Revista Cine

Crítica: "Los Últimos Días"; agorafobia

Publicado el 25 marzo 2013 por Banacafalata

LOS ÚLTIMOS DÍAS


Título Original: The Last Days Director: Àlex Pastor, David Pastor Guión: Àlex Pastor, David Pastor Música: Fernando Velázquez Fotografía: Daniel Aranyó Interpretes: Quim Gutiérrez, Jose Coronado, Marta Etura, Leticia Dolera Distribuidora: Warner Fecha de Estreno: 27/03/2013
No cabe duda que cuando dentro de unos años se examine el cine del último lustro se encontrará una tendencia apocalíptica como línea recursiva. No es de extrañar tampoco que esto se haya reflejado en el cine, siempre actuando como espejo de la sociedad, vivimos en una época demasiado apocalíptica, con una crisis que está desolando a la sociedad, la continúa amenaza de ataques entre países, y un sentimiento de desolación generalizada, con el que se han unido además profecías que vaticinaban el final de nuestros días. Corren tiempos de cambio, y no sólo el cine de género, como es el caso que nos ocupa, se han hecho eco de ello, autores de renombre como pueden ser Lars Von Trier, Béla Tarr o Abel Ferrara han elegido el final del mundo como contexto en el que enmarcar sus últimas obras.  Los hermanos Pastor, que tras debutar con Infectados en Estados Unidos, han vuelto a España para su segunda película, también han elegido un apocalipsis como el epicentro de su nueva historia. Desmarcados de una tendencia más autoral, y haciendo más hincapié en el cine de género, nunca se olvidan de que lo están contando tienen una fuerte carga social, siempre presente en el centro de la historia, pero además se permiten el lujo, que no pueden hacer otros autores con una visión más pesimista en su cine, dejan lugar para la esperanza dentro del caos.
Los últimos días nos lleva a una Barcelona situada en un futuro muy cercano, una enfermedad llamada pánico, y que debido también a la desinformación que tienen los protagonistas, acertadamente nunca llegamos a saber los motivos de su origen, la gente no puede salir al exterior. Así, desarrollando esta especie de agorafobia, en el momento que la enfermedad aceche, no quedará otra que quedar recluido en el edificio en el que te encontrabas en ese momento, ni siquiera salir con el coche te dará la oportunidad, sencillamente no puedes dar un paso al exterior. Obviamente por el tono de la historia era vital darle un tono cosmopolita, siempre nos quedará la duda de que pasa en esos lugares rurales, dónde parecen totalmente condenados a la extinción, pero la apuesta aquí es otra, lo que además permite a la película dar con una impresionante Barcelona desolada, y dónde los túneles del metro se convierten en el único camino a seguir. Allí dos trabajadores, un programador y un encargado de recursos humanos de la misma empresa crearan una alianza para ayudarse mutuamente emprendiendo un viaje por los caminos subterráneos de Barcelona y así llegar a poder reunirse junto a sus seres queridos.

Sin olvidar nunca su trato apocalíptico, algo que además hace presencia fuerte cuando el caos se origina en escenas como la de una estación de metro poblada de gente. La película se centra más en el viaje realizado por los dos protagonistas, creando así una curiosa road movie. Realmente el viaje nunca es demasiado introspectivo, los hermanos Pastor son conscientes de que realmente están creando una historia sin mayores objetivos que el entretenimiento y deleite del espectador y nunca apuestan por ir más allá. Se crean lazos de unión que no van más allá de lo que podría haber en cualquier otra buddie movie, y los objetivos se fijan rápidamente, en un tiempo de crisis y de desesperación no sirve estar con cualquier desconocido, si no que tienes que hacer lo posible por unirte con tus seres queridos. Así el viaje se divide en las continuas peripecias, de algo que los propios protagonistas definen como una yincana. Superando los continuos problemas y encontronazos con los que se encontraran durante ese viaje, hay lugar para tirar de la imaginación, así veremos desde encontronazos con un oso dentro de una iglesia (claras referencias "lostianas") a un asalto dentro de un supermercado. Se da más importancia a la creación de estos problemas que a profundizar en sus personajes principales, pero realmente esto nunca supone un grave problema para el desarrollo de una cinta con un perfil honesto.
Pero siempre hay lugar para algo de crítica social, aunque esté por suerte nunca sea demasiado exagerado, y es que la presencia de la crisis económica, que está inevitablemente presente, podría haber ido más allá al comenzar la historia en un entorno laboral. Sí hay lugar para hablar del cambio climático, y es que realmente lo que la película nos plantea es si estamos demasiados lejos de llegar a un punto como el que se presenta. Si el daño realizado al planeta no se puede volver contra nosotros, forzándonos a no ser capaces de utilizar los recursos del planeta, una presencia que es omnipresente durante todo el metraje, pero que tampoco se trata nunca de exagerar, dejándola en el ambiente sin hacer especial énfasis en ella. Así, y tirando de posiblemente uno de los recursos más sencillos que utiliza la película y que durante el transcurso de la misma puede sentirse ligeramente forzado para aumentar la emotividad de la película (un embarazo desconocido), se vira completamente al final a un mensaje alentador y positivo, nada común en producciones de este tipo. Los hermanos Pastor al final apelan a la esperanza del futuro, en que puede existir un mañana mejor si empezamos a concienciarnos de los cambios que se necesitan tomar y que quizá haya que volver a nuestros orígenes para que todo vuelva a funcionar a la perfección. Un mensaje que para nada devalúa el tono de una película, que es ante todo un producto realizado únicamente con la misión de entretener. Los últimos días es posiblemente uno de los ejemplos más interesantes de que también en España somos capaces de realizar ese cine de industria que tanto se busca, un cine cuya misión real, más allá de alguna ligera carga moral, nunca va más allá de ser un liviano pasatiempo que el espectador pueda disfrutar sin ser juzgado.

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