En 1968, los británicos Cream alcanzaban el éxito absoluto gracias a un legendario segundo álbum al que llamaron “Disraeli Gears”, con el que logran originar un cambio radical en la orientación musical del momento hacia la música de vanguardia. Grabado en Diciembre de 1967, se convirtió en uno de los pilares básicos del rock psicodélico, un género que llegó a su máxima popularidad ese mismo año.
Disraeli Gears obtuvo tanto reconocimiento, que fue declarado disco del año en innumerables países del mundo y por un amplio sector de críticos musicales, lo que desembocó en una de las giras más apoteósicas que recuerdan los Estados Unidos de América.
Durante esta tremenda y abarrotada gira, nace “Wheels Of Fire” publicándose por primera vez en Agosto de 1968 como doble álbum, uno denominado “In The Studio” y el otro “Live At The Fillmore”. Y los responsables de esta espléndida obra, fueron tres gigantes de la escena musical de todos los tiempos: Eric Clapton (guitarra y voz), Jack Bruce (bajo, armónica y voz principal) y el genial baterista Ginger Baker.
La producción del LP corrió a cargo de Felix Pappalardi, personaje clave dentro de Cream y más adelante bajista de Mountain. Pappalardi, venía de colaborar con Cream desde Disraelí Gears, implicándose en las composiciones y aportando su gran calidad como multi-instrumentista. Incluso, en ocasiones llegaron a considerarle como <<el cuarto integrante de la banda>> pero solamente participaba en discos de estudio.
Wheels Of Fire también contó con los arreglos de Robert Stigwood, mánager de los Cream y gran empresario discográfico, ayudado por el ingeniero de sonido Tod Down.
Una de las partes del álbum en estudio, se grabaron durante los meses de Julio y Agosto de 1967 en los IBC Studios de Londres. La otra parte, tuvo lugar en los meses de Septiembre y Octubre de 1967 y entre Enero, Febrero y Junio de 1968, en los Atlantic Studios de Nueva York.
En cuanto el vinilo comienza a rodar, ya nos daremos cuenta del porqué de su grandeza. Abre el álbum con el clásico entre clásicos “White Room”, uno de sus temas más conocidos, impregnado del característico sonido “Made In Cream” y de la fantástica guitarra de un por aquel entonces jovencísimo Eric Clapton.
Continúan con “Sitting On Top the World”, una magnífica versión propiedad del bluesman Howlin´ Wolf. Sin duda, todo un blues de alto octanaje en el que cabe destacar de manera sobresaliente el buen hacer de este joven, pero a su vez veterano trío. La psicodelia hace acto de presencia en canciones como “Pressed Rat And Warthog”, “Those Were The Days” (inolvidables sus campanas de fondo), “Passing The Time” o el acústico “As You Said”.
Otros cortes mayúsculos de esta parte en estudio son “Deserted Cities Of the Heart”, “Politician”, un excelente blues fruto de la relación musical que Jack Bruce inició junto a su amigo y músico Pete Brown, creador también de varios hits para los Cream. Llegará el himno generacional “Born Under A Bad Sign”, antológica versión de Booker T., que Albert King inmortalizó para siempre en el disco que lleva el mismo nombre.
La segunda parte del Long Play, llamada “Live At Fillmore West” (aunque en el álbum tres pistas están localizadas en el auditorio Winterland de San Francisco), se captó en directo en Marzo del 68 y contiene cuatro temas de auténtico éxtasis. Abren con el “Crossroads” de Robert Johnson, en el que Eric Clapton nos deja un magistral “solo” de guitarra para la posteridad.
Siguen con el “Spoonful” de Willie Dixon, en dónde los Cream se emplean a fondo, realizando una versión absolutamente brillante y llena de improvisación durante sus infinitos dieciséis minutos de duración. Para finalizar, se presentan “Traintime”, canción con la que tratan de transportarnos hacia el Delta del Mississippi y un monumental “Toad”, poseedor de uno de los “solos” de batería más espectaculares de la historia del rock, cortesía del baterista Ginger Baker.
La portada del álbum, fue obra del dibujante underground Martin Sharp, todo un polifacético artista de origen australiano.
Y así concluye esta esencial aventura sonora, protagonizada por la banda que se adelantó tres años a su tiempo. La crème de la crème, tres virtuosos músicos ingleses que revolucionaron el rock. Verdaderos talentos, que pocos meses después, tocaban su canción de despedida en el auditorio Royal Albert Hall de Londres.
Posteriormente, cada uno escogió su propio camino y anunciaron su disolución definitiva, debido a las constantes discrepancias que se producían en el seno de la formación. Irónicamente y en palabras de uno de sus miembros, los Cream eran <<una fábrica de hacer dinero>> y como muy bien expresa el título del disco <<iban caminando sobre ruedas de fuego>>