Revista Cine

Crónica Sitges 2011: A puño sucio

Publicado el 06 octubre 2011 por Fimin

Doce años, tres clanes, una guerra. Este es el sugerente punto de partida de "Knuckle," una de las grandes sensaciones del pasado Festival de Sundance que de forma efímera (con un único pase) llegaba hoy a Sitges. El documental del irlandés Ian Palmer tuvo el mérito de provocar que el público presente en Park City saliera de la sala completamente asombrado por ser testigos de la potencia y contundencia de un documental que ha tardado 12 años en gestarse y que nos sumerge en la Irish Traveller Community y sus brutales peleas underground conecebidas como deporte, entretenimiento, pero sobre todo, como forma de cerrar viejas rencillas. Es el caso de la historia de tres clanes rivales que "Knuckle" nos presenta y cuyo odio les lleva a exteriorizar sus frustraciones a base de puñetazos.

¿De qué va?

Cuando a Ian Palmer le invitaron a grabar con su pequeña cámara una pelea a puño descubierto entre dos miembros de las familias rivales Quinn McDonagh y Joyce, no podía imaginarse que pasaría los próximos doce años absorbido por la enemistad entre los tres clanes, cuyo odio se mantenía vivo a través de las grabaciones en las que se retaban a combates que terminaban siempre con narices rotas y rostros ensangrentados.

¿Quién está detras?

Ha trabajado en el mundo del audiovisual tanto en Irlanda como en Estados Unidos, pero su obsesión ha sido el retrato de los Irish Travellers, pueblo protagonista de varios de sus cortometrajes y de su primer largometraje documental "Knuckle."

¿Quién sale?

Lo dicho, tres clanes de irish travellers. Hijos, primos, hermanos, padres, abuelos, lo mismo da. Todos, menos ellas, sueltan la mano.

¿Qué es?

El primer acto de The Fighter + The Arbor

¿Qué ofrece?

Un excelente documento que habla sobre la familia, el honor, y ante todo, de lo absurdo de una violencia casi animal  que resulta todo un revulsivo para el glamour del perdedor que enarbolan tantas y tantas películas sobre el boxeo. Aquí no vemos espectaculares peleas ni puñetazos en cámara lenta ni planos detalle del golpeo. Quien está tras la cámara no es Michael Mann ni Martin Scorsese, es Ian Palmer, un tipo que de grabar una simple boda para un amigo, acabó retratando la absurda disputa entre tres clanes a puño sucio (que no limpio) durante 12 largos años. El resultado no podía ser otro que un ejemplar retrato lleno de veracidad, naturalidad y potencia, sobre la absurda condición humana. Un indispensable descenso a los suburbios irlandeses en el que únicamente echamos en falta una mayor contextualización sobre un espíritu nómada que resulta el único (y básico) nexo en común entre todas las familias enfrentadas. Aún y así, excepcional.

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