En todo el tiempo que llevo en Asia, tengo la impresión de que el peso de la Unión Europea en la región ha disminuido. En 1997 todavía podíamos ir a los países de la ASEAN y decirles que era una barbaridad que admitiesen en su seno al régimen militar birmano. Nuestra opinión les jodía, pero querían conocerla. Aunque al final pasaron de nosotros, no les resultaba del todo indiferente lo que pensáramos. Catorce años después, si se repitiera esa situación, pienso que ni se molestarían en hacernos una pedorreta. Demasiado trabajo para una gente que se ha vuelto irrelevante.
Con la crisis económica y el varapalo al euro del año pasado, las cosas han empeorado. Mi impresión es que para muchos singapureños la UE es algo anticuado y obsoleto, en el peor de los casos. En el mejor, somos un museo lleno de curiosidades y telarañas.
Hace poco asistí a una presentación del Profesor Martin Holland del National Centre for Research on Europe de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda. Él se ha puesto a estudiar lo que para mí era una impresión con entrevistas. Durante los últimos cinco años ha realizado 210 entrevistas a miembros de las élites de seis países asiáticos (China, India, Malasia, Filipinas, Thailandia y Singapur) para hacer un estudio más cualitativo que cuantitativo sobre la percepción asiática de la UE.
Su primera pregunta fue: ¿qué tres ideas te vienen a la cabeza cuando piensas en la UE? Seguramente a un europeo lo primero que se le vendría a la cabeza sería: burocracia y reglamentos. Los asiáticos, con el beneficio de la distancia, pueden pensar en otras cosas: 1) Poder económico; 2) El proceso de integración europea; 3) El euro. Resulta interesante: en Europa siempre estamos a vueltas con que si la integración avanza demasiado deprisa o demasiado despacio o si se está haciendo bien o mal. Para los asiáticos la integración europea no es un modelo a imitar a pies juntillas, pero sí un modelo a seguir con atención y del que se pueden aprender cosas.
Otra pregunta interesante: ¿ves la UE como un gran poder? Más del 60% de los encuestados en China dicen que sí; en India así lo ve el 25% y en los cuatro países de la ASEAN investigados sólo el 10% piensan que pintamos algo internacionalmente. Preguntados sobre en qué aspectos somos importantes, las respuestas son por orden de preferencia: 1) Potencia económica; 2) Potencia diplomática; 3) Potencia militar. A pesar de los millones que nos gastamos en ayuda oficial al desarrollo y de que somos el mayor donante oficial, nadie mencionó ese aspecto. Tal vez sea que, habiendo entrevistado a miembros de la élite, éstos nunca han tenido que llevar a sus hijos a vacunar a un dispensario financiado por la cooperación europea. Tampoco les parecemos importantes como potencia cultural, a pesar de lo que se nos llena la boca diciendo que somos un gigante cultural. Reconozcámoslo, nosotros tenemos a Kant, a Bach y a Picasso. EEUU no tiene nada equivalente, pero al final del día lo que les priva a los asiáticos es Brad Pitt, Michael Jackson y Lady Gaga. Contra eso no podemos luchar.
Las conclusiones a las que llega el Profesor Holland son que en Asia ven a Europa a la sombra de EEUU. No se les puede culpar, yo también la veo así. Piensan que en las relaciones UE/Asia hay mucha retórica y poca sustancia. Sí, los asiáticos nos han calado muy bien. Existe el temor de que fabriquemos un partenariado estratégico entre Asia y la UE sin tener los ladrillos necesarios, que el famoso partenariado sea puro humo. Bueno, si hay algo que los políticos europeos actuales saben muy bien, es vender humo.
Yo he sacado otra conclusión adicional: que el Profesor Holland es un diletante poco serio. Sobre una población de 3.000 millones de personas la opinión de 210 personas representa exactamente la opinión de 210 personas. El Profesor Holland indica que se interesó por la opinión de las élites, pero en su presentación no se molestó en indicar qué élites consultó. ¿Las económicas? ¿las políticas? ¿las culturales? ¿cualquier peatón que llevase tatuada en la frente la palabra “élite”? Y esas élites a las que preguntó, ¿eran sólo las de la capital o también las de la provincia? Hay una gran diferencia entre un chino de Pekín y otro de Shanghai; más de la que hay entre un holandés y un alemán. Las entrevistas se hicieron en un período de cinco años. ¿No piensa que en ese largo período las percepciones han podido cambiar incluso las de los individuos? Cuando empezó a hacerlas, en 2006 Europa estaba que se salía de lo bien que iba. Cuando hizo las últimas el año pasado, la gran cuestión era si el euro sobreviviría.
Como suele ocurrir con los diletantes, hacen pasar un buen rato y dan tema de conversación. Aunque sólo sea por eso, le tengo que dar las gracias al Profesor Holland.