Revista Cine

Crónica Gijón 2011: La sabiduría de los bajos fondos

Publicado el 22 noviembre 2011 por Fimin

Toca hablar del austríaco Michael Glawogger, director homenajeado por el festival quien ya sorprendiera hace cinco años obteniendo el Premio Especial del Jurado en Gijón con"Workingman's death" (2005), un tremendo documental que retrataba de forma directa y contundente las desoladoras condiciones del trabajo manual a comienzos del siglo XXI. El año pasado, más de lo mismo en el Festival de Las Palmas, pero esta vez con sorpresa, o lo que es lo mismo, "Contact High" (2009), un gamberro e irreverente divertimento que a través del viaje lisérgico de una cartografía de estrafalarios personajes que tienen la idiotez como principal seña de identidad funcionaba como guiño directo a las películas de Gilliam y Tarantino. ¿Cambio de rumbo?, ¿cambio de estilo? ¿cambio de género?. Vista"Whore's Glory" va a ser que no, simplemente aire fresco para volver hacer las maletas, despegar, dar (una vez más) la vuelta al mundo, regresar al formato documental y mostrarnos una nueva radiografía social, humana y personal que ni de lejos conocíamos.

¿De qué va?

Un documental que se acerca a la prostitución, tal y como se entiende en tres países diferentes, los cuales albergan sociedades, lenguas y culturas de lo más diverso. En Tailandia, las mujeres esperan sentadas tras una urna de cristal a que los clientes las escojan. En Bangladesh, los hombres se acercan al prostíbulo en busca de la materialización de sus deseos insatisfechos. En la conocida como La Zona de la Tolerancia, un emplazamiento situado en México, cerca de la frontera con Texas, los clientes se transitan con sus vehículos la calle principal mientras observan y son observados por las meretrices, que se encomiendan a sus santos para tratar de huir de su propia realidad.

¿Quién está detrás?

"Whores Glory" significa el nuevo documental de Michael Glawogger, polémico realizador austríaco equiparable en estilo, frontalidad y contundencia a su paisano Michael Haneke, Ulrich Seidl o Ruth Mader.

¿Quién sale?

Prostitutas que ofrecen sus servicios y los clientes que los solicitan. Por unas sentimos admiración, por los otros repulsión.

¿Qué es?

Un atronador documento de una enriquecedora calidad humana pocas veces palpable en el documental social contemporáneo.

¿Qué ofrece?

Un nuevo mundo que esta vez llega a Tailandia, México y Bangladesh para trasladarnos la historia de tres prostitutas que gira en torno a sus deseos, sus esperanzas y necesidades (los que ellas tienen y los que se ven obligadas a satisfacer para sus clientes) y que nos habla de sus oscuras experiencias así como de su día a día, manteniendo siempre, como es habitual en el cine de Glawogger, una prudente distancia respecto a todos los personajes filmados en este desaososegante pero hipnótico y necesario retrato existencial que resulta tan bello (por su apabullante dispositivo formal) como cruel (por la sordidez del tema que trata). Y lo hace partiendo desde la premisa de que estas mujeres pueden aportar muchísimo más conocimiento sobre la naturaleza de las relaciones entre hombres y mujeres que cualquier otra persona. Ellas son quienes realmente han vivido de primera mano toda experiencia física, mental y emocional que puede llegar a darse entre un hombre y una mujer. Deseos despiertos, pasiones rechazadas, fantasías realizadas o miedos interiores. Por ellos, siempre han recibido dinero, un plus que nunca ha enriquecido sus vidas tanto como su propia historia o, por que no decirlo, la historia, en este caso, del cine.


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