El 1 de septiembre de 2013, Hayao Miyazaki, el maestro de la animación japonesa y cofundador del Studio Ghibli, anunció que su película "El viento se levanta" sería su último largometraje, y que se retiraría como director de proyectos de animación de Ghibli. Este suceso desencadenó un año después el cierre del estudio de animación, ya que según las declaraciones de Toshio Suzuki, productor del estudio y uno de los fundadores, fue un duro golpe la salida y jubilación del director de "El viaje de Chihiro" (1). Ese mismo año, también se anunció que "El cuento de la princesa Kaguya" (Kaguya-hime no Monogatari, 2013) de Isao Takahata y "El recuerdo de Marnie" (Omoide no Mânî, 2014) de Hiromasa Yonebayashi serían las dos últimas películas realizadas y producidas por el Studio Ghibli. A fecha de hoy, es necesario puntualizar que Ghibli, tras un proceso de reestructuración interna reabrió sus puertas, produciendo películas como "La tortuga roja" (La tortue rouge, 2016) de Michael Dudok de Wit, o anunciando el regreso del maestro Miyazaki para el 2020; no obstante, eso es harina de otro costal. (2)
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El repentino cierre de Ghibli causó que los jóvenes animadores del estudio se sintieran decepcionados ante la idea de no volver a trabajar nunca más en una película. Por esa razón, el productor Yoshiaki Nishimura, junto con el director Hiromasa Yonebayashi, decidieron abandonar el barco, dejar atrás Studio Ghibli y crear su propio estudio: Studio Ponoc. Para entender su decisión hace falta comprender que Studio Ghibli siempre fue un proyecto cerrado, hecho a la medida de las ambiciones de unos pocos. Autores como Hayao Miyazaki, Isao Takahata y Joe Hisaishi tuvieron en Ghibli su campo de juegos; es decir, tenían plena libertad para hacer lo que quisieran sin tener que ajustar cuentas ante nadie. Ahora bien, si siempre ha sido un estudio circunscrito al lucimiento de sus principales autores, ¿qué hay de los jóvenes talentos? Si bien tuvieron sitio para crecer, no lo tuvieron para florecer igual que sus mayores. Famoso es el caso de Gorō Miyazaki, hijo de Hayao Miyazaki, cuyas dos películas ("Cuentos de Terramar" y "La colina de las amapolas" –esta última aun inédita en España–) (3) tuvieron una recepción de crítica y público más bien tibia; además del menosprecio de su propio padre. Razón por la cual no resulta extraño que incluso Hiromasa Yonebayashi, director de dos películas intimistas y reflexivas que encandilaron a crítica y público, como son "Arrietty y el mundo de los diminutos" (Karigurashi no Arietti, 2010) y la citada anteriormente "El recuerdo de Marnie", sea básicamente un desconocido; por no decir del productor de ambas, Yoshiaki Nishimura. Ya fuera por el desinterés del público o por la propia estructura de Studio Ghibli, nadie fuera de la santa trinidad que conformaban Miyazaki, Takahata y Hisaishi parecía capaz de florecer en los jardines del estudio de animación más famoso del mundo. Y cuando decidieron cerrar las puertas a hacer nuevas películas, era lógico que el siguiente paso de los jóvenes, que ya tenían cierta experiencia acumulada, fuera buscar un nuevo lugar en el que pudieran crear su propio jardín. (4)
El inesperado cierre del Studio Ghibli causó que algunos jóvenes animadores del estudio, con el cineasta Hiromasa Yonebayashi y el productor Yoshiaki Nishimura a la cabeza, decidieran marcharse del famoso estudio de animación y crear el suyo propio: Studio Ponoc... dando rienda suelta al prominente estilo heredado de maestros como Hayao Miyazaki e Isao Takahata para el deleite de las nuevas generaciones.
Comenzando su actividad el 15 de abril de 2015, Studio Ponoc fue fundado bajo el talento de Studio Ghibli. Algo que quisieron transmitir ya desde su nombre ('medianoche' en serbocroata), porque Ponoc es un nuevo día para los que estuvieron en Ghibli. Por otro lado, centrándonos en la figura de Hiromasa Yonebayashi (alias "Maro"), es pertinente señalar que empezó a trabajar como animador desde "La princesa Mononoke" (Mononoke-hime, 1997). Desde entonces, ha estado trabajando y aprendiendo de un maestro como Hayao Miyazaki, participando en los principales títulos del estudio; en muchos de ellos como "key animator", un cargo que va más lejos que un simple animador, ya que asume toda la responsabilidad de las escenas que tiene asignadas. Aparte de todo ello, como os he comentado antes, huelga decir que dirigió dos películas en Ghibli: "Arrietti y el mundo de los diminutos" con el que trabajó junto a Miyazaki y "El recuerdo de Marnie", que fue nominada a los premios Oscar. Así que se podría decir que Maro es, sin lugar a dudas, el alumno más aventajado del maestro, un genial cineasta que conoce los entresijos de la mágica animación que derrochaba el Studio Ghibli en cada una de sus películas. Y no había nadie mejor que él para realizar la que a la postre se alzaría como la primera película del nuevo Studio Ponoc: "Mary y la flor de la bruja" (Meari to majo no hana).
La premisa gira en torno a Mary, una niña que vive con su tía abuela Charlotte en el campo, donde no pasa casi nada. Un día sigue a un misterioso gato hasta el bosque y descubre un viejo palo de escoba y una extraña flor que sólo florece cada siete años en ese mismo bosque. El palo de escoba y la flor llevarán a Mary por encima de las nubes hasta Endor College, una escuela de magia dirigida por Madam Mumblechook y el brillante Doctor Dee. Pero allí suceden cosas extrañas y Mary tendrá que arriesgar su vida para que todo vaya bien. (5)
Lo primero que hay que tener en cuenta, es que los tres largometrajes de Maro (Arrietty, Marnie y Mary) son adaptaciones de novelas fantásticas de escritoras británicas del siglo XX, sucesivamente escritas por Mary Norton, Joan G. Robinson y Mary Stewart. Este dato que a priori puede parecer simplemente anecdótico es mucho más importante de lo que parece, ya que la principal fuente de inspiración para la gran mayoría de los animes son los mangas (o cómics tradicionales japoneses), así como los cuentos y leyendas del folclore nipón. Que las películas de Maro estén basadas en novelas británicas permite que se fusionen la cultura oriental con la occidental, y adquieran una personalidad propia más allá de las producciones del Studio Ghibli. Bajo este razonamiento, es bastante curioso que algunos de los nombres de los personajes sean ingleses, y algunas de sus localizaciones sean claramente de estilo británico (los fans de Harry Potter seguro que entenderán esta alusión). (6) Todo esto contrasta de forma inteligente con los fondos y coloridos visuales típicos del anime. En este sentido, "Mary y la flor de la bruja" es toda una declaración de intenciones por parte de su creador, que realiza un esfuerzo considerable por adquirir su estilo, y que este se imponga por encima de sus influencias.
"Mary y la flor de la bruja" contrasta de forma inteligente las reminiscencias occidentales derivadas de la novela de Mary Stewart en la que se basa, con los fondos y coloridos visuales típicos del anime... al servicio de una efectiva historia que engloba aspectos tales como la inocencia, la sorpresa, el ecologismo y la magia.
Por lo que respecta a su animación decir que es preciosista y apabullante, con un derroche técnico al más alto nivel, que se convierte en una explosión de colores, recuperando aquella magia y sentido de la maravilla que tenían los mejores largometrajes de Ghibli; sin embargo, argumentalmente está un peldaño por debajo de obras maestras como "El viaje de Chihiro" o "Nicky, la aprendiz de bruja" (Majo no takkyûbin, 1989); dos de sus claros referentes. Su premisa es efectiva y contiene los elementos necesarios para que sea interesante y entretenida, englobando aspectos tales como la inocencia, la sorpresa, el ecologismo y la magia; pero transita por lugar seguro, no se atreve a arriesgar ni un ápice, faltándole carisma y madurez a los personajes y haciendo que los espectadores tengan una sensación de 'déjà vu' constante. De todos modos, se trata de un inicio ilusionante que constata que existe vida más allá del Studio Ghibli, y que su prominente estilo ha sido heredado en la tesitura correcta, para el deleite de las nuevas generaciones.
¡¡¡Larga vida al Studio Ponoc!!!
LO MEJOR: Su animación preciosista y apabullante, así como el inteligente contraste entre sus influencias occidentales, derivadas de la novela de la escritora británica Mary Stewart en la que se basa, con los fondos y coloridos visuales típicos del anime.
LO PEOR: A la historia le falta algo de personalidad. Se podría decir que transita por lugar seguro; es decir, no arriesga ni un ápice, a pesar de tratar diferentes aspectos, tales como la inocencia, la sorpresa, el ecologismo y la magia.PUNTUACIÓN: ★★★½
BIBLIOGRAFÍA:
(1) EL VIAJE DE CHIHIRO (Sen to Chihiro no kamikakushi, 2001) de Hayao Miyazaki.
(2) WIKIPEDIA: Hayao Miyazaki y Studio Ghibli
(3) CUENTOS DE TERRAMAR (Gedo Senki, 2006) y LA COLINA DE LAS AMAPOLAS (Kokuriko-zaka kara, 2011), ambas de Goro Miyazaki.
(4) CINEMANIA: Más allá de Studio Ghibli: el trabajo detrás de Studio Ponoc. (Escrito por Álvaro Arbonés)
(5) FILMAFFINITY: Mary y la flor de la bruja (Ficha)
(6) En esta alusión comentaba que los fans de Harry Potter tendrían una mayor predisposición para ver el estilo británico del que hace gala la película de Yonebayashi; sin embargo, cabría matizar que a todo caso fue la autora de Harry Potter, J. K. Rowling, la que se inspiró en la novelista Mary Stewart para crear a su célebre mago, ya que la novela "The Little Broomstick" se publicó en 1971, 26 años antes que "Harry Potter y la piedra filosofal".
Fuentes:
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