es revelado en El sobrino del mago. Y vosotros, tiramillotes, ¿qué opción de lectura habéis elegido?, ¿el orden cronológico o el de publicación?