Revista Cine
Crítica de "Creed. La leyenda de Rocky", de Ryan Coogler
Publicado el 03 febrero 2016 por Mumbo @OMasti2012
DIGNO BROCHE FINAL A LA MÍTICA SAGA PUGILÍSTICA
Se podría afirmar que Rocky es el boxeador más famoso de la historia de celuloide; con permiso del Jake la Motta encarnado por Robert de Niro en "Toro Salvaje" (Raging Bull, 1980) de Scorsese; y el Rocky Graziano del mítico Paul Newman en "Marcado por el odio" (Somebody Up There Likes Me, 1956) de Robert Wise. A pesar de contar con una historia más bien sencilla, la primera entrega de la saga pugilística era un drama sobre la lucha por encontrar satisfacción en un mundo indiferente, repleta de buen corazón, y valores como el honor, el coraje y cumplir los sueños en la vida; asimismo, introdujo muchas de las claves sobre el mundo del boxeo que se han utilizado, hasta la saciedad, en largometrajes posteriores. Cuarenta años después de la primera entrega, y tras cinco secuelas con más o menos éxito, llega este séptimo (y probablemente) último título de la saga que catapultó al estrellato a Sylvester Stallone.
La película que nos concierne, titulada simplemente "Creed" (el subtítulo de "La leyenda de Rocky" es por si aún hay algún 'despistadillo') se centra en Adonis Johnson, del que cabe destacar el potente inicio del filme que presenta al personaje de maravilla. Adonis no llegó a conocer a su padre, el campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, que falleció antes de que él naciera; no obstante, nadie puede negar que lleva el boxeo en la sangre, por lo que pone rumbo a Filadelfia, mismo lugar en el que se celebró el legendario combate entre su padre y Rocky Balboa. Una vez allí, busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de que este insiste en que ya ha dejado ese mundo para siempre, Rocky ve en Adonis la fuerza y determinación que tenía Apollo, y que terminó por convertirse en su mejor amigo, accediendo a entrenarle finalmente.
Me ha gustado mucho la manera con la que su director ha abordado esta nueva secuela, ya que mantiene los valores y esencia predominante en toda la saga que anteriormente he citado; sin embargo, ha tenido la capacidad de actualizarla a los cánones que rigen en la actualidad, con unos combates muy bien filmados y bastante realistas (de hecho han contado con boxeadores reales, y eso a decir verdad se nota), los cuales nos sitúa dentro del cuadrilátero, en el que sentimos cada puñetazo dado, y la sangre y sudor a flor de piel. A esto hay que sumarle las notables interpretaciones del trío protagonista. Michael B. Jordan (que ya protagonizó en 2013 la interesante opera prima de Coogler, titulada "Fruitvale Station") encarna a Adonis, mostrando convincentemente las motivaciones que requiere su personaje, que son el canalizar toda esa rabia contenida durante años, para convertirse en el gran boxeador que fue su malogrado padre, cumpliendo sus sueños y buscando el reconocimiento de su familia. También destaca Tessa Thompson, que sirve como contrapunto perfecto para nuestro Adonis; pero sobretodo, es Sylvester Stallone quien se lleva el gato al agua, con la que posiblemente sea la mejor interpretación de su larga trayectoria (junto con la propia en la muy recomendable cinta de James Mangold, "Copland"). En esta ocasión Rocky Balboa ejerce como mentor del joven pupilo dándole grandes lecciones, no solo en referencia al boxeo, sino sobre cómo afrontar los retos que diariamente te plantea la vida. Al igual que en la tercera entrega, se crea un fuerte vínculo de amistad entre Creed y Rocky; además, ese interesante giro argumental en el último tercio del filme, eleva la calidad del mismo y propicia que esté a la misma altura que la primera parte, que no es poco.
En conclusión, "Creed. La leyenda de Rocky" es una muy buena película, que funciona como un más que digno broche final a la mítica saga; algo bastante parejo con "El despertar de la fuerza" y "Jurassic World" sobre sus respectivas sagas de Star Wars y Jurassic Park, que empleaban magníficamente el factor nostalgia en yuxtaposición con su propia personalidad como largometrajes; es decir, que poseen los suficientes argumentos para no caer en la mera copia barata y deslavazada carente de alma y calado, tal como le pasó a la infumable y 'charlotera' "Terminator Génesis" (Alan Taylor, 2015).
Se podría afirmar que Rocky es el boxeador más famoso de la historia de celuloide; con permiso del Jake la Motta encarnado por Robert de Niro en "Toro Salvaje" (Raging Bull, 1980) de Scorsese; y el Rocky Graziano del mítico Paul Newman en "Marcado por el odio" (Somebody Up There Likes Me, 1956) de Robert Wise. A pesar de contar con una historia más bien sencilla, la primera entrega de la saga pugilística era un drama sobre la lucha por encontrar satisfacción en un mundo indiferente, repleta de buen corazón, y valores como el honor, el coraje y cumplir los sueños en la vida; asimismo, introdujo muchas de las claves sobre el mundo del boxeo que se han utilizado, hasta la saciedad, en largometrajes posteriores. Cuarenta años después de la primera entrega, y tras cinco secuelas con más o menos éxito, llega este séptimo (y probablemente) último título de la saga que catapultó al estrellato a Sylvester Stallone.
La película que nos concierne, titulada simplemente "Creed" (el subtítulo de "La leyenda de Rocky" es por si aún hay algún 'despistadillo') se centra en Adonis Johnson, del que cabe destacar el potente inicio del filme que presenta al personaje de maravilla. Adonis no llegó a conocer a su padre, el campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, que falleció antes de que él naciera; no obstante, nadie puede negar que lleva el boxeo en la sangre, por lo que pone rumbo a Filadelfia, mismo lugar en el que se celebró el legendario combate entre su padre y Rocky Balboa. Una vez allí, busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de que este insiste en que ya ha dejado ese mundo para siempre, Rocky ve en Adonis la fuerza y determinación que tenía Apollo, y que terminó por convertirse en su mejor amigo, accediendo a entrenarle finalmente.
Me ha gustado mucho la manera con la que su director ha abordado esta nueva secuela, ya que mantiene los valores y esencia predominante en toda la saga que anteriormente he citado; sin embargo, ha tenido la capacidad de actualizarla a los cánones que rigen en la actualidad, con unos combates muy bien filmados y bastante realistas (de hecho han contado con boxeadores reales, y eso a decir verdad se nota), los cuales nos sitúa dentro del cuadrilátero, en el que sentimos cada puñetazo dado, y la sangre y sudor a flor de piel. A esto hay que sumarle las notables interpretaciones del trío protagonista. Michael B. Jordan (que ya protagonizó en 2013 la interesante opera prima de Coogler, titulada "Fruitvale Station") encarna a Adonis, mostrando convincentemente las motivaciones que requiere su personaje, que son el canalizar toda esa rabia contenida durante años, para convertirse en el gran boxeador que fue su malogrado padre, cumpliendo sus sueños y buscando el reconocimiento de su familia. También destaca Tessa Thompson, que sirve como contrapunto perfecto para nuestro Adonis; pero sobretodo, es Sylvester Stallone quien se lleva el gato al agua, con la que posiblemente sea la mejor interpretación de su larga trayectoria (junto con la propia en la muy recomendable cinta de James Mangold, "Copland"). En esta ocasión Rocky Balboa ejerce como mentor del joven pupilo dándole grandes lecciones, no solo en referencia al boxeo, sino sobre cómo afrontar los retos que diariamente te plantea la vida. Al igual que en la tercera entrega, se crea un fuerte vínculo de amistad entre Creed y Rocky; además, ese interesante giro argumental en el último tercio del filme, eleva la calidad del mismo y propicia que esté a la misma altura que la primera parte, que no es poco.
En conclusión, "Creed. La leyenda de Rocky" es una muy buena película, que funciona como un más que digno broche final a la mítica saga; algo bastante parejo con "El despertar de la fuerza" y "Jurassic World" sobre sus respectivas sagas de Star Wars y Jurassic Park, que empleaban magníficamente el factor nostalgia en yuxtaposición con su propia personalidad como largometrajes; es decir, que poseen los suficientes argumentos para no caer en la mera copia barata y deslavazada carente de alma y calado, tal como le pasó a la infumable y 'charlotera' "Terminator Génesis" (Alan Taylor, 2015).
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