Parecía un martes cualquiera en la ciudad de El Puerto de Santa María y así hubiera sido, si la Sala Milwaukee no hubiera programado uno de los conciertos mas atractivos en la zona. Nos visitaba el guitarrista inglés Troy Redfern y su banda de jóvenes forajidos, lo cual era aliciente suficiente para salir de casa e ir a disfrutar de unos cuantos decibelios incontrolados.
El evento estaba programado para las 22:00 h y con cierta puntualidad la banda se subiría al escenario sobre las 22:20 h, con un Troy de estética bastante rockera, dejándonos entrever que lo que allí se iba a cocinar consistía en blues con grandes dosis de rock.
A priori, la Sala Milwaukee es un sitio complicado para sonorizar guitarras saturadas, pero con un trabajo a la altura de los músicos que allí se presentaban, el sonido fue grande y llenó bien el espacio, algo de lo que Troy se fue encargando tema tras tema al darle cada vez que el directo progresaba un pellizquito mas, bien al pedal de saturación o a su ampli Fender.
Abriría con el tema “Outta time” aderezado con una Fender Stratocaster, un tema de corte rockero mas clásico, para seguir con el tema boogie “The brave”, donde el slide toma el protagonismo sobre su guitarra Silvertone negra y para terminar de presentarnos sus hachas tocaría “Other side” donde cogería su Gibson Les paul Goldtop.
Una vez hechas las presentaciones pertinentes, seguirían sonando temas como “Shake ´em” ,”Salvation” o ” I just wanna make love” donde las afinaciones iban alternándose de D Drop a E flat con una naturalidad pasmosa, para engordar los riffs tan presentes en sus composiciones. Él mismo explica que su forma de componer es sacar un riff, cantar encima y luego ir añadiendo partes, para coger una de ellas y soltar sus solos cargados de expontaneidad y feelin´, un punto que tiene muy claro que tiene que ser así, pues es un fiel seguidor de los solos creados en un momento determinado con una energía que fluye de ese preciso instante.
“Black cat”, “The line” y “Double troble” conformarían sus siguientes cortes, antes de encarar una segunda mitad de concierto donde el protagonista sería su técnica de slide. A nuestro entender y al de Jose Carlos Sisto (Astrovudú, Matter Dronic) éste es su fuerte y supo explotarlo a la perfección, pues no paró de inocular grandes dosis de boogie importado de las calles de Memphis, lo que hizo bailar a gran parte del público reunido allí, sobre unos 60 y que sobrepasaban en su mayoría los 50 años. Edad que se haría patente en la energía de la sala, pues allí los que estaban, iban a disfrutar del artista y no a hablar incesantemente como estamos acostumbrados a ver en muchas de nuestras salas.
“Black napkins”, “Hit the ground”, “Jelly roll” o “Mad man blues” serían temas integrados en esa segunda parte del repertorio, que terminaría coronada con una de las varias versiones que interpretó Troy a lo largo del set list y que fueron desde Alman Blues Brothers, Frank Zappa (una de sus grandes inspiraciones) y John Lee Hooker hasta esta que utilizó como cierre de una noche mágica para los amantes de las guitarras, el increible “Voodoo Child” del gran Jimi Hendrix y que hizo temblar los centenarios cimientos de la Sala portuense.
Un concierto lleno de blues rock donde la potente voz de Troy brilló a la par de sus solos increíbles y sus riffs llenos de groove. Un claro acierto de la Milwaukee para estos tiempos que corren de bandas tributo y de versiones, de dudosa calidad en muchos casos.
Por Sergio Guzmán.