Quiero compartir con vosotros las reflexiones que hemos hecho desde un grupo multidisciplinar de niñes, padres y madres, profesionales de la salud, profes, y en general personas preocupadas por la infancia. Os copio el texto íntegro, pero podéis consultarlo en éste enlace: https://covid19siap.wordpress.com/por-su-bien/
https://covid19siap.wordpress.com/por-su-bien/
Poco después de publicar nuestro texto, me encontré con que las recomendaciones de la UNESCO iban en nuestra línea, y me alegré mucho:
https://www.eldiario.es/internacional/directrices-UNESCO-reapertura-escuelas_0_1029947217.html
Y aquí el texto. Espero que ayude a reflexionar y a buscar entre tod@s la mejor manera de que la experiencia de vuelta al cole sea lo menos traumática posible para niñes, progenitores y profes (el subrayado es mío):
Vieron las fotografías de un patio de colegio en Francia tras la vuelta a clase después del confinamiento, los niños estaban separados y dentro de un cuadrado de tiza pintado en el suelo del que no podían salir y donde se les permitía “ jugar”(1) y Markel de 7 años dijo: “Queremos volver a la escuela, pero no en esas jaulas de tiza. No es justo”.
Durante más de un mes hemos encerrado a nuestras criaturas, supuestamente por su bien. Marina Garcés decía (2): “Los hay que están viviendo unas pequeñas vacaciones con sus padres. Los hay que están metidos en verdaderos infiernos”.
Ha habido niños con diferentes síntomas: enuresis, insomnio, tristeza… y es cierto también que hay niños que durante el confinamiento han estado más tranquilos, dicen algunos padres y madres (3) y muchos de ellos refieren estar contentos de no ir al colegio…Y por supuesto están los niños, aunque apenas los veamos, para los que el confinamiento supone “el infierno”: maltrato (4)(5), abuso infantil invisibilizado (6) y empobrecimento (7). Siempre, pero en esos casos especialmente, el colegio es la ventana al mundo, a la igualdad de oportunidades, a una comida…a salir del infierno.
Podríamos hacernos muchas preguntas: ¿Qué tipo(s) de actividad: extraescolares, horarios, exigencias… y qué tipo de escuela hemos normalizado en las vidas de los niños cuando un confinamiento con lo que supone de pérdida de libertades, algunos lo refieren como positivo?
Parece ser que los niños no sufrirían consecuencias importantes por la infección pero sí por las medidas tomadas, muchas en relación con la austeridad y el empobrecimiento de los más vulnerables (8). La apertura de los colegios puede en parte disminuir todo este impacto (9).
Ahora, cuando nos planteamos que vuelvan al colegio, es separados, bien limpios y ¿sin poder jugar juntos? ¿Y ahora también por su bien? ¿Pero es eso verdad? ¿Es “su bien” no poder tocarse ni jugar juntos?
Hasta ahora la evidencia nos dice que la COVID-19 es una enfermedad mayoritariamente leve en niños y adolescentes (10). Parece ser que los niños y niñas no son especialmente transmisores; es más, parece más probable que los adultos contagiemos a las criaturas, que el que suceda al revés (11) (12).
Y la evidencia sobre la necesidad de contacto y socialización en los niños y niñas en edad escolar nos dice que tocarse, jugar juntos, jugar en la Naturaleza, es FUNDAMENTAL para su desarrollo como personas (13, 14, 15). Que el desarrollo emocional en los primeros años de escolarización, predice la adaptación en años posteriores, tanto a la vida escolar como en la vida fuera de la escuela (16).
Hay profesores que no conciben su labor sin contacto, sin esa parte física que los niños y niñas necesitan, especialmente los alumnos y alumnas de educación infantil. Y hay profesores muertos de miedo por diferentes experiencias vividas. Igual que padres, madres, pediatras, abuelxs…
Y el miedo es libre pero quizás debamos volver a replantearnos qué consecuencias están teniendo y pueden tener las medidas tomadas sin evidencia sobre la infancia-adolescencia y, en esta situación, observar y escuchar a los niños nos puede ayudar. “Quiero volver a abrazar a mis amiguitos en el colegio, no quiero más videoconferencias…” (Miguel, 4 años).
¿Podríamos darnos cuenta que la escolarización es un derecho de lxs niñxs, que la escolarización permite disminuir las desigualdades que existen entre ellxs y les abre un mundo de oportunidades que podemos estar perdiendo?
¿Podemos darnos cuenta de que perder eso puede ser mucho más grave que lo que se intenta evitar? ¿Podría aprovecharse esta situación para repensar a qué tipo de educación vamos a volver? ¿ Está la sociedad preparada para invertir en educación lo que ésta se merece o aceptaremos un simple “ apaño”? ¿Tendremos solo un listado de prohibiciones o tendremos sugerencias de mejoras acompañadas de los presupuestos necesarios para ello?
Existen muchos tipos de escuelas, están por ejemplo las escuelas rurales con 10 alumnxs o menos por clase y otras… Entendemos que si hay una norma tendrá en cuenta toda esta diversidad a la hora de su aplicación y no se hará de forma indiscriminada; pero donde sea necesario ¿se podría disminuir la ratio alumnos/ profesor y apostar realmente por aprendizajes más creativos donde los contenidos no sean la prioridad?
¿Podemos escuchar a los niños y niñas, que piden volver al colegio a jugar con sus amigos y respetar ritmos y descansos? Es necesario pensar juntos cómo y cuándo volver. Quizá necesitemos espacios más ventilados, en mayor contacto con la naturaleza… Pero quizás lo debamos hacer ya. Para no dejar a nadie atrás, especialmente a los más vulnerables entre los vulnerables. Ahora sí, por su bien.
Son el futuro y el presente. No nos gustaría que aprendieran a obedecer ni que el miedo ganara. Esperamos que gane la vida y las ganas de aprender. ¡Tod@s!
Esto es lo que nosotrxs, grupo de expertos conformado por niñxs, padres, madres, enfermeras, psicólogas, médicas, profesoras, pediatras…queríamos compartir con todos vosotros (17).