Desde 1991, el Instituto Heartmath ha estado liderando investigaciones científicas neurocardiológicas relacionadas con la coherencia corazón-cerebro, también conocida como “coherencia cardiaca” o “inteligencia del corazón”. En el año 2016 publicó un libro al respecto. El Dr. Rollin McCraty, líder de esas investigaciones —junto con Doc Childre, Howard Martin y Deborah Rozman—, afirma en su libro: "La coherencia es el estado en el que el corazón, la mente y las emociones están en alineación y cooperación energéticas. Es un estado que construye resiliencia”. Cuando el sistema parasimpático y el sistema simpático no están sincronizados con emociones como la ira, la ansiedad o la frustración, esto produce un ritmo errático o un estado incoherente. El cerebro recibe esta información que afecta si se puede acceder a funciones cognitivas superiores para autorregularse.
La coherencia surge cuando dos o más sistemas rítmicos corporales se sincronizan y operan a la misma frecuencia. Esto puede incluir nuestros ritmos respiratorios, ritmos cardiacos y actividad rítmica entre cerebro y corazón. Altos grados de coherencia han sido asociados con un incremento en el equilibrio emocional, estabilidad, intuición, funcionamiento mental óptimo, mejor memoria, mayor localización y un descenso en Los niveles de presión arterial.
La variabilidad del ritmo cardiaco (VRC) mide las variaciones, en tiempo, entre los pares de latidos cardiacos. Emociones positivas como amor, compasión y apreciación están vinculadas a un patrón de VRC más coherente, mientras que las emociones negativas como estrés, ansiedad, ira y miedo están vinculadas a un patrón de VRC errático e incoherente, lo cual ha sido medido con aparatos controlados.
En las investigaciones del Instituto señalado, se ha descubierto que el corazón tiene una influencia significativa en el cuerpo hasta el nivel celular, con un componente eléctrico aproximadamente 60 veces mayor y un campo de energía electromagnética 5000 veces mayor que el del cerebro. Los ritmos del cerebro junto con los ritmos respiratorios y de presión arterial se arrastran con el ritmo del corazón. Este es el estado óptimo para el funcionamiento humano.
Se ha medido a través de un electrocardiograma (ECG) que la energía magnética del corazón alcanza aproximadamente tres pies —poco más de 90 centímetros— fuera del cuerpo físico y se puede detectar en otra persona que se sienta cerca. Para demostrar esto, los investigadores colocaron electrodos en un vaso de agua, y comprobaron que el latido del corazón de un participante que se hallaba cerca podía ser detectado, después se encontró que el latido cardiaco puede ser detectado también por el cerebro y el corazón de las personas que nos rodean.
Se demostró que nuestros corazones se comunican con la energía electromagnética del corazón. Los investigadores conectaron dispositivos que miden la variabilidad del ritmo cardiaco —VRC— a un niño de 12 años de edad y a su perra. Cuando el niño entraba en la habitación en la que su perra se encontraba, le pidieron que entrara sentimientos de amor hacia su perra. Los datos mostraron que sus ritmos cardiacos se sincronizaron. Este mismo fenómeno fue investigado con una madre y su bebé, y también en parejas durmiendo juntas.
El Heartmath Institute encontró que nuestras emociones están dentro del campo magnético del corazón. Específicamente: “este sistema de comunicación nos conecta energéticamente con los otros y nos ayuda a explicar por qué podemos sentir el estado emocional de otra persona antes de que su lenguaje corporal o su tono de voz nos indiquen o den pistas acerca de ello”.
Las emociones positivas como la compasión y el amor generan un patrón armonioso en el ritmo del corazón, lo que conduce a la coherencia y una mayor regulación emocional. Cuando existen interacciones armoniosas entre los sistemas del cuerpo, esto se conoce como coherencia fisiológica.
De acuerdo al Heartmath Institute, “el corazón envía información al cerebro y al cuerpo sirviéndose de, al menos, 4 vías: comunicación neuronal (a través de vías ascendentes en el sistema nervioso autónomo); comunicación biofísica (ondas de presión a través del pulso); mensajería bioquímica (las hormonas secretadas en el corazón); y finalmente a través del campo electromagnético creado por el corazón”.
Los investigadores neurocardiólogos han descubierto que el corazón contiene un sistema neuronal que puede almacenar memoria a corto y a largo plazo. También, posee su propio sistema nervioso, llamado el “cerebro del corazón”. Tiene más de 40.000 neuronas y puede sentir, procesar información, tomar decisiones y memorizar. Además, crea y secreta varias hormonas y neurotransmisores que afectan una amplia variedad de funciones orgánicas. Una de estas hormonas es la oxitocina, típicamente descrita como la hormona del amor y los lazos afectivos.
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