Revista Cine

Crónica Berlinale 2012: "Metéora" entre el cielo y la tierra

Publicado el 13 febrero 2012 por Fimin

Theodoros es un monje que vive en un monasterio ubicado en el tope del monolito ubicado a la izquierda del fotograma, Urania, una monja que vive en el monasterio ubicado en el tope del monolito de la derecha. Pisando ambos tierra firme se despiden profesándose un mútuo "que dios te bendiga". Theodoros  comienza a subir hacia su monaterio por unas gigantescas escaleras, Urania lo hace envolviéndose en una red que la suben tirando de unas poleas. Así comienza la película griega de Spiros Stathoulopoulos, "Metéora", y su lugar no es otro que la Sección Oficial a concurso de esta Berlinale.

¿De qué va?

En las cálidas llanuras del centro de Grecia, los monasterios ortodoxos de Metéora se asientan en los topes de sus gigantescos monolitos, siendo suspendidos entre el cielo y la tierra al mismo tiempo que la habitual vida rural transcurre en sus inferiores valles. El joven monje Theodoros y la monja Urania han dedicado su vida a los estrictos rituales y las habituales prácticas de su comunidad, pero el creciente afecto que poco a poco se va sembrando entre uno y el otro pondrá en evidencia su vida monástica. Enfrentados por su devoción espiritual y el deseo humano que les corroe,  ambos se verán obligados a decidir el camino a seguir. 

¿Quién está detrás?

Significa la segunda película del joven realizador griego afincado en Colombia, Spiros Stathoulopoulos, quién a los cinco años de rodar el thriller "PVC-1" en Colombia ahora le da por viajar a su natal Grecia y recordar viejos tiempos embarcándose en la religión, la mitología, el eros y el amor en "Metéora".

¿Quién sale?

Se llaman Theo Alexander y Tamila Koulieva, y al igual que en la propia película, él es griego y ella rusa.

¿Qué es?

Una inclasificable rareza de la cual no se me ocurre referencia alguna.

¿Qué ofrece?

Los protagonistas de esta inclasificable historia navegan entre dos mundos: en contra de sus propios deseos, el monje Theodoros y la monja Urania no han sido capaces de establecer su definitivo rumbo existencial. Desde un punto de vista monástico, el deseo carnal representa un obstaculo para alcanzar la divinidad absoluta, mientras que para los ganaderos la reproducción se erige en esencial para la continuidad del ciclo de la vida. Ambas perspectivas son de una naturaleza espiritual y únicamente difieren en su manifestación. Es lo que más o menos nos viene a decir "Metéora", y lo hace a través de la relación de nuestros dos protagonistas, del remotísimo entorno en el que viven y de una arriesgada propuesta formal que tira de animación cuando abarca el discurso divino y mitológico y de imagen real a la hora de documentarnos la vida en las tierras de Metéora. Ante semejante carta de presentación, la segunda película de Stathoulopoulos se erige en una de esas propuestas que, únicamente por su inmensa particularidad, ya tiene ganado mi voto a favor, y seguro, será uno de los títulos que permanecerá en mi retina  tras esta Berlinale, por más que no me atraiga su propuesta formal  (ni el uso de la animación ni la fotografía) y que tenga la sensación de que no saca todo el provecho posible del cautivador entorno en el que está rodada. Aún y así, me acordaré de ella.


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