Revista Opinión

Cuando el problema de nuestra sociedad viene de que somos gilipollas…

Publicado el 03 abril 2011 por Nynaeve

Podemos decir que pecamos de inocentes, yo creo que sencillamente, somos gilipollas.

Leyendo un libro que recomiendo a todos, “Papá Puerco“, del genial Terry Pratchett, uno de esos escritores que saben reflejar nuestra sociedad en el absurdo que es nuestra sociedad de hoy, digo, esta del “primer mundo”, y hacernos sonreír en el proceso; pensé que lo que os voy a poner a continuación representaba como nada, a nuestra sociedad de hoy… Mucha presentación y ná de chicha…

Una genial discusión que de verdad, no os podéis perder, termina en que lo que sería la víspera de la noche buena, lo que sería Santa Claus, cambia la cena de unos indigentes, barras de cuero con mucho barro, por la de un restaurante de lujo…

“(…) En la atmósfera cargada de resplandores, estrépito y parloteo, un jefe de camareros lo estaba pasando mal. Aquella noche había un montón de gente y el personal debería estar trabajando al máximo, metiendo bicarbonato de soda en el vino blano para generar burbujas muy caras y troceando las verduras muy pequeñas para que subieran de precio.

En lugar de eso, estaban todos reuniods y abatidos en la cocina.

- ¿Adónde se ha ido todo el material? – gritó el encargado – ¡Alguien ha vaciando también la bodega!

- William dice que ha notado un viento frío – dijo el camarero. Lo habían acorralado contra un infiernillo y ahora comprendía por qué se llama infiernillo mejor que nunca en su vida.

- ¡Yo sí que le voy a dar un viento frío! ¿Es que no tenemos nada de nada?

- Bueno, tenemos una pizca de esto y aquello.

- No se dice una pizca de esto y aquello, se dice peu de ceci et de celà – lo corrigió el encargado.

- Sí, eso, sí. Y, ejem, y, ejem…

- ¿No hay nada más?

- Ejem… Botas viejas. Botas viejas llenas de barro.

- ¿Botas…?

- Viejas. A montones – dijo el camarero. Notó que la situación empezaba a calentarse.

- ¿Cómo es que tenemos … calzado añejo?

- No lo sé. Simplemente ha aparecido, señor. El horno está lleno de botas viejas. Y la despensa también.

- ¡Hay un centenar de clientes con reserva! ¡Y todas las tiendas están cerradas! ¿Dónde está el chef?

- William está intentando hacerle salir del excusado, señor. Se ha encerrado dentro y está teniendo uno de sus Momentos.

- Aquí se cuece algo. ¿Qué es eso que huelo?

- Soy yo, señor.

- Botas viejas… – murmuró el encargado – Botas viejas… botas viejas… ¿Son de cuero? ¿No son zuecos ni botas de goma ni nada de eso?

- Parecen botas, sin más. Y mucho barro, señor.

El encargado se quitó la chaqueta.

- Muy bien. ¿Tenemos algo de crema? ¿Cebolla? ¿Ajo? ¿Mantequilla? ¿Algunos huesos viejos de ternera? ¿Un poco de masa de respostería?

- Esto, sí…

El encargado se frotó las manos.

- Bien – dijo, cogiendo un delantal de un gancho de la pared – ¡Tú, pon agua a hervir! ¡Mucha agua! ¡ Y encuéntrame un martillo muy grande! ¡Y tú, pélame unas cebollas! El resto, empezada a organizar las botas. Quiero las lengüetas y las suelas fuera. Les vamos a servir… a ver… Mousse de la Boue dans une Panier de la Pâte de Chaussures…

- ¿Y de dónde vamos a sacar eso, señor?

- Mousse de barro en una cesta de masa de zapato. ¿Captas la idea? Nosotros no tenemos la culpa de que ni los quirmianos entiendan el quirmiano de restaurante. Al fin y al cabo, no es mentir.

- Bueno, sí que es un poco… – empezó a decir el camarero. Había recibido la maldición de la sinceridad a una edad muy temprana.

- Luego hay Brodequin rôti Façon Ombres … – El encargado suspiró al ver la expresión de pánico del jefe de camareros – Bota de soldado cocinada al estilo de las Sombras – tradujo.

- Esto… ¿al estilo de las Sombras?

- En barro. Pero si hacemos las lengüetas por separado también podemos poner Languette braisée.

- También hay algunos zapatos de señora, señor – dijo un ayudante de chef.

- Bien. Añade al menú… a ver ahora… Sole d’une Bonne Femme… y… sí… Servis dans un Coulis de Terre en l’Eau.. Lo cual viene a ser barro.

- ¿Y los cordones, señor? – preguntó otro ayudante del chef.

- Bien pensado. Encuentra aquella receta que teníamos de espaguetis a la carbonara.

- ¿Señor? – dijo el jefe de camareros.

- Yo empecé como chef – repuso el encargado, cogiendo un cuchillo – ¿Cómo crees que pude pagar este sitio? Sé cómo funcionan las cosas. Si consigues que el aspecto y la salsa estén bien ya tienes el gato casi en el agua.

- Pero ¡todo van a ser botas viejas! – dijo el camarero.

- Ternera añeja de primera calidad – lo corrigió el encargado – Las ablandaremos en un momento de nada.

- Además… además… no tenemos ninguna sopa

- Barro y muchas cebollas.

- Y qué pasa con los postres…

- Barro. A ver si podemos hacer que caramelice, nunca se sabe.

- Ni siquiera encuentro el café… Aunque lo más probable es que no lleguen al café…

- Barro. Café de Terre – dijo el encargado con fiermeza- Auténtico café de molienda.

- ¡Oh, eso lo van a notar, señor!

- No lo han notado hasta ahora – dijo el encargado lúgubremente.

- No nos va a salir bien, señor. Ni de milagro.

(…)

- Me niego – dijo el jefe de camareros en tono firme.

- Mira, después de la Vigilia de los Puercos te compraré un par mejor…

- Han pedido dos más de Masa de Zapato, una de Purée de la Terre Y tres más de Tourte à la Boue – dijo un camarero que entraba a toda prisa.

- ¡Tartas de barro! – gimió el camarero – No me puedo creer que estemos vendiendo tartas de barro. ¡Y ahora quiere usted mis botas!

- Con crema y azúcar, ojo. El auténtico sabor de Ankh Morpork. Y de esas botas podemos sacar al menos cuatro raciones. Es justo. Los demás ya vamos todos en calcetines…

- La mesa siete dice que los filetes estaban muy buenos pero un poco duros – dijo el camarero mientras pasaba a toda pastilla.

- Vale. La próxima vez usa un martillo más grande y hérvelos más tiempo – El encargado se giró de nuevo hacia el afligido jefe de camareros – Mira, Bill – le dijo, cogiéndole del hombro – Esto no es comida. Nadie espera que sea comida. Si la gente quisiera comida, se quedaría en casa, ¿no te parece? Vienen aquí por el ambiente. Por la experiencia. Esto no es cocina, Bill. Esto es cuisine. ¿Lo entiendes? Y siempre terminan volviendo.

- Sí, pero es que botas viejas…

- Los enanos comen ratas – dijo el encargado – Y los trolls comen piedras. Hay gente en Howondalandia que come insectos y gente en el Continente Contrapeso que come sopa hecha a base de escupitajos de pájaro. Por lo menos las botas han estado en una vaca.

- ¿Y el barro?

- ¿Acaso no hay un viejo proverbio que dice que el hombre tiene que morder una fanega de polvo antes de morir?

- Sí, pero no todo de una vez.

- ¿Bill? – dijo el encargado, con amabilidad, cogiendo una espátula.

- ¿Sí, jefe?

- Quítate esas malditas botas ahroa mismo, ¿quieres?

(…)”

Ahora, si os apetece, y bajo este prisma, os podéis pasar por los blogs, noticias socialistas, sobre “responsabilidad” y explicaciones varias sobre la subida del IVA, la reforma laboral o las pensiones a ver de qué nivel de barro estamos hablando…

Terry Pratchett


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