Hace unas semanas tuve la suerte de asistir al preestreno de esta ópera prima de los alcobendenses (Madrid), el director Antonio Méndez Esparza y el productor Pedro Hernández, y quedé atrapada en la historia. 'Aquí y allá' explora la cara más amarga de la emigración y ha cosechado muy buena críticas en todos los festivales de cine a los que ha viajado, que no han sido pocos, como el de Tokio, Montreal, Sao Paulo, Jerusalén, Londres, Dubai, Estocolmo.... Sin embargo, el reconocimiento máximo les llegó tras hacerse con el premio de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. Motivos más que suficientes para convertirla en la película española más premiada del momento.
La cinta se adentra en la historia de Pedro, casado y con dos hijas, tras el retorno a su país de origen, México. Pronto se da cuenta de que el tiempo ha pasado, pero no lo ha hecho para todos igual. Profundiza en el sacrificio de las familias, en el miedo al regreso y a no saber qué se encontrará.
En el encuentro previo con la prensa, Méndez Esparza indicó que la historia llegó a él cuando conoció en Estados Unidos a Pedro, actor que da vida al protagonista de la película. Le contó que tenía que regresar a su país y que iba a empezar un comienzo nuevo formando una banda de música. "Me habló de su ilusión de regresar al país, de sus añoranzas, de las ganas de volver a su hogar. Esto para mí fue una ventana a una historia que debía contar", señaló el director.
Sin embargo, 'Aquí y allá' no se trata de un análisis social sobre la emigración o un documental es, en palabras de Méndez Esparza, "una historia de personas para personas, sobre la familia ficticia que iba a crear para Pedro". A partir de este punto, construyó una historia emotiva, una mezcla de anécdotas y más historias reales, que dan como resultado un relato sólido y veraz.
Los actores, todos ellos del lugar y el uso de las propias expresiones del lenguaje hacen muy creíble la historia, haciéndola tuya, implicándote en sus adversidades y problemas, hasta un punto que no quieres que termine, que no quieres dejar de saber de ellos. Más o menos, esto es lo que le ocurrió a Méndez Esparza, que aseguró que una de las cosas más difíciles del rodaje fue precisamente acabarlo.
No obstante la película es lenta, pero cuando te atrapa no te deja soltarte y te invita a pensar. "Se trata de una película 'párking', que en el momento la ves y te gusta, pero que la reflexión llega cuando vas de camino a casa", apuntó Hernández. Es en este momento cuando te planteas que la realidad que ahora mismo vivimos en nuestro país es dura, pero por desgracia hay otros que están aún peor. Sólo hay que recordar el momento en el que el matrimonio pisa un hospital mexicano y que a cambio de curar a su mujer, el Gobierno obliga a Pedro a encontrar una gran cantidad de donantes de sangre, o de lo contrario, tendrá que abonar una gran cantidad de dinero.
Si hay una escena que destacase en todo el film, sin duda, sería la de la familia sentada a la mesa, cuando Pedro comienza a interpretarles una de sus canciones, con voz chillona. Pedro con toda su ilusión, ya que es la primera vez que le escuchan y sus hijas no pueden evitar echar unas risitas "a lo bajini" respecto al talento de su padre. No tiene nada más, pero es tan familiar, tan cercana, tan normal y tan de cualquier mesa de cualquier familia que no puedes evitar acordarte de la tuya. Parece que queda un asiento y es para tí.
Os recomiendo que vayáis a verla, es una película muy humana y simplemente maravillosa. Desde hoy, 1 de marzo, ya está en los cines.
En FilmAffinity le he dado un: 7.