Viernes 6 de abril era la fecha elegida por Burt Byler and the bearded souls para su concierto en la Sala Milwaukee, segunda ocasión que el estadounidense, afincado en Madrid, visitaba El Puerto de Santa María tras su paso el pasado año en el mismo lugar.
Concierto importante, por la calidad del intérprete de Mississippi y por ser un evento gratuito, detalle del músico que nos explicó que era debido a que le encantaba El Puerto y así podía ser conocido por más público, cosa que consiguió, pues en un lluvioso día congregó a más de cincuenta personas que disfrutaron con su mezcla de folk, blues y rock sureño. Llegó en formato duo, con su batería Jona y él llevando la voz y dos guitarras, una eléctrica y otra acústica, donde en hora y media de actuación demostró la enorme calidad que atesora el de Mississippi, que además se mostró comunicativo y cordial, por lo que al final numerosas personas se acercaron a comprar el EP que venía a presentar, titulado “Castle of corruption”, del que interpretó sus seis temas, desde el “Slave dog” con el que abrió hasta el “Slown down boy” con el que cerró, dedicado a todos aquellos que luchan por perseguir sus sueños. Entre medias pudimos escuchar en la noche portuense “Heartbreak rodeo”, “Glory land”, “Cakewalk” o el tema homónimo, que dedicó a la nefasta política de su presidente Donald Trump. Pero no solo pudimos oir canciones de éste último trabajo, pues nos ofreció una buena muestra de su labor anterior, como una balada que cuenta como conoció a su esposa, al salir de un bar de Malasaña antes de una actuación, canciones más reivindicativas sobre la desigualdad social en su Estados Unidos natal o como querer subirse a un escenario y ganar dinero con ello, lo que nos lleva a una divertida anécdota, cuando nos contó como nació en una martes de carnaval en Nueva Orleans (el “Fat tuesday”) y la costumbre existente en pasar el gorro para recaudar algo. Cosa que hizo, recordandonos que el concierto era gratuito, ante el jolgorio del respetable que colaboró en la causa, entendiendo el esfuerzo y recompensando su acertada labor encima de las tablas de la Milwaukee.
También agradó con una buena colección de versiones, desde un “medley” del recientemente fallecido Tom Petty, al cual declaró su ídolo, blues “pantanoso” y folk “sureño”, temas tradicionales como el que aparece en la cinta de los hermanos Coen “Oh brother!” o un cierre magnífico con “Sweet home Chicago” de Robert Johnson, aunque con variaciones para introducir Mississippi o España y el “Hoochie Coochie man” de Muddy Waters. Gran concierto, que a buen seguro que ha conseguido crear nuevos seguidores en la provincia de Cádiz que estarán esperando que vuelva cuanto antes para seguir disfrutando de su música y sus acertados y divertidos comentarios, cargados de energía positiva y buenas vibraciones.
Por José Luís “El Director”.