
Nota: 7,5
Entre el buen sabor de boca que nos ha dejado Juego de Tronos y la resaca de Emmys que aún padece el equipo de Boardwalk Empire, el estreno más sólido del canal HBO para esta temporada otoñal ha pasado casi desapercibido. Se trata de Enlightened, otra dramedia protagonizada por una actriz madura (pero estupenda) que, al igual que compañeras de parrilla como The Big C o United States of Tara, esboza el retrato psicológico de una mujer que en pleno siglo XXI intenta dar todo lo que espera de ella mientras lucha contra sus propios demonios.
Su elemento diferenciador es que en vez de enmascarar esa lucha de autosuperación con enfermedades desgarradoras como es el caso de las dos series mencionadas (cáncer y esquizofrenia, respectivamente), Enlightened se centra en algo tan poco grandilocuente como un ataque de pánico para ofrecer una reflexión sobre los tratamientos despersonalizadores de las clínicas de chapa y pintura que tan de moda están entre las altas esferas. Así que que limpia tu aura, vacía tus chacras de prejuicios hacia las series en principio destinadas al público femenino y enfoca tu karma hacía el análisis del piloto de una serie que intenta establecer la línea de la cordura en una sociedad en la que la agresividad está tan penada como el exceso de buenrollismo.
Tranquilos, que el parecido con la película del buzón de América Come, Reza, Ama se queda en la premisa de una mujer buscando su destino por el camino de la paz interior. Lo que desestabiliza a nuestra protagonista es un cambio de puesto en su lugar de trabajo, a lo que ella reacciona encerrándose en el baño para minutos después perseguir a su jefe -y amante- por toda la oficina con la intención de arrancarle la cabeza. Una apertura contundente que deja claro desde el principio cuales son los dos puntales de la serie: una Laura Dern (Jurassic Park, Inland Empire) muy expresiva y cierta sensación de vergüenza ajena.

El único que parece alegrarse ante su renovada actitud es su ex-marido Joe (Luke Wilson haciendo de Luke Wilson), que al contrario que Amy, no ha evolucionado ni un ápice desde que ella le pidió el divorcio por su adicción a las drogas. Aún así, su actitud tolerante y de tranquilidad sincera contrasta con la de nuestra protagonista, que se repite una y otra vez a sí misma lo mucho que quiere al mundo y lo bien que va a salir todo mientras rebusca en su armario la camisa más hippie.

Ese entusiasmo desmedido es resultado de un tratamiento fugaz en uno de esos centros decorados como una terraza ibicenca y en los que los pacientes solo consiguen un parche temporal sin profundizar en sus dolencias. Como una especie de vacaciones mentales tras las que te prometen regresar completamente renovado y en plena conexión con la naturaleza mientras no dejas de repetir las frases de portada de los libros de autoayuda de la estantería de abajo.
Aunque más allá de esa crítica tangente a los centros fast-mind, lo que ha pretendido el director/productor/guionista/actor Mike White con esta Enlightened es evidenciar la rigidez de una sociedad poco acostumbrada a una cabra en su corral de borregos, y como al final, la única mirada amiga que pueden encontrar los diferentes es la de aquellos que en algún momento también han sido marginados. Y por si todas estas buenas intenciones o el simple sello HBO no os sirven para darle una oportunidad a Enlightened, los episodios 6 y 7 (de 10) están dirigidos por Jonathan Demme, el realizador de peliculones como El Silencio de los Corderos o El Mensajero del Miedo.