Revista Diario
“El sábado a la noche de un kirchnerista fracasado es mirar en calzoncillos TVR mientras se toma un birrín y una pizza recalentada”, así comentó ese mismo sábado a la tarde un cumpa. Y sí, puede ser, sólo le falta en la descripción los comentarios en Twitter sobre el programa que haría el tipo. Y ponele que sí, casi sería como una réplica argentinizada del “american way of life”.Pero yo no tengo tele, no tenía birra ni pizza. Sólo para esas horas formaba parte del sillón cuyos almohadones están tan aplastados que lo transfomó en un asiento estoico. Sólo me quedaba un par de líneas de algo que nunca termino de escribir, algo como lo garabateado esa noche, mientras miraba desde la compu a Dr. House “cuando ella no era más que una idea ausente, un sinfín de especulaciones y emprendía la aventura de destilar clichés que solo…” Era más que un cliché, creo haber escrito lo mismo varias veces, soy un refrito de mí mismo, patético.Le pongo pausa a House y miro si me contestó Agus, si me contestó no se qué porque en realidad le puse una boludez. Pero para no perder la costumbre.Miro de costado y entre un cementerio de ropas asoma un libro de Kusch, lo podría serguir leyendo, digo. Me preparo unos mates y cuando vuelvo a mi lugar, me lo ocupa Phoebe que duerme profundamente, la escucho hacer burbujitas, como si estuviera ladrando para adentro. Entonces me acomodo donde puedo, le respondo a Agus, una pelotudez como de costumbre, qué otra finalidad puede tener Twitter, y c’est perfait, me preparo los amargos y le pongo play a House. A los minutos me acuerdo del libro que me había propuesto leer, pongo pausa, y cuando agarro el capitulo donde dejé se me ocurre “delante de sus labios había una línea inagotable de peros”, y no me convence pero lo anoto, quizás le encuentre la vuelta, se asome un relato donde reincido en la descripción de la mujer-no-correspondida ufff aburrido, hasta perdí la capacidad de sorpresa en eso de tropezar en el mismo error, donde ella, sea fulana o mongo Aurelia, estruja mis esperanzas de cartón como si fuera un acordeón. Una cagada.“¿qué es ese olor?” le dice el grone a Cameron, mientras saca las sabanas del paciente, y ven que el tipo se garcó encima. ¿no te diste cuenta?, le pregunta la dotora y el pibe dice que no. Una gran imagen para la vida des-amorosa, ponele. Casi adivino que House les va a sugerir que le pongan un corcho en el upite, pero no, no es para tanto.Phoebe se reacomoda al lado mío, entonces le digo: “¿vamos a pasear?”, después de todo sería la única salida del soporífero momento, la única salida de la noche, donde por lo menos la perra puede salir con su pelota a parrandear por ahí mientras yo la acompaño escuchando música quizás Attaque, Elvis, Armstrong o Cacho Castaña, así de ecléctico soy pues. Pero Phoebe levanta los ojos, me mira de costado y se va a la cama, emprende la tarea de sumergirse bajo las sabanas abriendo camino con su hocico. En fin… es de madrugada, House resolvió el caso, Agus difícilmente conteste, difícilmente conteste el celular de las compas que me preguntan qué voy a hacer, difícilmente me ponga a leer “América profunda”, difícilmente me digne a escribir algo que valga la pena. La sombra amenazante de la madrugada me pide que desista.