Este año Cannes tiene su barrio rojo particular. Si hace una semana comentábamos el super-burdel de "Sleeping Beauty," hoy nos hacemos eco del de "L'Apollonide." El polémico Bertrand Bonello se colaba así en la Sección Oficial, aspirando a repetir la controversia de "Le pornographer" y "De la guerre" con un drama histórico que transcurre en un burdel parisino del siglo XX. Para nuestra sorpresa, ni "Sleeping Beauty" ni tampoco "L'Apollonide" han logrado ganarse a la clientela. Las prostitutas aburren en Cannes.
¿De qué va?
En los albores del siglo XX, en un burdel de París, una prostituta tiene una cicatriz en el rostro que le dibuja una sonrisa trágica. En torno a la mujer que ríe, se organiza la vida de las otras chicas, sus rivalidades, sus miedos, sus alegrías, sus penas... No sabemos nada del mundo exterior porque la casa está cerrada, pero en el interior de esas paredes todo es posible.
¿Quién está detrás?
Bertrand Bonello. "Le Pornographer" le valió el Premio FIPRESCI en el Festival de Cannes 2001 y "Tiresia" fue nominada en el 2003. Su trabajo se asocia a menudo al New French Extremity, es decir, cine extremo no recomendable para todos los públicos. En el caso de "L'Apollonide," parece no recomendable para ningún público.
¿Quién sale?
La musa de la magistral "Cuscús," Hafsia Herzi, se une a unas desconocidas y aburridas Céline Sallette y Noemie Lvovsky
Algo así como
"Moulin Rouge" + "Buried"
La prensa ha dicho
Su cobertura en prensa, menos mal, ha sido considerablemente reducida en pos del arbolito de Terrence Malick.
E. Rodríguez Marchante escribe en ABC afirmando que no es más que "una mirada sin otro sentido que el decorativo a una elegante casa de prostitución de finales del siglo XIX. Miradas lánguidas, diálogos sin fuerza, champán más o menos igual, mucha lencería en desuso, señoritas aburridas, aunque no tanto como su clientela y todos ellos mucho menos que el espectador."
Sergi Sánchez coincide en La Razón confirmando que "la presunta novedad del filme no oculta su incapacidad para que la Historia se proyecte en el microcosmos del burdel, ni para ofrecer la crónica de la decadencia de un mundo encerrado en sí mismo sin caer en el tedio y el exceso de pretensiones."
Sara Brito se muestra más comedida en Público siendo una de las pocas en encontrar virtudes al film de Bonello: "su empeño es preciosista: quiere mostrar cada detalle de la vida de las prostitutas de L'Apollonide. También sus miedos y sus aspiraciones, que se diluyen en un letargo opiáceo. La cinta no acaba de encontrar un rumbo más allá de la contemplación estética y hasta analítica de la vida en el prostíbulo, de la belleza y el amor que siente por sus personajes."
En cuanto al equipo Cahiers, sorpresa: Carlos Heredero le da un 3 mientras Jaime Pena y Carlos Reviriego le otorgan un 8.8 y un 9 respectivamente.
En cuanto a la crítica internacional, idem the idem:
Kevin Jagernauth de The Playlist ha sido el más contundente claudicando que estamos ante "un descarriado aburrimiento sensacionalista sobre la prostitución"
Deborah Young destaca en Hollywood Reporter su "fascinación por la exquisita atmósfera de época que construye" así como su "repulsión por el cruel espectáculo brindado por unas jóvenes atrapadas en una vida sin escapatoria"
Leslie Felperin se desmarca de la crítica desmesurada en Variety alabando "su capacidad de retrato y las muchas señas de identidad que posee del Bonello de "Le Pornographer."
Stephanie Zacharek, por su parte, lamenta en Movieline "el patético giro que echa por la borda la sensual e intrigante atmósfera que Bonello construye a lo largo del resto del film"
Únicamente Fabian Lemercier de Cineuropa es el único en no escatimar elogios al polémico prostíbulo de Bonello: "con un excelente resultado en cuanto a la forma y el fondo a pesar de algunas escenas un poco largas, la película, que abre un espacio de análisis e interpretaciones múltiples, es ante todo un acto de amor hacia estas mujeres, hacia las mujeres, las actrices y el cine."
En definitiva, aburrimiento generalizado para un film claustrofóbico que no logra estimular a la crítica encerrado en cuatro paredes. Algo que parece ser, tuvieron en cuenta los programadores de Cannes a la hora de proyectarla el mismo día que la película más esperada de los últimos tiempos.