El pasado sábado 10 de Julio acudimos en Bodega Selección de Campello a un ejercicio de cata-maridaje de vinos y quesos. En total catamos 6 vinos (3 blancos, 2 tintos y uno dulce) y 4 quesos de distinta curación y elaboración. Tras una breve presentación de cada vino, procedimos a la cata de cada uno de ellos para conocerlos. Posteriormente, probamos cada tipo de queso con los 6 vinos, buscando que maridaje nos transmitía las sensaciones más agradables (por afinidad, complementariedad o contraste).
Los vinos catados fueron:
- Santiago Ruiz 2007 (DO Rías Baixas, blanco sin crianza; Albariño, Loureiro, Treixadura; Santiago Ruiz): Amarillo pajizo con reflejos acerados y algún destello verdoso. Buena intensidad aromática, mostrando fruta blanca madura, herbáceos y alguna nota ahumada al final. Paso por boca seco, con buena acidez y matices minerales y de fruta blanca. Persistente. No es un mal vino, pero no me atrajo especialmente.
- Marqués de Alella 2009 (DO Alella, blanco con crianza sobre lías, 100% Pansa Blanca, Parxet): amarillo pálido con reflejos acerados. Nariz muy fresca y frutal, con fruta blanca y notas tropicales. En boca es fresco, quizá algo dulzón con un punto de carbónico. Redondo, ligero y de duración media. Gustó mucho por su frutosidad.
- Olvena Chardonnay 2005 (DO Somontano, blanco con crianza, 100% Chardonnay, Olvena): Amarillo pajizo dorado con reflejos dorados, intenso y brillante. Inicialmente muestra notas de reducción, desplegando después aromas de la crianza, con ahumados, pan tostado y avellanas, sobre un fondo de fruta muy madura. En boca es intenso, untuoso, redondo, con toques minerales y final delicadamente especiado. Algo pasado ya de crianza, pero muy bueno.
- T D'Anguix Crianza 2008 (DO Ribera del Duero, tinto con crianza, 100% Tempranillo, Torres de Anguix): Picota oscuro con ribete violáceo brillante, capa media. Buena intensidad aromática, con fruta roja en primer plano, florales, balsámicos y notas lácticas. En boca se muestra ligero, fresco y muy frutal, con acidez viva y tanino marcado pero delicado, final largo. Un vino muy rico, con muy buena conjunción entre fruta y madera.
- Barón de Olargui Gran Reserva 1998 (DOCa Rioja, tinto gran reserva, Tempranillo, Olargui): Granate de capa media baja, con ribetes aún violáceos, asomando los granates (sorprendente capa y ribetes para un gran reserva de 1998). Nariz muy agradable, destacando cueros, ahumados, fruta en compota, maderas y especias. En boca es seco, con un tanino aún muy presente y un retronasal frutal. Largo y persistente. Está muy bien, dentro del clasicismo riojano.
- Don PX (DO Montilla Moriles, dulce, 100% Pedro Ximénez, Toro Albalá): color ámbar brillante. Aromas de buena intensidad con miel, pasas, café; goloso y atrayente. En boca es muy agradable, goloso y suave. Nada empalagoso. Un PX muy muy rico.
En cuanto a los quesos, no se nos dijeron marcas, sólo tipos de queso. Así, había un queso joven de leche de vaca con poca sal, un queso de vaca y oveja semicurado, un queso puro de leche cruda de oveja curado (éste si sabemos marca, Páramo de Guzmán, elegido en su día mejor queso de Europa, delicioso) y un Roquefort.
En cuanto a los maridajes, el queso joven bajo en sal quedaba deslucido con el Santiago Ruiz y completamente anulado por el Olvena. No iba demasiado mal con el T D'Anguix, aunque hacía que el vino se notase algo salado; ni con el Olargui, aunque el final se hacía algo astringente. La mejor combinación, para mí, fue con el Marqués de Alella, ambos suaves y frescos, combinando queso y fruta.
El queso semicurado de vaca y oveja no maridaba mal con el Santiago Ruiz, se hacía un tanto desagradable con el Alella y no pasaba de regular con el Olvena. Aceptable con el Olargui y muy muy bien con el Ribera, conjuntándose de maravilla, sin quitarse protagonismo ni despertar notas desagradables.
El queso más intenso (Roquefort aparte), curado 100% leche de oveja, no se llevó nada bien con los vinos más jóvenes, el Rías Baixas y el Alella, pero se entendió aceptablemente bien con los tintos, quizá algo mejor con el Rioja, que con esas notas de crianza marcadas, complementaba al queso. El mejor maridaje sin ninguna duda fue con el Chardonnay con crianza, se entendían de maravilla, se complementaban y ambos ganaban, dejando unas sensaciones en boca muy buenas.
No se me ocurrió intentar maridar el Roquefort con nada que no fuese el Pedro Ximénez, y esa reunión es maravillosa por el marcadísimo contraste entre ambos.
Un ejercicio muy instructivo, que nos enseñó que sí se pueden llevar bien quesos y tintos siempre que se elijan bien ambos, que quesos ligeros se entienden bien con blancos ligeros y frutales y que quesos de cierta enjundia se entienden de maravilla con la Chardonnay bien criada.