Si en circunstancias normales, en mi casa, procuramos no tirar prácticamente nada de comida, en tiempos de confinamiento, mucho menos. El saber que no podremos salir al súper a por cuatro bobadas nos ayuda a agudizar el ingenio con los alimentos que tenemos por la cocina (llevamos tres semanas -y lo que nos queda- tirando de la última compra, y eso sin haber hecho acopio alguno, yeahhh!!! ^_^).
Me he dado cuenta de que aprovechamos mucho más lo que tenemos por el frigo. Damos salida a los alimentos congelados que, de no ser por esta situación, permanecerían en ese letargo de hielo y escarcha por los siglos de los siglos. Indagamos entre la maraña de latas y botes de la despensa, y con ellos se nos ocurren recetuquis nuevas (que son súper delis) y hasta recuperamos algunas que hacía años que no preparábamos en casa (recientemente, los archiconocidos huevos rellenos -compartí en mi perfil de Instagram la receta con mi súper salsa de yogur griego en sustitución de la mayonesa-, la tortilla de espárragos verdes en conserva o el arroz con marisco -cuya receta también encontraréis entre las últimas fotos de mi Instagram-).
Os hago esta introducción porque, precisamente, la receta de hoy surgió como un método de aprovechamiento. Fue antes de la crisis sanitaria, de aquellos tiempos en los que tocábamos sin asco pomos y picaportes, de esa lejana época en la que repartíamos besos, abrazos y apretones de manos sin temor a que un virus desconocido infectara nuestros pulmones. Fue tiempo antes de convencer a mi madre de que la carne de hamburguesas se puede congelar sin que esto afecte, de ninguna manera, a sus características.
Y es que rara vez somos capaces de encontrar envases de cuatro unidades de hamburguesas. Siempre, siempre, siempre contienen seis. Para nosotras es mucho. Hartas de tenerlas que comer sin ganas para evitar tirarlas a la basura cuando iba a llegar su fecha de caducidad, se nos ocurrió que una buena manera de darles una segunda oportunidad sin hartarnos de carne era emplearlas como relleno de croquetas.
De las croquetas cremosas de mami, las que ha hecho toda la vida en casa de mil y una maneras: con huevo, con jamón curado, con jamón cocido, restos de pollo asado, merluza etc., etc., etc. hoy las comparto con vosotros.
Me ha costado Dios y ayuda conseguir que me diera cantidades más o menos exactas para construir la receta que tenéis a continuación. Ya sabéis, la madres cocinan por instinto. Añaden un poquito de esto..., unas cucharadas de aquello otro..., se cocina hasta que esté hecho... En fin... que después de mucho esfuerzo -y de alguna que otra discusión (y es que no entiende la importancia de dar las cantidades más exactas y las indicaciones más precisas posible)- aquí tenéis la receta de uno de mis platos más apreciados, de las croquetas de mi madre.
Croquetas cremosas de carne picada:
INGREDIENTES
- La carne desmenuzada de dos hamburguesas (las que yo compro suelen ser mixtas -cerdo y vacuno- y están poquito especiadas, por lo que saben realmente a carne, pero podéis usar las que tengáis por casa, incluso carne de salchichas o carne picada que os haya sobrado)
- 1/2 cebolla pequeña
- 4 cucharadas de harina (y más para el rebozado)
- Aceite de oliva virgen extra
- 500mL de leche entera
- Un buen pellizco de sal
- Pan rallado
- 2 huevos batidos
- Aceite de girasol, para freír las croquetas
PREPARACIÓN
- Cubrimos ligeramente el fondo de una sartén con aceite de oliva virgen extra. Sofreímos la carne, y cuando haya perdido el color rojizo, la sacamos a un plato y la reservamos para utilizarla más adelante.
- En la misma sartén, doramos la cebolla picada. Añadimos las cuatro cucharadas de harina y la cocinamos durante 3-4 minutos, removiendo con unas varillas.
- Sin dejar de remover, añadimos, poco a poco, la leche, procurando deshacer los grumitos. Es importante batir continuamente. Salamos. Seguimos batiendo bien hasta que hierva y empiece a espesar, a fuego medio-alto y adquiera la textura de una crema pastelera. Agregamos la carne picada y removemos para que se distribuya por toda la bechamel. Cocinamos de tres a cinco minutos, removiendo constantemente.
- Trasladamos la preparación a una fuente rectangular de unos 20-23cm de lado, filmamos a piel y dejamos enfriar en la nevera toda una noche o hasta el día siguiente.
- Al día siguiente, formamos las croquetas. Para ello, realizamos unos tres cortes longitudinales en la masa que tenemos dentro de la fuente. Sacamos las tiras de masa, y las redondeamos con la ayuda de las manos sobre una tabla de cocina. Formamos una especie de churro gordote. Lo cortamos de la longitud que deseemos nuestras croquetas. Las rebozamos sobre un plato con harina, dándoles un poquito de forma, las pasamos por el huevo batido y, por último, por el pan rallado. Las freímos en un cazo con abundante aceite de caliente hasta que estén doraditas por todos los lados. Escurrimos el exceso de grasa sobre papel de cocina absorbente y consumimos inmediatamente.