Hablando de secuenciaciones lisérgicas y arrebatos caleidoscopios, Jesse Jacobs tiene cómic nuevo, se llama Crawl Space y, como era de esperar en uno de los autores visualmente más sorprendentes del momento, sus viñetas son pura caligrafía psicodélica. Sin embargo, aunque como sucedía con el Fearless Colors de Samplerman, muchas de las páginas de Crawl Space rozan la abstracción, detrás de sus secuenciaciones coloristas y la pirotécnia lisérgica de este cómic hay un guión y unas intenciones narrativas que huyen de intenciones puramente artísticas o experimentales. Aunque no lo parezca en las primeras páginas (sucede con frecuencia con las obras del autor), el cómic de Jacobs construye una historia cerrada; eso sí, con un fondo surrealista y una apuesta estética tan contundente que por momentos lo envuelve todo y, por su impactante virtuosismo, marea al lector en una experiencia cuasi-psicodélica.Cuando la abstración formalista y la mutación de las visiones op-art de Crawl Space se concretan en formas reconocibles, en figuras levemente antropomórficas que hablan y enteractúan, la historia que se encierra detrás de la cascada gráfica con que abre el cómic empieza también ha adquirir cierta coherencia. Descubrimos entonces a las dos protagonistas femeninas adolescentes, Daisy y Jean-Claude. La primera de ellas acaba de llegar a la ciudad y ha entablado amistad reciente con su compañera de Instituto. Para ganarse su confianza, Daisy le revela el secreto que se encierra en el sótano de su casa: las dos grandes máquinas lavadoras que hay en él son, en realidad, portales de acceso a otra dimensión; un mundo paralelo que conecta nuestra psique con un universo trascendente multicolor de seres polimórficos y experiencias de consciencia alterada.El cómic de Jacobs puede interpretarse, en este punto, como una metáfora de cierto espiritualismo trascendente. En su aparato simbólico encontramos reminiscencias del budismo y sus diferentes planos de existencia. La cosmología budista conecta esos "planos de realidad" con estados elevados de la mente y procesos psicológicos. La búsqueda de universos alternativos sería entonces una forma de trascender el plano físico y alcanzar una espiritualidad que en Crawl Space se vuelve corpórea en el contexto de una realidad paralela multicolor de origen desconocido, un fantásico mundo psicodélico habitado por polimorfas criaturas benefactoras:There exist several known worlds beyond the physical. (...) With considerable difficulty, through a lifetime of spiritual obligation and the performance of sacred rituals, one may briefly gain entrance into these realms. (...) On rare occasions, lesser beings have been known to mysteriously pass through the cosmic barrier.Sin embargo, según se desencadenan los acontecimientos, Jesse Jacobs revela una progresiva desconfianza en el ser humano y su capacidad para entender y respetar otras realidades y formas de vida. Cuando el secreto de la nueva dimensión se extiende entre los adolescentes del pueblo (hay aquí también elementos para descifrar el cómic en clave de metáfora generacional), éstos deciden hacer de ella su parque de atracciones privado. Superado el impacto y las precauciones iniciales, los jóvenes del pueblo comienzan a profanar su pureza, a maltratar a sus criaturas y a explotar sus propiedades trascendentes con fines puramente estupefacientes. El plano espiritual se tiñe de degradación mundana y la belleza empieza a adquirir aires de pesadilla. Detrás de este proceso de colonización vandálica, se simboliza la incapacidad del ser humano (de la sociedad tardocapitalista occidental, en realidad) para empatizar con otras formas de vida sin pervertirlas con nuestros vicios, así como nuestra tendencia hacia una explotación irracional de los recursos que obvia su naturaleza caduca y el contexto del que estos procedenComo vemos, la historia fantástica de Crawl Space está abierta a interpretaciones diversas (generacionales, ecologistas, consumistas, etc.), pero detrás de su surrealismo aparente encontramos espacio para una doble denuncia ética: la que advierte del irresponsable comportamiento del ser humano para con el medio ambiente y el resto de seres vivos, sí, pero también la que expone la alienación del individuo en un momento en el que la tecnología digital parecería haber disipado las distancias físicas y temporales. El diálogo entre Jean-Claude y Daisy de las páginas finales del libro es harto revelador de la fragilidad que encierran las relaciones contemporáneas (sobre todo entre los más jóvenes) y el grado de incomunicación al que estamos llegando en esta era de hiperrealidades y etéreos hipervínculos virtuales:
- Huh. Well, I guess this is goodbye.
- Really? I mean, we didn't hang out all that much. We only met each other a few weeks ago.- You're right. I'm not sure why I said that. En todo caso, más allá de este sutil trasfondo moral y ecológico, Crawl Space es un juguete caleidoscópico lleno de hallagos visuales y psicodélicas fantasías secuenciadas. Una maravilla. Creemos que lo nuestro con Jesse Jacobs es un amor extraterrestre.