En casa solía estar presente en las grandes reuniones familiares y mi padre dominaba la técnica a la perfección, no derramaba una sola gota. Hace tiempo quería hacerme con uno y me lo compré en la última feria, una siempre aprovecha estas ocasiones para hacerse con un nuevo cacharro y esta vez tocaba el porrón.
El estreno tenía que ser en grupo, como no, así que aproveché la última quedada con mis amigos del cole. ¡Qué grandes momentos se pueden compartir alrededor del porrón!
Y así fue, recordamos nuestras batallitas de siempre, nos manchamos de vino por nuestra falta de práctica y poca precisión, pero lo mejor de todo es que nos reímos juntos y pasamos un gran día alrededor del porrón.