07 de Octubre del 2014 | etiquetas: Festival de Sitges, Festivales 2014
Twittear"Cold in July" al fin llega a su tierra prometida. Un festín del género cachondo y violento donde entran en juego policía, federales y mafia Dixie. Pero como quien dice, esto no es más que el principio. La nueva película de Jim Mickle, señalada a su paso por Sundance como un "Pulp Fiction" texano, ha levantado el esperado revuelo que de ella se esperaba en el Festival de Sitges. Razones para ello desde luego, no le faltan, más bien le sobran.
¿De qué va?
Texas, años 80. Un hombre irrumpe en una casa y Richard, el padre de familia, no duda en dispararle. Convertido en héroe local, Richard se verá arrastrado en una espiral de violencia y corrupción.
¿Quién está detrás?
Estamos ante lo nuevo del director de "Stake Land" y "We are what we are", es decir, Jim Mickle, una promesa hecha realidad. Con "We are what we are" volvió a demostrar este pasado año que el cine de género, así como un remake, todavía es capaz de manufacturar obras de calado y de largo alcance sin caer en la autocomplacencia. Con "Cold in July", película que adapta la novela homónima de Joe R. Lansdale, aún si cabe da un paso (o varios) mas adelante
¿Quién sale?
Protagonizada por la estrella de "Dexter" y "A dos metros bajo tierra", Michael C. Hall, quien es ilustre (y bizarramente) custodiado por Don Johnson y Sam Shepard. Así ya tenemos el tres en raya.
¿Qué es?
Un "Pulp Fiction" oscuro, bizarro y texano.
¿Qué ofrece?
Cine de género, cine de serie B, que también significa una muestra extraordinaria de cine negro. Sus demoledores giros, sus múltiples referencias al thriller ochentero, sus inesperados golpes de humor o un constante agetreo del tono que lo lleva a alcanzar cotas insospechadas de esquizofrenia y desconcierto, provoca que estemos ante un siniestro y desmadrado divertimento, tan aparantemente naif e ingénuo como verdaderamente espeluznante, esecrable y sórdido. Un contundente, perverso y carismático descenso a los infiernos destinado a causar un sobrecogedor furor allá por donde pasa. Sitges ha sido una nueva prueba de ello. Fenómeno.