Un camionero y su camión, una madre soltera y su bebé de cinco meses. Ambos se unen para recorrer los 1500 kilómetros que separan Asunción de Buenos Aires y narrarnos con gran rigor, pudor, sensibilidad, y sobre todo, silencio, la entrañable relación que surge entre ambos. Una Cámara de Oro, un Premio de la Crítica Joven y un regalo para todo los sentidos es lo que nos ofrece "Las Acacias," una digna heredera de la verdadera esencia existencial del cine de Lisandro Alonso, que ahora renace (como ninguno de los muchos plagios lo ha logrado) de la mano de Pablo Giorgelli.
¿De qué va?
Rubén es un camionero solitario que desde hace años recorre la ruta entre Asunción del Paraguay y Buenos Aires llevando madera, pero el viaje que hoy está por iniciar será diferente: esa mañana, en una parada de ruta cerca de Asunción, Jacinta llega con alguien más, la pequeña Anahí, su hija de 8 meses, que viajará con ellos. Para Rubén no es el mejor comienzo. Con el correr de los kilómetros, la relación entre Rubén y Jacinta irá creciendo. Lentamente, a pesar de las dificultades para comunicarse, cada uno irá intuyendo al otro. Ninguno cuenta demasiado sobre su vida. Ninguno pregunta demasiado tampoco. Es un viaje de pocas palabras, pero no es un viaje silencioso. Cuando están por llegar a destino los dos tienen el mismo deseo: que el viaje no termine.
¿Quién está detrás?
Tras una larga carrera como montajista, Pablo Giorgelli debuta en el largometraje.
¿Quién sale?
Un camionero argentino (gran trabajo de Germán de Silva), una madre soltera (la no profesional Hebe Duarte) de origen paraguayo que carga con una (milagrosa) beba de cinco meses y por supuesto, las Acacias
¿Qué es?
Dos en la carretera + Lisandro Alonso
¿Qué ofrece?
Una tierna road-movie impulsada por un sutil sentido de la pérdida y la soledad que tiene el gran mérito de comunicarse mediante el silencio. Otro de los grandes logros de Giorgelli es que demuestra un alto grado de confidencia en su rechazo de priorizar los golpes emocionales o adentrar el relato en el marco de un innecesario melodrama. El suyo es un estupendo retrato sobre la dificultad para comunicarse con los demas y por supuesto, de la paternidad. Un bello encuentro entre dos personas en el que emerge la coraza que nuestro protagonista tiene respecto al mundo para ir lentamente rescrebajándola según van avanzando los kilómetros. Silenciosa, sutil, apoyada mucho en lo gestual y sin necesitar nunca de nada que remarcar. No señala, no subraya, no hay música. Lo que hay es naturalidad y honestidad. En fin, una inapelable Cámara de Oro.
Rubén es un camionero solitario que desde hace años recorre la ruta entre Asunción del Paraguay y Buenos Aires llevando madera, pero el viaje que hoy está por iniciar será diferente: esa mañana, en una parada de ruta cerca de Asunción, Jacinta llega con alguien más, la pequeña Anahí, su hija de 8 meses, que viajará con ellos. Para Rubén no es el mejor comienzo. Con el correr de los kilómetros, la relación entre Rubén y Jacinta irá creciendo. Lentamente, a pesar de las dificultades para comunicarse, cada uno irá intuyendo al otro. Ninguno cuenta demasiado sobre su vida. Ninguno pregunta demasiado tampoco. Es un viaje de pocas palabras, pero no es un viaje silencioso. Cuando están por llegar a destino los dos tienen el mismo deseo: que el viaje no termine.
¿Quién está detrás?
Tras una larga carrera como montajista, Pablo Giorgelli debuta en el largometraje.
¿Quién sale?
Un camionero argentino (gran trabajo de Germán de Silva), una madre soltera (la no profesional Hebe Duarte) de origen paraguayo que carga con una (milagrosa) beba de cinco meses y por supuesto, las Acacias
¿Qué es?
Dos en la carretera + Lisandro Alonso
¿Qué ofrece?
Una tierna road-movie impulsada por un sutil sentido de la pérdida y la soledad que tiene el gran mérito de comunicarse mediante el silencio. Otro de los grandes logros de Giorgelli es que demuestra un alto grado de confidencia en su rechazo de priorizar los golpes emocionales o adentrar el relato en el marco de un innecesario melodrama. El suyo es un estupendo retrato sobre la dificultad para comunicarse con los demas y por supuesto, de la paternidad. Un bello encuentro entre dos personas en el que emerge la coraza que nuestro protagonista tiene respecto al mundo para ir lentamente rescrebajándola según van avanzando los kilómetros. Silenciosa, sutil, apoyada mucho en lo gestual y sin necesitar nunca de nada que remarcar. No señala, no subraya, no hay música. Lo que hay es naturalidad y honestidad. En fin, una inapelable Cámara de Oro.