04 de Octubre del 2014 | etiquetas: Festival de Sitges, Festivales 2014
TwittearNo es un mal comienzo, disfrutar a un icono indie por excelencia como lo es Mark Duplass, y hacerlo en su versión más subversiva y gamberra. "Creep" es tanto un peculiar ejemplo de found footage que amenaza desde el chiste, como una truculenta muestra de mumblecore que aterra con la risa. Es decir, insólito terror indie que se siente tan único como auténtico. Empezamos bien.
¿De qué va?
La retorcida historia de un hombre que por medio de una página de clasificados es persuadido por una oferta que le ofrece 1000 dólares por un día de trabajo en una remota montaña. El problema es que quien paga, no es quien asegura que verdaderamente es.
¿Quién está detrás?
"Creep" supone el debut en el largo de Patrick Brice, quien ya tiene en post-producción la comedia "The Overnight".
¿Quién sale?
Celebritié indie, Mark Duplass (que también co-escribe el guión) está en su salsa, llevando al extremo ese registro creepy que ya atisbara en bizarras e hilarantes interpretaciones como las que nos brindó en "Baghead" o "Seguridad no Garantizada". Junto a él, también interpretándose a si mismo ante cámara, el propio Patrick Brice.
¿Qué es?
El Perfecto Anfitrión teñido de mumblecore y rodado en formato found footage.
¿Qué ofrece?
La muestra de found-footage más retorcidamente cachonda y sinuosamente ambigua que un servidor ha disfrutado en los últimos tiempos. Cámara en mano, con presupuesto de guerrilla, propulsado por su estrafalario protagonista, su tono perverso, humor abrupto y bizarro tratamiento, "Creep" presenta la peculiar virtud de recorrer los trillados caminos comunes del falso documental para sin embargo, desembocar en una genuina muestra de mumblecore que se revela significativamente insólita y particularmente terrorífica. Y es que, uno nunca pierde la sensación de inquietante provocación, de turbador pavor, pese a ser consciente en todo momento que lo que tiene ante sus ojos es primordialmente una singular comedia que se siente estrafalaria y cínica, pero también degradante y sórdida, tan inquietante y siniestra, como desatadamente gamberra. Un mezquino divertimento que sin tan siquiera tomarse a si mismo en serio, da verdadero miedo. Somos conscientes, lo sabemos, Y aún así, semejante rareza también aterroriza por su inspirado humor absurdo, por su cruel capacidad para amenazar desde el chiste y perturbar a base de risas. Un innato descubrimiento ante el cual uno queda tan sonriente y sorprendido como acojonado y definitivamente tieso. No es un mal comienzo, más bien excepcionalmente extremo.