El pasado Sábado 16 acudimos al concierto que Mastodon ofreció casi como colofón de la gira que realizan este invierno 2018-2019 por Europa acompañados de Mutoid Man y de los noruegos Kvelartak. Lleno absoluto de la Sala La Riviera, con un ambientazo inmejorable y una calidad de sonido en las tres actuaciones verdaderamente sorprendente. Sorprendente por el volumen, contenido y sin hacerse necesario el uso de tapones (si se quiere sobrevivir la temporada de conciertos) y por una excelente calidad del mismo. Puedo decir que para este tipo de formato, tal vez sea de los mejores que he tenido oportunidad de ver. Cada detalle, cada instrumento… de 10.
Abrieron Mutoid Man aprovechando la media hora exacta que se les concedió. Y no la desperdiciaron, vaya que no. El trío llegó, vió y venció. Un apabulle de temas eléctricos con una total comunicación con el público (“…put your middle finger up!”) y una actitud musculosa total.
Continuaron Kvelartak con su propuesta de turborock nórdico basada en el juego de tres guitarras perfectamente armonizadas. El sexteto, al igual que sus predecesores, lo dio todo en la media hora que le correspondía, haciendo las delicias de la gente, que ya corean sus himnos y que agradecieron la entrega.
Tras la pausa para reorganizar el escenario salieron Mastodon. Sonaba “Singing in the rain” mientras tomaban posiciones, como si de un juego de despiste se tratase para después arrancarnos de los brazos de Gene Kelly y teletransportarnos al universo del Emperor of Sand.
Los de Atlanta son de otro mundo y queda claro que es un equipo de Champions con muchas posibilidades de ganarla. Desde el principio mostraron un show que brillaba tanto en las proyecciones (con su personal estética) como en lo músical. Los de Atlanta trajeron un repertorio que tal vez no sea el más potente o el más “bailable” aunque sí el más espacial y etéreo. Apoyados como digo por las proyecciones, buscaron crear una atmósfera en la que envolvernos y hacernos partícipes de ese vuelo por un universo cuasi lisérgico en el que atravesamos una estrella en llamas, lava burbujeante o un templo maya.
Por supuesto que no faltaron los temas más conocidos pero la tónica general fue la de ofrecer un espectáculo adaptado al formato sala que no tiene nada que ver con el de los festivales, cosa que agradecemos profundamente. El grado de intimidad y comunicación de los cuatro fue exquisito, demostrando en vivo lo que sabemos de los discos: hay que tenerlos como referencia en el aspecto musical.
En definitivas cuentas, una experiencia inolvidable. Mastodon son una de las bandas más interesantes en la actualidad, con una carrera creciente. Veremos qué derroteros van tomando y qué nos tienen que regalar para el próximo álbum, anunciado para este 2019.
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