Los tópicos viven y se alimentan de un discurso de intransigencia totalitaria que nunca me ha gustado. Sin embargo, todos nos reímos con ellos porque, en el fondo, retratan con trazo grueso una determinada realidad. Uno de esos tópicos, que escuchamos a menudo entre aficionados a la música, tiene que ver con el poco apego de los españoles hacia rock, y algo de razón hay en ello. Por supuesto que siempre ha habido -y espero que siga habiendo- buenos grupos de rock en nuestro país, pero en casi ningún período de nuestra historia reciente han liderado la escena musical española; en los años sesenta el pop consiguió acabar con la hegemonía de la copla, durante los setenta fueron los cantantes melódicos, en los ochenta y noventa triunfó de nuevo el pop -que consiguió integrar al punk y a la new wave- y en estas últimas décadas ha emergido con fuerza la canción melódica latina, el reggaeton y el fenómeno "indie", casi siempre en un tono sosegado y lánguido poco adecuado para el rock.
Pero hubo una época, unos pocos años, en los que el rock se apoderó de la escena musical, sobre todo en algunas ciudades como Madrid y, también, en algunas zonas rurales. Este fenómeno, conocido como "rock urbano", en el que posteriormente se integrarían algunas bandas de heavy metal, tuvo lugar durante la Transición y, de algún modo, trató de ensamblar el hard rock, el blues rock y, en menor medida, el rock progresivo con un posicionamiento comprometido, crítico y de progreso social. Era un rock cargado de letras que hablaban de política, de derechos sociales, de tristes recuerdos de la España franquista y de la necesidad de construir un país más limpio, solidario, justo y democrático. Es como si la música de Raimon, Paco Ibañez, Serrat o Lluís Llach se hubiera infiltrado en el rock casi desprovista de poesía, como si fueran cantos apasionados y desgarrados armados de un lenguaje directo y sencillo, el mismo que utilizaba la gente de la calle.
Buena parte del rock que se ha hecho en España a partir de los ochenta (Barricada, Los Suaves, Platero y tú, Extremoduro, Porretas, La Fuga, Marea y hasta los más actuales, como Pan de Higo o Rulo y la Contrabanda) deben mucho a este movimiento setentero, del que formaron parte bandas tan conocidas como Leño, Asfalto, Topo, Ñu, Cucharada, incluso Barón Rojo que, en algunos aspectos, también participaba de estos planteamientos.
El sábado 23 de enero la Sala Penélope de Madrid se vistió de gala para recibir a Asfalto, la banda más progresiva y de las de mayor calidad de todas la que conformaron el rock urbano; tal y como ellos mismos publicitaban en su página web, nos ofrecieron un viaje a la nostalgia y dos horas de rock excelente. Poco queda de aquel Asfalto primigenio, apenas su líder Julio Castejón, aunque también tuvimos el privilegio de escuchar, en 4 ó 5 canciones, a Miguel Oñate, el vocalista de Asfalto durante los años ochenta. Junto a ellos, los más veteranos, estuvieron Paul Castejón (guitarra, flauta), Nacho de Lucas (teclados), Arturo García (batería, voz) y Pablo Ruiz (bajo).
Sin duda, era una noche especial todos los que estábamos allí y, por supuesto, para los miembros de Asfalto, que iniciaban así la gira de presentación de su álbum " Antología Casual ": treinta y dos canciones que forman parte de la historia del rock español. Se vendieron todas las entradas (setecientas u ochocientas), lo que animó a organizar un nuevo evento para el día 5 de febrero en la misma sala. En esta ocasión la iniciativa para asistir al concierto vino de mi amiga Begoña, a la que también se sumaron Andrea y Óscar, dos chicos muy jóvenes, de los pocos que había en un concierto con una media de edad que superaba los cincuenta y tantos años.
La velada fue presentada por el Mariskal Romero; periodista, locutor de radio, productor, cantante ocasional y, ante todo, uno de los pilares fundamentales del rock urbano gracias a su conocido lema "Viva el Rollo", su apoyo mediático y la creación del mítico sello discográfico Chapa, que acogió a la mayoría de estos músicos y a otros englobables en la categoría de rock progresivo. Fueron unas breves y emotivas palabras que dieron paso a Asfalto, con Julio Castejón al frente.
El concierto tuvo tres partes bien diferenciadas; en la primera tocaron, en su mayor parte, temas de sus últimos discos; en la segunda hizo su aparición Miguel Oñate que, con su entrega y buen humor -en ocasiones tal vez algo histriónico-, animó la fiesta con las canciones más representativas de su paso por este grupo; de nuevo con la formación inicial, se fueron sucediendo los grandes éxitos de sus dos primeros discos, uno detrás de otro: "Días de Escuela", "Mujer de plástico", "Capitán Trueno", "Rocinante" y "Ser Urbano", la canción elegida para cerrar el concierto; tan sólo faltó "El Viejo", uno de los temas más entrañables y que más me gustan de Asfalto. Uno de los momentos más emocionantes de la noche se produjo al finalizar la interpretación de "Capitán Trueno", cuando el Mariskal Romero recordó su implicación en la producción de ese tema e hizo salir al escenario a otro de los miembros históricos de Asfalto, el batería Enrique Cajide quien, visiblemente emocionado, con lágrimas en los ojos, apenas pudo aguantar unos segundos compartiendo la alegría con sus compañeros.
En lo que a la parte técnica se refiere, desde mi punto de vista, lo más deficiente fueron los micrófonos. Unicamente se escuchaba bien a Julio Castejón y a Miguel Oñate; al hijo del primero, Paul Castejón, apenas se le oía, lo mismo que al batería Arturo García, quien incluso llegó a ser el solista en una canción compuesta por él; por el contrario, el resto de instrumentos sonaron muy bien, en especial las guitarras que estuvieron a un gran nivel.
En definitiva, una preciosa y nostálgica noche de rock, disfrutada en buena compañía y rematada con cervezas, conversación tras el concierto y la compra del libro de Julio Castejón: Asfalto. Manual de Uso (Madrid: Éride, 2015), en el que su autor nos habla de todas las canciones de este gran grupo; sin duda, una lectura muy recomendable y de gran utilidad para quienes deseen conocer la historia de Asfalto. Os dejo con un vídeo de aquella noche, el momento en el que tocaron " Días de Escuela ", tal vez su tema más conocido, algunas fotos tomadas por nosotros y un deseo -el mismo que reivindicó el Mariskal Romero-: volver a ver a este grupo en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid o en la plaza de Toros de las Ventas.