-Boyhood: Todos sabemos la historia detrás de esta película (entre otras cosas porque nos la cuentan en el trailer) y lo meritorio de que esta consiguiese concluírse: doce años para hacerla, doce años rodando en periodos cortos a las mismas personas; algo, obviamente, totalmente incontrolable y difícil de asegurar a todos los niveles, tanto técnica como artísticamente, lleno de posibles contrariedades que para nada pueden asegurar el buen fin del proyecto. Sólo por eso, la película ya es un hito histórico, un algo especial que merece figurar como un caso especial en la historia del cine.
Si a eso hay que sumarle críticas muy buenas (aunque puede que compradas, cada vez estoy empezando a ser más consciente de lo habitual de este método) parecía claro que estabamos ante un imprescindible de la cartelera.
Ahora bien, ¿hay algo más que eso?, pues mucho me temo, que “Boyhood” es como una gran parte del arte procesual, en el que hay que valorar más el proceso que el resultado final, que en este caso, no es nada del otro mundo.
Cierto que no le faltan méritos, una buena fotografía (muy agradable, cálida y colorida); diálogos muy bien escritos que suenan tremendamente naturales, lo que no es nada fácil, y más en este tipo de película que no deja de ser una ficción que, en la mayor parte, relata momentos cotidianos e insustanciales de la vida de cualquiera.
Y ese es su mayor logro y a su vez su mayor defecto, pues es como si estuvieramos viendo unas memorias (según algún otro comentarista de la película, como si un conocido te estuviese enseñando todos sus albumes de fotos y grabaciones familiares varias… y no es, en absoluto, una opinión del todo desacertada), pero no las de una persona importante o famosa que ha vivido todo tipo de acontecimientos tremendos; sino las de alguien normal, las vivencias comunes y poco significativas del día a día de un estadounidense (pues no nos equivoquemos, la perspectiva es totalmente de ese país, aunque, globalizados como estamos, tenemos la oportunidad de reconocer muchas cosas de nuestra historia reciente y revivirlas también, pues hasta cierto punto, han formado parte de nuestras vidas, desde acontecimientos históricos como la campaña de Obama, a éxitos musicales como los de Britney Spears, pasando por el triunfo de la saga musical de High school musical). ¿Qué se consigue una gran naturalidad? cierto, eso es innegable, pero tampoco hay fuerza ni drama.
Y es que realmente no hay historia ni argumento, sólo eso, fragmentos de una vida.
Al final, ese es el mayor defecto de esta película, que realmente, no emociona, su épica realización se queda en un experimento indudablemente interesante, pero nada más. Es más interesante como arte-proceso que el resultado final.
Y ni siquiera estoy seguro de que sea totalmente justificable este experimento, porque acaso, y no se ha hecho miles de veces, ¿no podía haber utilizado el director actores distintos para cada edad?, aunque si lo hubiera hecho así, la película hubiera sido una anodina vulgaridad y no le interesaría a nadie, es evidente, puesto que el filme tampoco aporta muchísimo. Por eso, precisamente, si nos ponemos en el caso mencionado, es donde se ve toda su debilidad como producto, pues a la hora de la verdad, toda su relevancia, todos sus méritos se reducen a la hazaña que supuso su producción.
Por otro lado, tampoco estoy muy seguro de que realmente haya tenido un éxitoso resultado el fin último de este arte-proceso cinematográfico, al fin y al cabo, si nos fijamos, no se consigue transmitir una verdadera finalidad, y en eso fracasa, pues se supone que el director pretendía evocar los cambios desde la niñez a la edad adulta y no lo consigue en absoluto, básicamente porque sólo hay extractos desde un comienzo en la preadolescencia, hasta el fin de la adolescencia (porque yo a un chico al borde de la veintena soy incapaz de considerarlo un auténtico adulto, y en todo caso, está comenzando con esa etapa, en ningún caso la ha desarrollado), de modo que en realidad, siempre estamos viendo el mismo rango de edad, no sabemos nada de la infancia, ni tampoco de la edad adulta, es como si nos dieran una cuarta parte de la historia de la película (a pesar de sus casi, y excesivas, casi tres horas de duración).
Al final, realmente no se ve una auténtica evolución… mucho me temo que la película fracasa en su misión última. Porque, todo se queda en el aspecto exterior, pues a nivel de introspección psicológica deja mucho que desear. Desde luego, fascina ver las evoluciones físicas, primero de Lorelei Linkater (sí, la hija del director), pues las niñas crecen antes; y después de Ellar Coltrane; aunque como ya digo, todo se queda en eso, algo superficial. Quizás la única evolución psicológica interesante la encontramos en el personaje de Ethan Hawke, que irónicamente, es el que más madura durante la cinta (y también el personaje que más claramente se puede eliminar… está claro que el director quiso contar con una cara conocida para vender el proyecto, pero nunca quiso arriesgarse a que este le faltara).
Lo menos verosímil, sin duda son dos cosas: el exceso de cambios familiares que viven los personajes (resulta casi cómico -los múltiples matrimonios de la madre, ¡ni que fuera Elizabeth Taylor!- y además no está bien explicado, todo depende demasiado de la intuición del espectador, todo se da por hecho) y, lo que resulta muy divertido, los peinados de Patricia Arquette, que en esta película luce todas las posibles formas en las que una mujer puede llevar el pelo, ¡pero todas!, todos los peinados, cortes y formas varias acaban convirtiéndose en un auténtico catálogo de peluquería que es posible que pronto esté disponible y a la venta, porque yo no he visto cosa igual, cada vez que había un cambio de escena, ¡cambio de peinado!, ¡y nunca repite!.
En definitiva, “Boyhood” se queda en un interesante y muy meritorio experimento de arte procesual cinematográfico, pero nada más que eso.