¿Ahora se pueden comprar coches en fruterías? ¿De que demonios estas hablando?
Para los que hemos estudiado economía, la teoría del mercado de los limones, puede ser una de las más recordadas gracias a este simpático nombre con el que se conoce a la Teoría de la Selección Adversa de Akerlof.
Según este autor, cuando existe información asimétrica en un mercado (una de las partes dispone de mayor información que la otra), los bienes de mala calidad pueden expulsar a los bienes de mejor calidad, provocando un problema de selección adversa.
Para ilustrar esta teoría, Akerlof utilizó el mercado de coches de segunda mano. En este mercado, el comprador tiene menos información que el vendedor del coche, sea este su propietario actual o un compra-venta que ha podido realizar previamente un examen integro a dicho producto. Ante esta situación, la incertidumbre se instala en los compradores que no saben si el coche que van a comprar es malo o por el contrario es de buena calidad, por lo que no están dispuestos a pagar un precio elevado por el mismo, creyendo que les van a intentar colocar un producto defectuoso al desprenderse su actual dueño del mismo. Esta desconfianza provoca una caída en los precios de los vehículos de segunda mano. De esta manera, los vendedores que posean coches de alta calidad, retirarán sus vehículos del mercado pues no están dispuestos a aceptar precios bajos por ellos, provocando que en el mercado solo queden coches malos ante la desconfianza de los compradores que no desean pagar un alto precio sin saber con certeza si lo que están comprando es un buen coche o un trasto viejo.
Si escribo esta entrada es porque recientemente he adquirido mi primer coche a un particular encontrado vía Internet. El coche en apariencia ha sido cuidado por sus anteriores dueños pues la carrocería y el interior están impecables, pero ¿que hay del motor y del resto de elementos del vehículo? Para alguien que nunca ha sentido especial interés por conocer las partes que componen un vehículo, el motor del mismo se convierte en un verdadero campo hostil donde la probabilidad de haber adquirido un auténtico coche-limón se dispara.
Para solucionar esta asimetría de información el vendedor debe ofrecer garantías al comprador, de tal manera que permita disminuir su desconfianza. Dependiendo de quién venda el coche, se pueden ofrecer las siguientes garantías:
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Si lo adquieres en un compra-venta de vehículos, las garantías mínimas que debería ofrecerte para tu tranquilidad serían:
- Certificación de que el coche ha pasado una revisión reciente (aunque tenga en vigor la Inspección Técnica de Vehículos).
- Garantía mínima de un año ante cualquier avería que pueda presentar el vehículo. Los supuestos que recoja esta garantía deben quedar detallados por escrito para evitar que las palabras se las lleve el viento.
- Por su parte, si el vehículo es adquirido directamente a un particular, seguramente el vehículo en cuestión te resultará más barato pero la probabilidad de obtener ciertas garantías se reduce. Como mínimo, el vendedor debe no mostrar reticencia alguna a que el coche sea llevado a un mecánico de tu confianza que ofrezca una opinión favorable sobre el estado del coche. Cualquier negativa por parte del vendedor puede ocultar una realidad que no le interesa revelar.
La Teoría del mercado de los limones es extrapolable a cualquier otro mercado de productos. La situación descrita anteriormente es bastante delicada pues puede terminar afectando negativamente a personas y empresas que sí operan con buena fe, sin ocultar información de sus productos.
Por mi parte, espero que si al final adquirí un limón sea de los menos ácidos, si no si que es verdad que nunca olvidaré la Teoría de Akerlof.