Acabo de encontrar esta reseña al libro de Pim van Lommel, Consciencia más allá de la vida, en la página web de laFundación Carl Gustav Jung, realizada por Enrique Galán Santamaría.
Un libro que rechaza, al igual que hago yo en mipróxima novela Al final del túnel, que la consciencia sea un producto o un efecto de la función (o de la actividad) del cerebro.
La psicología profunda se constituye alrededor del concepto de inconsciente, enun intento de ampliar el conocimiento de la psique. Históricamente está respondiendo ala psicología filosófica, que estudiaba académicamente mediante introspección lasfacultades del alma (memoria, entendimiento, voluntad), y a la primera psicologíaexperimental, que intentaba cernir de un modo objetivo las funciones psíquicas(sensación, emoción, percepción, cognición, motivación...), criticando la identificaciónque ambas establecían entre psique y consciencia, alma y mente. La psicología médica definales del XIX, que gira en torno a la hipnosis y la interpretación onírica, se sitúa así enla vanguardia de la investigación psicológica, incluso también en la relacionada con elcondicionamiento, sea pavloviano o conductista. Conocemos la explosión de los estudiospsicológicos a lo largo del siglo XX hasta conformar un ámbito prácticamente inabarcablede objetos y métodos diversos que han constituido una imagen compleja y apasionante delapsique de la especie humana. En esa evolución la propia noción de consciencia se hamodificado en algunos autores hasta integrar la psique inconsciente. Tal es el caso delcardiólogo holandés que ha escrito este libro, en cuya página 345 identificaexplícitamente la consciencia humana con lo inconsciente colectivo junguiano.
Pero nuestro autor va más allá de la psique humana, aunque parta y se ocupe deella, pues se decanta por "el panprotopsiquismo, el modelo no materialista de la relaciónfundamental o intrínseca entre la materia y la conciencia" (p. 296) y considera que "laconciencia es no local yfunciona como origen o base de todo, incluido el mundomaterial" (p. 303). Un mundo materialleído desde la perspectiva de la física cuántica,cuyo ámbito de aplicación exige unos conceptos fundamentales (superposición,complementariedad, principio de incertidumbre, problema de la medida.entrelazamiento cuántico, no localidad) muy diferentes a los de la física clásica queestudia el mundo visible (estructura espaciotemporal sujeta a leyes inmutables, realidadobjetiva, causalidad, continuidad, localidad). Frente a las ondas electromagnéticas propiasde esta física, limitada por la velocidad de la luz, se encuentran las ondas de probabilidadcaracterísticas de aquélla, cuya velocidad supera ese límite para perderse en lo infinito,pues en "el espacio no local [...] toda la información está disponible, siempre y en todaspartes, de modo inmediato" (p. 279). Ese espacio no local viene definido como "unespacio multidimensional que no posee sino posibilidades, también conocidas comoondas de probabilidad, sin certeza alguna, sin materia, sin espacio y sin tiempo, [... un]vacío absoluto [... que] podría conformar el fundamento de nuestra conciencia" (pp. 260y 261).
El motivo por el que un cardiólogo se vea obligado a surcar aguas tan traicionerasy aparentemente ajenas a su profesión constituye el núcleo de este libro. Se trata deofrecer unaexplicación de las "experiencias cercanas a la muerte" (ECM), relativamentefrecuentes en la población general (aproximadamente un 4%) y que se producen con unafrecuencia significativamente mayor (24%) en aquellos casos en los que puede decretarseuna muerte clínica por parada cardio-respiratoria. Estudiadas de forma sistemática desde los años 1970 gracias a la obra pionera de E. Kübler-Ross, su definición se debe a R.Moody, que fue el primero en describir en 1975 sus 12 notas características. Le seguiránotros autores a lo largo de la década de 1980 (K. Ring, M. Sabom o B. Greyson)ofreciendo diferentes clasificaciones para facilitar su estudio, y en 2009 se publica elprimer manual sobre estas experiencias. A diferencia de la mayor parte de esos estudios,de carácter retrospectivo y basados en testimonios accidentales, van Lommel, junto a lospsicólogos R. Van Wees, V. Meijers e I. Elfferich, llevaron a cabo un estudio prospectivoen el periodo 1988-2000, estableciendo categorías empíricas y porcentajes precisos quehan definido este campo con mayor nitidez.
A partir de esta investigación se han podido refutar todas las hipótesis fisiológicascerebrales (deficiencia de oxígeno/sobrecarga de dióxido de carbono, metabolismo deneurotransmisores o medicamentos, actividad eléctrica alterada) y psicológicas (miedo ala muerte, despersonalización, disociación, alucinaciones, sueños, fantasías, deliriomedicamentoso...) presentadas para explicar tales hechos. En suma, "el enfoquematerialista se queda corto en muchos aspectos y no puede mantenerse en su formaactual" (p. 225). Contra el muy difundido "mito del cerebro" (una falacia desmontada ennuestro idioma por Marino Pérez en un libro reciente), van Lommel no considera que elcerebro sea la sede o fuente de la consciencia y la memoria, y sus propuestas se dirigenmás bien a explicar el papel del ADN en la "interacción entre la conciencia no local y elcuerpo" (p. 321). Si se ha podido diferenciar en los genes moleculares el 5% que tieneexpresión fenotípica ("exón") y un 95% ("intrón", "ADN basura") que explica(posiblemente) la expresión epigenética, el autor afirma que "nuestro ADN está siempreen contacto con todas las formas posibles de información procedente del espacio nolocal" (p. 331). A fin de cuentas, cada célula de ese trillón que compone el organismo yque se renuevan a un ritmo aproximado de 50.000 millones/día tiene en su núcleo lamisma dotación genética. Es decir, las memorias celular e inmunológica parecendepender de una "conciencia morfogenética" vehiculada por el ADN.
(Marino Pérez, nos habla en este documental sobre el cerebrocentrismo que invade a nuestra cultura)
En suma, las ECM, cuando "durante un periodo de muerte clínica los sereshumanos pueden experimentar una conciencia excepcionalmente lúcida" (p. 19), revelanen sus notas experienciales (inefabilidad, paz, comprensión, sabiduría, contacto con losmuertos, seres de luz y paisajes sobrenaturales, retrospección vital, etc.) que "laconciencia plena e infinita está presente en todas partes, en una dimensión que no estáligada al tiempo ni al espacio. [...] La conciencia infinita siempre ha existido y siempreexistirá, independientemente del cuerpo" (pp. 27 y 28). Así, "tenemos un cuerpo perosomos conciencia" (p. 361), de lo que puede concluirse que "la muerte como tal noexiste" (p. 392).
Tan polémicas conclusiones no son ajenas sin embargo a la investigaciónneuropsicológica más puntera. Las propuestas aparentemente materialistas de un Denneto, en nuestro país, de un divulgador como Punset, van siendo desacreditadasprogresivamente, por su carácter mecanicista ramplón que trae a la memoria el mundocientífico de mediados del siglo XIX. El lector atento de este libro y de su abundantebibliografía -se da la referencia de las traducciones cuando existen- podrá comprobar laseriedad y coherencia del autor, que no ha dejado evidentemente de sufrirdescalificaciones ideológicas no fundamentadas en un estudio empírico como el que élproporciona."