Tradicionalmente el 6 de abril se festeja el “Dia Internacional del Coach” y además de los innumerables abrazos y las sinceras demostraciones de cariño que cruzamos entre colegas aprovechando la excusa, es fácil observar que la excusa sirve también con fines comerciales.
Leo los “slogan” de tantas y tantas publicidades de nuevas modalidades de Coaching:
“Enfocado en los resultados” “Al encuentro de tus objetivos” “Acotado en el tiempo” Como si el coaching no fuera precisamente una herramienta-arte destinada al logro de objetivos, a resultados optimizados en la linea de tiempo…entre otras cosas.
Coaching Metafísico, Sistémico, Akáshico, Tarotista, Psicológico, Humanista, Transcendente, Organizacional y cuantas otras que ya se hayan “creado” en el tiempo que hace que estoy escribiendo esto.
Con fines efectistas o subversivos, o publicitarios se lanza la carrera del “descubrir” el Coaching en la novedad, perdiendo de vista los cimientos, y por lo tanto el hecho indiscutible de que existen tantos Coaching como Coachees existan, y que si pretendemos convertir a cada uno de ellos en una marca registrada terminaremos cayendo en una suerte de Principio de Mediocridad.
Etimológicamente “COACH” deriva (en sus orígenes más remotos) del nombre de la pequeña ciudad húngara de “Kocs”, que hizo un medio de subsistencia de la construcción del carro y del transporte entre Viena y Budapest. Estos carros recibieron el nombre de ” Kocsi “ (“Provenientes de Kocs”).
Tanto la palabra como el elemento que nombra, datan del siglo 15
Las formas del término se encuentran en la mayoría de los idiomas europeos:
- “coche” español y portugués,
- “cocchino” italiano
- “koets” holandeses
- “Kutsche” alemán,
Contrariamente a lo que se suele suponer, (que la palabra “COACH” es una adaptación moderna del término que nombra al entrenador deportivo), COACH como “instructor / entrenador” en áreas cognitivas, se acuña como jerga en la Universidad de Oxford alrededor del 1830, entendiéndolo como un “vehículo”(tutor) para transitar a través de la carrera y los exámenes hasta llegar al conocimiento que lo convierta en un profesional (meta/destino).
Es desde ahí, y no a la inversa, que se acuña en sentido atlético cerca del 1870 posiblemente “transportado” (o tal vez exiliado por los puristas del lenguaje de Oxford) desde las aulas al campo de deportes y desde allí generalizado.
A la luz de la etimología, el arte antecede a la palabra y trasciende la actual definición técnica formal para hacerla tan amplia “per se” como el “Vehículo” (Coach – Herramienta) se capaz.
Según mi experiencia, el Coaching es al individuo…
Cada COACH debe saber “danzar” con su Cachee de modo de encontrar juntos la melodía, el ritmo, la intensidad de acuerdo a los objetivos expresados.
No creo en las recetas express, en las metodologías de media hora, en las jornadas demoledoras de sobreestimulación neuro-psico-emocional, en las dinámicas que “descubren el mundo” y tapan patologías, del mismo modo que no creo en el apadrinamiento vitalicio sin objetivos, o en la “profesionalización de la amistad” que ofrece el oído (que en individuo no encuentra afuera), sesión tras sesión sin definir, trabajar y monitorear resultados.
Habrá individuos que declaren una brecha muy específica y muy concreta, que demande de un proceso igualmente específico y concreto; y habrá otros que declaren una permanente búsqueda de su mejor versión y elijan a su COACH como copiloto en el camino.
Lo “efectivo” no habita en el método, habita en el profesional, en su ética, en su elección de sí mismo y en el modo en que elige Ser Oferta de Servicio.
En los límites y en las excepciones; y en el educado y honesto criterio que use para definirlos.
Del mismo modo habrá individuos que se conozcan lo suficiente como para hacer elecciones precisas y eficientes, y otros que se deslumbrarán con procesos que los exceden física, psicológica y emocionalmente para luego culparlos por las consecuencias, producto de su falta de conciencia de si mismos.
Y antes esta posibilidad REAL, el Coach también deberá ser el observador avezado que detecte , antes del daño posible, el potencial de cada individuo y se adapte a él, en vez de arengarlo a que se sume a modelos efectistas prediseñados, con vistas únicamente a abultar su cuenta bancaria y en completo desinterés por el humano que tiene enfrente.
Yo, como COACH, elijo apegarme estrictamente a las “reglas” de la profesión o “estirarlas” según lo que mi muy entrenada experiencia me dicte como eficiente.
Estas decisiones se basan en el hecho, de que al momento de SER COACH, yo pongo todo mi SER HUMANO al servicio de la profesión.
Cuerpo, emoción, experiencia profesional y personal, mis años de autoexploración y reconocimiento (en curso permanente), mis aprendizajes, mis éxitos y mis yerros…TODO.
Y lo hago teniendo siempre presente que mi trabajo no consiste en resolver problemas ( de hecho ni siquiera consiste en catalogar circunstancias como “PROBLEMAS”) sino en ENTRENAR PENSAMIENTOS, porque desde allí los “problemas” se resuelven solos, y que mi objetivo es ser funcional a los objetivos del Coachee, y no a mi interpretación de cuáles deberían ser sus objetivos.
Porque antes que nada el coaching debe ser una herramienta-arte para reducir al mínimo posible la brecha que existe en el “ESTAR SIENDO” actual del individuo y su “ESTAR SIENDO” ideal.
Y porque, tal como lo plasma la etimología,
el vehículo (para poder cumplir su función eficientemente),
debe “abarcar” y pone toda su materia
AL SERVICIO del objetivo,
y no de su lucimiento profesional.
EL PROTAGONISTA ES EL COACHEE!!!
Pero, como para variar, el ciego afán de consumo y novedad hace que nos desvivamos por inventar la rueda, por descubrir la pólvora, por iluminar el sol, en vez de enfocarnos en nuestro hacer en conciencia y A CONCIENCIA.
En comprender, abarcar y ser recurso para nuestro Coachee.
En distinguir :
Que la magia no está en inventar la rueda:
Sino en que el individuo se ponga en movimiento desde sus cimientos hasta su cielo.
Que “el boom” no está en descubrir la pólvora:
Sino en aprender y enseñar las monumentales y/o sutiles diferencias de resultados de acuerdo a cómo, cuánto y para qué se use.
Y, definitivamente, que no hay mérito alguno en alumbrar el sol, pero sí en asistir la apertura de puertas, ventanas, rendijas, cerraduras, postigos, párpados, áticos y cada opción posible.
Para que entre la luz en la estancia interior del ser humano!!!
Y pueda destinarla a volverse luminoso, tibio, gozoso, claro…TRANSPARENTE A SI MISMO Y HACIA EL MUNDO.
Como diría Benigni en el inmortal monologo “INAMORATEVI” de la película “El Tigre y la Nieve”:
SRI GANGA MATA“¡Y NO BUSQUES LA NOVEDAD!!…
¡LA NOVEDAD ES LA COSA
MÁS VIEJA QUE EXISTE!!!”
Eco-Ingeniería de la Emoción®
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