Revista Cine
Basada en la novela del mismo nombre de Tatiana de Rosnay, “La llave de Sarah” incide de nuevo en un tema tan manido como el nazismo. Película dirigida por el francés Gilles Paquet-Brenner e interpretada por Kristin Scott Thomas que indaga en el exterminio de judíos cometido en Francia por los propios franceses. Una parte de la historia poco contada que este film toca sin pudor y a pecho descubierto.
La barbarie nazi ha sido recurrente y muy habitual en las carteleras cinematográficas. Desde la prodigiosa “La lista de Schindler” hasta algunas de las últimas incursiones como “El niño del pijama de rayas” han tocado en mayor o menor medida una de las mayores tragedias de la Humanidad.
En este sentido resulta difícil sorprender al espectador o encontrar algo distinto que no se haya contado. “La llave de Sarah” ahonda en una parte de la Historia muy desconocida y sorprendente: los acontecimientos que ocurrieron en París en 1942 donde más de 8.000 judíos fueron llevados al Velódromo de Invierno por la propia policía francesa para su exterminación en campos de concentración.
Este hecho dramático se transmite a través de la mirada de una niña llamada Sarah cuya vida llena de muerte y sufrimiento la observa el espectador con lástima y pena. Sin embargo entre tanto odio y tanto mal también se puede atisbar una esperanza. Personas de gran corazón que la ayudan en su camino, ése que le lleva hasta el lugar que abre la llave que con tanto celo resguarda.
El guión se centra en dos vidas: una es la de Sarah que transcurre en 1942 y la otra es la de una periodista que investiga los hechos que transcurre en nuestros días. Sin conocerse se genera una interacción entre ambos personajes que desemboca en situaciones que desmoronan la vida de la periodista interpretada con gran acierto por Kristin Scott Thomas.
Su mayor defecto, aparte de su excesivo metraje, es el interés del director por contar absolutamente todo. Prácticamente no deja que el público genere opiniones o interprete hechos porque él ya se encarga de contarlo minuciosamente, como si quisiera evitar ruedas de prensa donde le plantearan asuntos sin resolver.
Sin embargo hay aspectos que son necesarios destacar como la intriga, el horror y la crudeza de la guerra por un lado y los problemas de pareja cuando no se rema en la misma dirección por otro. Dos situaciones tan ajenas y distanciadas se relacionan en el film con singular destreza.
Cerró el pasado Festival de San Sebastián y ahora se presenta en las carteleras españolas en una época aparentemente poco acertada por las fiestas en las que nos encontramos pero no sería una mala decisión acercarse al cine para descubrir los sucesos que “La llave de Sarah” cuenta.
José Daniel Díaz
La barbarie nazi ha sido recurrente y muy habitual en las carteleras cinematográficas. Desde la prodigiosa “La lista de Schindler” hasta algunas de las últimas incursiones como “El niño del pijama de rayas” han tocado en mayor o menor medida una de las mayores tragedias de la Humanidad.
En este sentido resulta difícil sorprender al espectador o encontrar algo distinto que no se haya contado. “La llave de Sarah” ahonda en una parte de la Historia muy desconocida y sorprendente: los acontecimientos que ocurrieron en París en 1942 donde más de 8.000 judíos fueron llevados al Velódromo de Invierno por la propia policía francesa para su exterminación en campos de concentración.
Este hecho dramático se transmite a través de la mirada de una niña llamada Sarah cuya vida llena de muerte y sufrimiento la observa el espectador con lástima y pena. Sin embargo entre tanto odio y tanto mal también se puede atisbar una esperanza. Personas de gran corazón que la ayudan en su camino, ése que le lleva hasta el lugar que abre la llave que con tanto celo resguarda.
El guión se centra en dos vidas: una es la de Sarah que transcurre en 1942 y la otra es la de una periodista que investiga los hechos que transcurre en nuestros días. Sin conocerse se genera una interacción entre ambos personajes que desemboca en situaciones que desmoronan la vida de la periodista interpretada con gran acierto por Kristin Scott Thomas.
Su mayor defecto, aparte de su excesivo metraje, es el interés del director por contar absolutamente todo. Prácticamente no deja que el público genere opiniones o interprete hechos porque él ya se encarga de contarlo minuciosamente, como si quisiera evitar ruedas de prensa donde le plantearan asuntos sin resolver.
Sin embargo hay aspectos que son necesarios destacar como la intriga, el horror y la crudeza de la guerra por un lado y los problemas de pareja cuando no se rema en la misma dirección por otro. Dos situaciones tan ajenas y distanciadas se relacionan en el film con singular destreza.
Cerró el pasado Festival de San Sebastián y ahora se presenta en las carteleras españolas en una época aparentemente poco acertada por las fiestas en las que nos encontramos pero no sería una mala decisión acercarse al cine para descubrir los sucesos que “La llave de Sarah” cuenta.
José Daniel Díaz
Sus últimos artículos
-
"El baño del diablo" de Severin Fiala y Veronika Franz, mejor película en Sitges y en Molins de Rei
-
"Strange darling" de JT Mollner, el juego del gato y del ratón llega al Festival de Sitges
-
"Marco" de Arregi y Garaño, un Eduard Fernández superlativo en el Festival de San Sebastián
-
"Escape" de Rodrigo Cortés, el legítimo derecho de un hombre a entrar en la cárcel que pasó por el Festival de San Sebastián