[Cuando estés leyendo esta entrada, ya estaré haciendo mi camino a Santiago. Por lo tanto no podré responder a los comentarios hasta que no haya vuelto. Espero que te inspiren los textos que he dejado preparados para mi ausencia.]
¿Cuerpo y mente? Y el armario.
La ropa que vistes tiene un impacto importante sobre cómo te sientes. Vestir un traje tiene un efecto diferente que ir al trabajo en vaqueros. Te sientes diferente con zapatillas que con tacones. No significa que una opción sea mejor que la otra, sino que conforme tu cambias y creces, el contenido de tu armario cambiará también. Un nuevo trabajo, un nuevo hobby, hasta una nueva situación sentimental suele reflejarse en tu forma de vestir. Si tu armario no ha cambiado nada en los últimos años, quizás tu vida esté algo estancada.
Pragmatismo, estilismo y la sostenibilidad
Mi armario tiene que acomodar tres corrientes diferentes. Soy pragmática: quiero que la ropa combine entre sí para ahorrarme trabajo por las mañanas. Quiero que sea fácil de lavar y a poder ser que no requiera planchado. Al mismo tiempo quiero algo más que el clásico de vaqueros y camiseta. Me gustan las faldas que hacen lucir mis piernas. No pretendo ser una fashionista, pero tampoco quiero darle fuerza al eterno rumor de que en el momento que te vuelves minimalista o ecologista, te enamoras de los sacos de patatas. Y para ponerle más trabas todavía: me interesa de dónde vienen las prendas que compro. Le doy preferencia a la ropa de comercio justo y a los tejidos ecológicos, siempre y cuando tengan estilo. Y si no encuentro lo que busco, siempre me quedan los intercambios de ropa.
El margen estable de los sueños
El contenido de mi armario es volátil. Cada tres meses cambio su contenido. Una parte de las prendas pasa al cajón de los “a lo mejor después me vuelve a gustar”. Otra parte se incorpora en la próxima fiesta de intercambio o acaba siendo puesta a la venta. Hasta ahora pocas prendas básicas han conseguido conquistar un lugar fijo entre mis prendas.
Lo único que nunca cambia es el armario en sí. Es relativamente pequeño, y lo agradezco. La falta de espacio y mi obsesión con poder ver el fondo del armario son una gran ayuda para mantener a raya la invasión de prendas. Otra prueba de que el entorno y la estructura sí que importan.
No creo que llegaré al punto de tener solamente la ropa que necesito para el resto de mi vida. Aunque pensándolo bien, eso nunca fue la idea: mi reto es tener exactamente lo que necesito de la forma más sostenible posible. Y para eso estoy en el buen camino.
¿Cuál es tu relación con tu armario?
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Imagen: Katovon Kiwi / flickr