Revista Opinión

Consejos cívicos para asistir a un buffet de desayunos

Publicado el 25 julio 2019 por Alba Chaparro @Alba_Chaparro

En periodo vacacional todos deseamos unos días de relax, de vivir con la calma y no hacer nada, de dejarnos llevar por la gula y la desidia y dejar correr el reloj sin más preocupación que saber cuál será el siguiente sitio en el que perder el tiempo -comiendo, a poder ser-. Los hoteles se ponen hasta arriba y los buffets de desayuno son un atractivo turístico casi obsceno, y es que ¿a quién no le gusta ponerse hasta el culo desde temprano y como si no hubiera un mañana?

Sin embargo, amigos, a pesar del erotismo que esconden estos templos del zampar, los buffets de desayunos son también un amplio escaparate que muestra la fauna más piojosa y chabacana que anda suelta por la viña del Señor. ¿Es realmente necesario ser tan vulgar para disfrutar la primera comida del día? Aquí os dejo unos consejos que os ayudarán a disimular el paleto que lleváis dentro:

1. Cumple el horario del buffet. A todos nos gusta levantarnos cuando nos venga en gana, apurar lo máximo en la cama y desayunar sin mirar el reloj, que para eso estamos de vacaciones, pero ojo con este descubrimiento: ¡los buffets de desayunos tienen un horario! Si el buffet cierra a las 11 de la mañana, es una auténtica putada para el personal que llegues a las 10:55, que allí trabaja gente que no está de vacaciones y tiene el absurdo capricho de querer terminar la jornada laboral a su hora. Recuerda que tú si estás de vacaciones y tienes todo el santo día para descansar, y lo de "pensé que cerrabais más tarde" hace un par de siglos que no cuela.
NOTA: Los desayunadores suelen tener un horario de apertura de entre tres y cuatro horas. En serio, hay tiempo de sobra para ir antes que en los cinco minutos previos al cierre.
NOTA 2: Si llegas tarde y el buffet ya ha cerrado, es un tren que ya pasó. Haber pagado por algo que has decidido no consumir por remolonear en la cama no te da derecho a enfadarte ni exigir nada. A nadie se le ocurre ir a una barra libre de Nochevieja a las 6 de la mañana.

2. Saluda cuando te saludan. Parece una obviedad pero no viene mal recordarlo: ¡los camareros que te dan los buenos días son personas! Y como a todas las personas, o a casi todas, les gusta la deferencia de mostrar un poquito de educación y que les correspondan el saludo. [Un par de observaciones sobre la educación: es gratis, y cuando te acostumbras a tenerla... ¡sale sola sin esfuerzo!].

3. No te sientes en una mesa sucia si hay 14 mesas preparadas alrededor. Es difícil, lo sé, en periodo vacacional a todos nos entra ese caprichismo adolescente de "me gusta esta mesa sucia y no cualquier otra mesa que esté preparada porque me va la vida en sentarme en esta mesa sucia y no en cualquier otra mesa que esté preparada", pero venga, va, hay que superarlo. En realidad, ese comportamiento es contraproducente: el camarero tarda más en limpiar una mesa, montarla y servirte que si sólo tiene que servirte. Además, imagina que no eres el único con este síndrome de caprichismo adolescente: si hay otros clientes que también lo padecen y han llegado antes... el tiempo de espera para el último cliente se incrementa exponencialmente. Piénsalo (aunque tranqui, siempre podrás poner una queja porque han tardado demasiado en atenderte, la culpa acabará siendo de ese camarero que trabaja con la lengua fuera porque a todos los clientes les da por llegar a las 10:55 y sentarse en mesas sucias).

4. No robes cubiertos de la mesa de al lado. Si necesitas algo, pídelo, es muy sencillo. Te dejo una frase para que vayas practicando: "perdone, ¿podría traerme un cuchillo?". Es cierto que la adrenalina que se expide al robar algo es difícil de sustituir, pero realmente es algo que no tiene sentido: el camarero acabará teniendo que ir a por ese cuchillo porque el cliente que se siente en la mesa de al lado lo requerirá, y estás molestando a ese pobre cliente que por una vez dicidió sentarse en una mesa preparada y resulta que tiene que esperar a que se la terminen de montar. Ponte en su lugar, él no lo haría.

5. Coge la comida que vayas a comer. Como decía mi bisabuela: "se llena antes el papo que el ojo". Tranquilos, el buffet está ahí y no se va a mover, podéis coger tanta comida como queráis, pero va, coged sólo la que vayáis a consumir, no colaboréis en desperdiciar alimentos. Vale, es un coñazo tener que levantarse un par de veces para rellenar el plato, pero es bastante más coñazo tener que tirar toneladas y toneladas de comida.
(CONSEJO: Si llegas al buffet de desayunos antes de los cinco minutos previos a su cierre, tendrás más tiempo para comer y comer con calma, sin necesidad de tener que coger diecisiete platos de catorce kilos de cada uno, no vaya a ser que retiren el buffet y no te dé tiempo de ponerte hasta el hojaldre).

6. No seas mísero, no robes comida del buffet. Vale, tampoco vamos a ponernos súper estrictos con el tema, que a pesar de haber ingerido unas 8.000 calorías durante el desayuno a todos nos gusta un sandwichito a media mañana. Pero en serio, un sandwichito, que hacer la compra del mes en el buffet de desayunos es más cutre que usar un calcetín como guante de boxeo. Y no, no vale eso de "me lo llevo porque lo he pagado". Tú has pagado por ponerte hasta el culo dentro del salón de desayunos, no por hurtar de allí lo que te venga en gana. ¿O cuándo has exigido llevarte una botella al terminar una barra libre porque la has pagado? En serio, madura.

[ACLARACIÓN: Este texto está escrito con la única intención de provocar una sonrisa sonrojada a aquellos que nos sentimos un poco identificados con estos comportamientos tan henchidos de palurdismo, nunca ofender a nadie. Pero va, un poco de civismo, que no cuesta nada :)].


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